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Hablar de Argana desde Argana

‘Argana Cuenta, la cultura en un barrio en los márgenes’ es un trabajo que analiza la composición del barrio más multicultural y de menor renta de Lanzarote a través de los testimonios de sus propios vecinos

Fotos: Gerson Diaz/Cedidas.
Saúl García 1 COMENTARIOS 16/02/2021 - 07:30

Argana cuenta. La cultura en un barrio en los márgenes. Es una “pequeña investigación filosófico antropológica” orientada al análisis de la cultura en este barrio de Arrecife, en Argana Alta, donde, como en otros barrios, “las normas, implícitas o no, gobiernan la convivencia más allá de las leyes”, como dice el propio estudio.

El trabajo, elaborado por José Luis Asencio por encargo de la Viceconsejería de Cultura y Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias, se debía haber presentado en público el pasado mes de enero, pero no se ha hecho por las circunstancias de la pandemia. Se remata este trabajo con un vídeo documental con testimonios de los vecinos, realizado por Gerson Díaz.

Una de las conclusiones de Asencio es que la cultura que existe como hegemonía y control es la misma en casi cualquier punto de Occidente en el que se encuentre un barrio pobre y marginal y, por tanto, este trabajo sobre Argana es trasladable a cualquier barrio de Canarias y de España.

El objeto del trabajo era el de “tomar el pulso cultural a un barrio marginal y hacerlo desde una visión y una metodología algo heterodoxa pero no por ello menos exigente y rigurosa”, mientras que el concepto de Patrimonio Cultural en este trabajo “tiene que ver con lo cotidiano y con la expresión de lo extraordinario en esa rutina diaria por la que transcurren todas nuestras experiencias”, indica el autor.

Se pretende reflejar la realidad que sienten los habitantes del barrio según sus prácticas y sus experiencias. Se aborda así el barrio no solo desde un punto de vista cultural, sino como realidad social, simbólica y material, y como experiencia normativa tanto ética como política. Para el trabajo se llevaron a cabo 24 entrevistas que se centraron en preguntar qué piensan y cómo sienten el barrio esos vecinos, cómo y qué experimentan y qué relación guarda con lo que consideran valioso, tanto desde el pasado como para el futuro.

Una de las entrevistadas es Ana, que dice, entre otras cosas, que de cada persona se aprende un poco y que el barrio “es muy bonito, hay buenas personas y mucho amor, aunque lo tengan olvidado”. Ana pide un carril bici para que los niños puedan circular con tranquilidad.

Elouali, de Marruecos, señala que la convivencia no tiene que ver con las religiones y que lo más importante es la unión, mientras que Mohamed habla de problemas cotidianos, como el que se origina para poder llevar a los niños al colegio si trabajan el padre y la madre a la misma hora o el que se presenta a personas que no aprenden el idioma e incluso tienen dificultades para ejercer un acto solidario como el de donar sangre. Creen que es difícil despegar las etiquetas que lleva pegadas este barrio desde hace años y que afecta incluso a los alumnos cuando acuden al instituto en otra zona de la ciudad, ya que en Argana no se imparte bachillerato.

Laura es una joven que quiere crear un centro multicultural y que dice que “no hay base para que los jóvenes puedan volar”. Pero le gusta su barrio: “Sales a la calle, ves a cinco marroquíes, cinco latinos, y dices: me siento a gusto”. Cree que “en Argana hay gente muy inteligente”.

El análisis habla de un “elitismo político” que se distancia de los barrios

Otra Ana, de apellido Balboa, impulsora de la asociación de vecinos, recuerda cómo creció el barrio con construcciones “sin ton ni son”. Dice que hay que querer al barrio, habla de los niños llave, muchos de ellos hijos de trabajadores y trabajadoras de la hostelería que tienen turnos de tarde. “Al inmigrante le tocan los turnos que no quiere nadie”, señala. Asegura que hay mucho talento pero que no hay medios y que en el barrio, después de que hayan abierto varias grandes marcas comerciales, “hay muchas cosas para consumir, pero no se invierte en cultura”.

Ana Teresita dice algo parecido: que en el barrio viven todos como hermanos, pero que no hay dónde ir. Y Francisca habla sobre la ocupación: “Si ocupas, es que no tienes otra alternativa”. Los hijos de Indira sufrieron en sus carnes el racismo nada más llegar al barrio, pero después la situación cambió radicalmente: “¡Cuántos años llevamos pidiendo una biblioteca, una guardería, un carril bici!”, exclama. Cree que no se está abordando “un problema muy grande”, el de dejar a los niños solos en casa.

Diego es gitano y nacido en Argana. Dice que es uno de los pocos gitanos de Arrecife que siguió con los estudios: “Yo he nacido aquí y esto ha mejorado bastante”, dice, pero puntualiza: “El pabellón lleva años cerrado y a nadie le importa”. A Luis, también gitano, le molesta que se hable mal de ellos de forma generalizada.

Y Maribel, de Guinea, dice que son los vecinos los que deben exigir que se cubran las necesidades. “No hay infraestructuras suficientes y tenemos fama de barrio conflictivo, pero no es así”. Vive en España desde hace más de medio siglo y dice que el pensamiento de inmigrante “no se pierde nunca”. Sobre la cultura, o las culturas, comenta que hay algunas que van contra los derechos humanos, así que en ese caso “se debe dejar de lado la cultura y priorizar los derechos de la gente”.

Visión compartida

Los vecinos coinciden en gran parte de sus peticiones y en el fondo solicitan dignidad, seguridad, a ser posible, vida digna, que no es otra cosa que un entorno saludable. Reclaman, desde hace ya más de quince años, espacios abiertos, lugares para desarrollar prácticas culturales como teatro, danza, actividades intergeneracionales, etcétera. Espacios verdes amplios y lugares de encuentro para gente de cualquier edad.

El CEIP y el CEO son, actualmente, las únicas infraestructuras culturales y deportivas del barrio. También está el centro sociocultural, orientado básicamente a la infancia y parte de la juventud, pero faltan infraestructuras básicas “como serían centros de mayores, guarderías, centros de salud, espacios de ocio y desarrollo cultural, dinamización social y deportiva y cultura, entendida en este caso como la habilitación de cauces de aprendizajes, de expresiones y creación y reconocimientos de dichas expresiones”.

También se echa de menos mejor accesibilidad, seguridad y buen funcionamiento del alumbrado, desarrollo comercial, promoción de la producción, elaboración y distribución de productos locales, prácticas innovadoras de creación de riqueza y empleo, etcétera, etcétera, etcétera”.

El CEIP y el CEO son sus únicas infraestructuras culturales y deportivas

Los habitantes de Argana, cerca de 10.000, según señala el trabajo de Asencio, “en su mayoría no pueden afrontar imprevistos básicos como gafas; arreglo de electrodomésticos; compra de ordenadores, aunque sea a plazos; algún seguro o cobertura; arreglar el vehículo y mantenerlo sin esfuerzos y sacrificios extras; comer equilibradamente todos los días; llegar a mediados de mes sin angustia; mantener un puesto de trabajo si surge alguna enfermedad o contratiempo...”. La renta per cápita del barrio de Argana se sitúa en 7.263 y 7.895 euros, dependiendo de la zona.

El barrio necesita intervenciones, pero no de cualquier manera. “Lo que sea tiene que ser fruto de una ambiciosa estrategia multisectorial y tanto desde las instituciones como desde los sectores múltiples, también de la sociedad civil, generar líneas coordinadas y, sobre todo, participadas en lo que realmente es relevante”, señala el informe.

“Uno de los hallazgos más claros en este trabajo ha sido entender cómo la visión y la construcción narrativa del barrio es una visión compartida y construida colectivamente por parte de las habitantes y los habitantes de Argana. Con independencia de origen, lengua, nacionalidad o de cualquier otro factor, subyace una interpretación compartida, como compartido es el espacio y compartidos son los problemas y la conciencia de los mismos, además de como compartida es la acción sujeta a normas implícitas donde conviene destacar el respeto generalizado y rutinario hacia la diferencia. Casi con toda seguridad, este es el mayor patrimonio cultural del barrio. El sosiego y la normalidad entre las tantas culturas diferentes y el respeto como práctica, como un hábito ético; como Patrimonio”, apunta.

Se habla en este análisis también de que existe un “elitismo político” que se distancia de los barrios por su incapacidad para abandonar su piel de élite, entre otros motivos.

Comentarios

Si kieren ver una mezcla de culturas , el pequeño y olvidado parque que tenemos en el gran pabellón deportivo de la vergüenza

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