La bióloga lanzaroteña, coautora del trabajo 'El tsunami de 1755 en el Parque Nacional de Timanfaya', presentó sus conclusiones en Mancha Blanca en el marco de las Jornadas de Geología de Timanfaya
Esther Martín: “Debemos implementar planes que eduquen a la población en caso de que un tsunami llegue a nuestras costas”
La bióloga lanzaroteña, coautora del trabajo 'El tsunami de 1755 en el Parque Nacional de Timanfaya', presentó sus conclusiones en Mancha Blanca en el marco de las Jornadas de Geología de Timanfaya
Con un litoral “lleno de ciudades e infraestructuras”, Canarias “necesita un plan de evacuación" en caso de alerta por tsunami, un fenómeno altamente destructivo que “no es raro” en la historia.
Esta fue una de las conclusiones que la bióloga Esther Martín, conservadora del Museo de Ciencias Naturales de Tenerife (MUNA), compartió ayer durante las Jornadas de Geología que el Parque Nacional de Timanfaya, dependiente de la Consejería de Transición Ecológica y Energía del Gobierno de Canarias, ha organizado en el marco de un amplio programa de actividades que celebra los cincuenta años de su declaración como parque nacional.
En el litoral de Timanfaya se ha encontrado la primera evidencia geológica del tsunami que generó el gran terremoto de Lisboa de 1755. Hasta ahora sólo conocíamos sus efectos por las crónicas, que narran la destrucción de las salinas del Río, bajo el risco de Famara y la inundación de la ermita del puerto de La Luz, en Las Palmas.
Una pista puso sobre aviso a un equipo investigador: la identificación en la Punta del Cochino de unos bloques aislados de basalto de diferentes dimensiones que se localizan sobre las lavas de la erupción de Timanfaya (1730) y otro afloramiento en la punta del Volcán Nuevo, hallado bajo las coladas del último episodio eruptivo de Lanzarote (1824). Los bloques están imbricados y tienen políquetos como los que se hayan en los callaos de la costa, “dos rasgos típicos de eventos de oleaje extremo”.
Se estima que estos bloques fueron arrastrados por olas de dos metros y medio de altura que entraron 180 metros tierra adentro. “Debemos implementar planes que eduquen a la población de qué hacer en caso de que llegue un tsunami a nuestras costas porque no es algo raro”, explicó la científica conejera. “En otros lugares, como Chile, Argentina, Los Ángeles o San Francisco tienen planes de evacuación. Aquí se está intentando trabajar en el litoral del sur de la península porque allí la inundación sería terrible”, explicó Esther Martín, “pero en Canarias también lo necesitamos, porque tenemos el litoral lleno de ciudades e infraestructuras”.
Cabe recordar que el Plan Estatal de Protección Civil ante el Riesgo de Maremotos, aprobado en 2021, señala que los maremotos suponen en nuestro país “un riesgo de baja probabilidad”, pero de “alto impacto”.
El sendero original del litoral de Timanfaya, “perdido” por erosión
Los recientes cambios en el clima, “sin precedentes en los últimos miles de años”, son “generalizados, rápidos y se están intensificando”, contextualizaba ayer Juana Vegas, segunda ponente de las Jornadas de Geología y coordinadora del Equipo de Investigación en Patrimonio y Geodiversidad del IGME-CSIC. Esto ha provocado la casi total “extinción” de los glaciares de los Pirineos y el nivel más bajo de superficie de hielo ártico de los últimos dos mil años.
Otra de las consecuencias del cambio global se puede apreciar en el patrimonio geológico del parque nacional de Timanfaya: “En los últimos tres años hemos comprobado que el sendero original del litoral, que circula por encima del borde del acantilado, está totalmente erosionado y perdido, por lo que el parque nacional debe cambiarlo”.
Un equipo de trabajo está realizando una “cartografía geomorfológica” y un “catálogo de procesos activos en el litoral de Timanfaya” que permite plantear medidas de adaptación para los escenarios que plantea el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) para el próximo siglo. Asimismo, se está elaborando “una lista roja de los Lugares de Intereses Geológico de Canarias” para determinar cuáles están en riesgo de desaparición por el ascenso del nivel del mar.
Rayco Marrero es geólogo del IGME-CSIC en Canarias y una de sus líneas de investigación es la exploración del potencial geotérmico del archipiélago. En el Centro de Visitantes e Interpretación de Mancha Blanca analizó el “desafío tecnológico” y el “hito científico” que supuso el sondeo Lanzarote 1 realizado en 1977 a los pies de Montaña Rajada a más de 2.700 metros de profundidad, el más profundo realizado hasta la fecha en Canarias.
La perforación atravesó todo el edificio insular y los resultados “se aprovecharon para mejorar el conocimiento sobre el origen de Canarias”. Los primeros estudios científicos para estudiar el potencial geotérmico del archipiélago se desarrollaron a mediados del siglo XX cuando se identificó un área donde se registraban temperaturas de entre 300 y 600ºC a 15 metros de profundidad, “una de las anomalías térmicas a menos profundidad del mundo”.
Con un “sistema eléctrico en el que sólo un 20% de la producción eléctrica es sostenible”, Canarias necesita energías limpias de bajo coste, señaló Rayco Marrero. La geotérmica es una energía verde “que ocupa un territorio muy pequeño en relación con los megavatios que produce” y sería “un objetivo estratégico hacia la transición ecológica”.
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