Las últimas cifras oficiales arrojan que 25 personas se quitaron la vida en la Isla en un año, aunque según Gamas podrían ser el triple de no “maquillarse” los datos
Desestigmatizar el suicidio, primer paso para prevenirlo
Las últimas cifras oficiales arrojan que 25 personas se quitaron la vida en la Isla en un año, aunque según Gamas podrían ser el triple de no “maquillarse” los datos
En Lanzarote, el número de personas que ha perdido la vida suicidándose ha pasado de las seis de 2020 a las 25 muertes autoinflingidas en 2021, último año con cifras oficiales. En la actualidad, la Isla cuenta con una tasa de 16 suicidios por cada 100.000 habitantes, según el informe sobre la conducta suicida en Canarias del Gobierno autonómico, cifra que, sin embargo, sigue sin ajustarse a la realidad del problema, dado que según Gamas (Grupo de Ayuda Mutua de Afectados por el Suicidio), estas muertes representan en verdad el triple de lo que se refleja.
Tras años de lucha, la asociación Gamas ha logrado este año introducir el problema del suicidio en unos pocos centros escolares. Su objetivo: desestigmatizarlo como primer paso para prevenirlo. Aún así, el grupo continúa topándose con una alta reticencia a hablar de la muerte autoinflingida, en una sociedad que “maquilla” las cifras de defunción para evitar que afloren todos los casos, al tiempo que se carecen de recursos sanitarios y sociales para afrontar el problema y la salud mental.
“La salud mental sigue siendo la gran olvidada”, señala Marta Ceñal, presidenta de la asociación Gamas. Como madre de un joven que optó por quitarse la vida, reprocha lo poco que se “habla” del suicidio y la falta de información en el inicio de la adolescencia para que se pueda intervenir antes de que ocurra.
La ausencia de programas de prevención es otro de los grandes lastres. Este ha sido el primer año que Gamas ha podido introducir el tema en los centros educativos, a pesar de que la asociación, gestada en 2019, se registró en 2020. “Hasta este momento el tema ha sido tabú, nos han cerrado las puertas en todos los sitios”, dice Marta.
A raíz de la primera charla en el IES de Costa Teguise pudieron sortear las reticencias iniciales y alcanzar otros trece centros de secundaria de la Isla. Incluso han logrado que en la Consejería de Educación se lleguen a plantear la creación de un programa para la prevención del suicidio, al igual que ya se hiciera con el de acoso escolar y antes con el debate sobre la sexualidad.
Desde la asociación Gamas confían en que en el próximo curso puedan contemplarse planes de actuación para prevenir el suicidio adolescente en los centros educativos. Algo similar ocurrió con los programas de prevención sexual. “Una vez que descubren el efecto positivo que se genera, las administraciones, docentes, padres y madres pierden el miedo a hablar de ello”, comenta. “Hay que ser valientes y hablarlo y prevenirlo. La mejor manera es dando indicaciones en las escuelas e institutos a fin de que los jóvenes no se sientan solos y puedan hablar de sus sentimientos más profundos. Es necesario también enseñarles a que escuchen”.
En definitiva, se trata de dotar a la población juvenil de las herramientas necesarias para afrontar estas situaciones de tristeza para evitar que “tomen la peor de las salidas”. En opinión de Marta Ceñal, un adulto con tendencias suicidas ha sido un adolescente infeliz. “Durante el paso de los años las personas van acarreando todos esos problemas y cada vez se va aumentando la bola. Llega un momento que ya no aguantan más y tampoco saben a quién recurrir o cómo y terminan tomando esas drásticas decisiones”.
Uno de los principales problemas a los que se enfrentan desde la asociación Gamas es desestigamatizar la palabra “suicidio”. Un vocablo que apenas se reflejaba en las páginas de los medios de comunicación hace unos años y que, gracias a la difusión de las redes sociales, y el cambio de concepción primigenio por el que se creía que era mejor callar para evitar el efecto dominó de estos sucesos se está perdiendo el miedo a pronunciar una idea que se concebía como “tabú”. “Ahora la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda hablar de la prevención del suicidio”, recuerda Marta.
“Es uno de los duelos más complicados porque se suma la culpa”
La presidenta de Gamas señala que es necesario que se conozcan los recursos al alcance de las personas con tendencias suicidas a fin de evitar un trágico final. Así, recuerda que está disponible el número de teléfono 024, una línea abierta a la escucha las 24 horas del día atendida por psicólogos. De igual forma, existe un chat de WhatsApp, un correo electrónico, una aplicación gratuita y otras herramientas donde de forma anónima las personas afectadas puedan recibir ayuda.
En Lanzarote, también están abiertas las puertas de la asociación que, a pesar de no contar con sede física, mantiene desde sus inicios una reunión semanal vía Zoom donde, de forma anónima, se charla sobre el problema del suicidio. Marta Ceñal lamenta que “por desgracia” quienes llegan a la agrupación suelen ser familiares que han vivido en primera persona una situación de suicidio en su entorno. “Es uno de los duelos más complicados porque se suma la culpa de no haberte dado cuenta”, comenta con tristeza.
“Aunque los familiares no son los culpables de la decisión que toman las personas que optan por suicidarse, qué padre o madre no se echa la culpa de la muerte de un hijo cuando es por suicidio. De eso queremos hablar y nos parece importantísimo como testimonio darlo a conocer a la luz pública para que se pueda hablar de ello sin miedo”, señala la también madre que ha sufrido la pérdida de un hijo por la lacra del suicidio.
Cifras exactas
Otro de los objetivos de Gamas es lograr que las cifras difundidas en torno a la muerte autoinflingida sean “exactas”. “Se envuelve y se maquillan muchas de las cifras, tanto en hospitales como en suicidios de la tercera edad”, comenta Marta en relación a los datos oficiales y que, en su opinión, podrían elevar al triple los fallecimientos que figuran en las estadísticas. Pone un ejemplo: “Solo en la Comunidad de Madrid, a diario se producen nueve suicidios”, lo que ofrece una idea de la dimensión real del problema y de que las 4.003 muertes reflejadas en el informe oficial de defunciones a nivel nacional en 2021 no cuadran. “En numerosas ocasiones si no ha habido previamente una indicación o una carta no se cuenta como suicidio”, reprocha la presidenta de Gamas.
Marta Ceñal, presidenta de la asociación Gamas. Foto: Archivo.
“La salud mental es un campo que está totalmente abandonado por la Administración”
En ocasiones, con la ocultación se pretende evitar un mal mayor, como el de cargar con el sentimiento de culpa a las familias. “Ciertamente, tras un suceso traumático como este, se suele juzgar al entorno familiar. No hay que ir muy lejos. Tras el dramático caso de las hermanas mellizas de Oviedo que fallecieron al precipitarse desde el balcón de su domicilio se comentó que se trataba de un familia desestructurada, de padres separados, o bien se atribuye a problemas económicos o de drogadicción. No tiene nada que ver, hay suicidios en todos los ámbitos e índoles sociales, tanto económicos como familiares”.
También reclaman desde Gamas una apuesta decidida de las administraciones por la atención pública en salud mental. “Es un campo que está totalmente abandonado”. Reprocha que antes de las elecciones todo el mundo llama a la asociación para consultar sus demandas con la promesa de atenderlas, pero que una vez que alcanzan los círculos de poder en los que tomar las decisiones “se olvidan y hay que ir a tocarles a la puerta para recordarles lo que dijeron que iban a hacer”.
Más especialistas
Desde Gamas abogan por la dotación en los centros educativos de psicólogos especialistas en suicidio. “Hasta ahora, en la carrera de Psicología no se trataba apenas este tema, se abordaba en una o dos asignaturas y algún máster. Especialistas como tal solo son los psicólogos clínicos, aquellos estudiantes que tras graduarse en Psicología deben aprobar una oposición para entrar en el Hospital”.
Marta Ceñal cree que aún queda mucho camino por recorrer en el ámbito de la salud mental para la prevención del suicidio: “Hasta que no pasen unos años y salgan jóvenes más preparados para atender la especialidad, en una sociedad donde ya se entienda este problema como algo normalizado, no se avanzará mucho más para que los programas en los centros educativos alcancen no sólo al alumno, sino también al profesorado, a fin de que sepan cómo actuar ante posibles señales que alerten de la conducta suicida, o a los propios padres”, un programa que debe estar regulado por las altas instancias.
Al respecto, menciona que las charlas que han podido desarrollar hasta el momento en los centros educativos de la Isla concluyen con el visionado de un documento gráfico producido por la prestigiosa Clínica Mayo de Estados Unidos en el que se puede ver a varios adolescentes exponer varias de las señales que podrían alertar sobre una conducta suicida a fin de que padres o educadores sepan cómo actuar y confieran al tema la relevancia que debe tener.
En definitiva, hablar sobre el suicidio es la mejor manera de evitarlo. Lo importante es que la sociedad sea consciente de que las personas con tendencias suicidas “no quieren vivir” porque están padeciendo un sufrimiento interno tremendo y no lo desean transmitir, concluye Marta Ceñal.
En 2021 en Canarias se registraron 230 muertes por suicidio, un 10 por ciento más que en 2020, cuando 208 personas se quitaron la vida en el Archipiélago, según el informe sobre conducta suicida en Canarias 2007-2021 del Gobierno de Canarias. Lo que supone una tasa de 10,58 suicidios por cada 100.000 habitantes, siendo la tercera comunidad autónoma con la mayor tasa, detrás de Asturias y Galicia, que tienen tasas de 12,8 y 12,5 por 100.000 habitantes, respectivamente. “Especialmente preocupante resulta el aumento de los suicidios entre la población joven canaria”, según resalta el informe.
En la actualidad, Lanzarote cuenta con una tasa de 16 suicidios por cada 100.000 habitantes
Así, en 2021 fallecieron por autolesiones 22 personas menores de 30 años, de las que dos tenían menos de 15 años. Esta cifra representa un aumento de un 57 por ciento respecto a los suicidios notificados entre menores de 30 años en los doce meses previos, en los que se quitaron la vida 14 jóvenes, uno de ellos menor de quince años. La lesión autoinfligida intencionalmente por ahorcamiento, estrangulamiento o sofocación ha supuesto el 49,2 por ciento de los casos en la última década (1.353 de 2.751), y la lesión autoinfligida intencionalmente al saltar desde un lugar elevado, el 25,7 por ciento. Y son los hombres los que ocupan el ranking de suicidios. De los 230 que se produjeron en 2021, 169 corresponden a personas de género masculino frente a los 61 llevados a cabo por mujeres.
En Lanzarote, el número de suicidios pasa de seis en 2020 a 25 en 2021 y en la actualidad cuenta con una tasa de 16 muertes por lesiones autoinflingidas por cada 100.000 habitantes. En Fuerteventura las estadísticas reflejan un descenso del número de muertes por lesiones autoinflingidas en 2020, año en el que se contabilizaron diez suicidios frente a los cinco de 2021 lo que representa un descenso de la tasa del 8,35 al 4,18 casos por cada 100.000 habitantes.
A pesar del incremento de las muertes por suicidio entre la población juvenil, el informe considera que “existe una tendencia a mayores tasas de suicidio a mayor edad”. Las tasas de menores de 15 años y de 15-19 años se encuadran aún en un rango bajo. Considera además que se ha producido un incremento marcado en la tasa de suicidio a partir de los 40 años. “En particular -señala- hubo tasas encuadradas en un rango alto en las franjas de edad de 60 a 69 años y 70 a 79 años”.
Comentarios
1 Chino Mar, 25/07/2023 - 15:41
2 Al Chino Mar, 08/08/2023 - 17:11
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