ENTREVISTA

Asunción González, maestra centenaria: “La profesión de enseñar, realizada con abnegación y espíritu de servicio, es casi sublime”

Desde 1961 hasta su jubilación fue maestra en el que hoy es el CEIP La Destila

Doña Asunción cumplió 100 años el 4 de febrero de 2021.
José Juan Romero 5 COMENTARIOS 04/02/2021 - 20:01

Cumple el siglo de vida lúcida y sana. Testigo de la historia de este país, desde las aulas de su León natal (Vegas del Condado), Picos de Europa, Vigo y, desde 1961, en las del CEIP La Destila (antes denominado Generalísimo Franco). Más de 40 años de docencia, hasta su jubilación en 1987, y miles de historias que completan una visión privilegiada sobre la vida en España desde 1921. Fuerte y luchadora, afrontó la viudedad en 1962 con 41 años y tres hijos pequeños. Se sobrepuso con carácter y trabajo, escribiendo una historia ejemplar como profesional, madre y ciudadana.

-¿Cómo se siente al alcanzar la edad a la que a todos nos gustaría llegar?

-Muy satisfecha, pues a pesar de haber trabajado mucho y sufrir desgracias importantes, las he ido superando y ahora gozo de buena salud y no me doy cuenta de lo mayor que soy. Estoy muy contenta de haber permanecido en Lanzarote y haberme hecho hija adoptiva. Ahora, por el centenario, teníamos en proyecto hacer una gran celebración con la familia, amigos, compañeros de juego, incluso venía gente de Península, pero esta desgracia de la pandemia ha dado al traste con todo.

-Usted que ha visto casi todas las caras de la vida, ¿qué opina de la realidad actual originada por la pandemia de la COVID?

-Que es muy triste y lamentable. No entiendo cómo, siendo España un país democrático y constitucional, nuestros representantes siguen haciendo política y no se unen para solucionar juntos esta horrible plaga.

-Ser maestra es más que una profesión. En su caso particular, ¿qué aspectos de este oficio han marcado su forma de ser y de ver la vida?

-Ser maestra me ha beneficiado y marcado. La escuela, enseñar a los niños... Siempre me gustó mucho. He sido feliz con mi profesión y he obtenido buenos frutos. Me ha ayudado a ser más justa y ayudar a los más débiles. Esta profesión, realizada con abnegación y espíritu de servicio, es casi sublime. Si volviera a nacer, volvería a ser maestra.

-¿Qué consejos más importantes para ejercer su profesión recibió de su madre y de otras maestras que admiró?

-Mi madre siempre se opuso a que fuera maestra, porque decía que era una profesión muy sacrificada. Fue mi padre, que era secretario de ayuntamiento, quien me preparó para el ingreso en el instituto. Hice un bachiller de siete años muy exigente, que culminaba con la prueba de estado en la universidad, que no era fácil de aprobar. Entonces había muy pocas universidades. Aprobé en junio de 1942 y en septiembre me presenté por libre al curso para hacerme maestra, aprobé todo con buenas notas. Mi padre se negó a darme permiso para casarme, que antes era necesario, hasta que no tuviera la plaza en propiedad. Mi marido no quería que yo ejerciera de maestra y decía que el sueldo de magisterio solo daba para vivir los ocho primeros días del mes. He agradecido mucho a mi padre esta exigencia. Todos los compañeros y compañeras de Lanzarote se portaron muy bien conmigo, los recuerdo con mucho cariño. No quiero dar nombres porque la lista es muy larga y temo olvidar alguno.

-El carácter del docente en el aula, como lo tuvo usted, que manejaba clases con más de 30 adolescentes, ¿nace o se hace?

-Creo que en parte se nace. Hay que trabajar mucho. La justicia y equidad en el aula son fundamentales. Tratar a todos por igual, sin diferencias de ningún tipo, animando a los más tímidos y frenando a los más lanzados. Así se les enseña a ser justos. Siempre decía a los alumnos que aprobaban o suspendían ellos mismos, les hablaba de lo mínimo que había que saber para aprobar. Me lo podían demostrar hasta el último día del curso.

-Ejerció como maestra de matemáticas y de ciencias, con éxito, como se lo reconocía el profesorado del instituto al que iban sus alumnos. ¿Cuál era su receta para que estas materias duras para la mayoría del alumnado fueran más asequibles?

-Trataba de explicar de modo sencillo, haciendo muchos ejercicios. Casi todos los alumnos salían a la pizarra. Eran los propios compañeros los que calificaban a cada uno. Yo supervisaba para que no hubiera favoritismo de ningún tipo.

-Fue pionera en los viajes de fin de curso. ¿Qué importancia tienen estos desplazamientos para el alumnado insular según su experiencia?

-Son muy importantes, pues les estimulan y adquieren seguridad para relacionarse y saber estar. Para el alumnado constituye un gran acontecimiento. Lo recuerdan siempre como una de las grandes cosas de su vida escolar. He estado de viaje de estudios en Galicia, Madrid, Tenerife, La Palma, La Gomera... Todos los años los alumnos pedían el viaje desde principio de curso, prácticamente me lo exigían.

-Es conocida la anécdota suya de una gestión ante el rey Hussein de Jordania, durante una de sus estancias en la Isla, en la que le solicitó y consiguió una ayuda para uno de sus viajes escolares. ¿Cómo tuvo ese impulso? ¿Cómo surgió esa iniciativa? ¿Tiene alguna otra anécdota parecida?

-Le pedimos audiencia y fuimos a visitarlo a Las Maretas. Tanto él como la reina nos recibieron muy bien, los alumnos y alumnas fueron con guitarras y cantaron canciones populares canarias. La prensa nacional se hizo eco de esta visita. A los pocos días, vía Delegación del Gobierno, nos dio un cheque de ayuda para el viaje de estudios, que recogimos tres alumnas y yo. También las alumnas de mi tutoría, cuando vino el presidente Adolfo Suárez a visitar Lanzarote, redactaron una carta para entregársela, pidiendo ayuda para el viaje de estudios a la Península. Como la escolta no lo permitía, durante la visita al Ayuntamiento de Arrecife las alumnas se la metieron en un bolsillo de la chaqueta. Nos ayudó mucho, puso a nuestra disposición una guagua, con la que recorrimos toda Andalucía. Estuvimos ocho días en una residencia de Marbella. También fuimos a Ceuta. En otro viaje fuimos a Madrid, nos alojamos en el Colegio San Ildefonso, el de los niños que cantan la lotería. Nos recibió el alcalde Enrique Tierno Galván, estuvo muy amable. Nos regaló entradas para los museos y para el parque zoológico.


En una clase en 1964.

“Mi padre no me dio permiso para casarme hasta que tuve la plaza en propiedad”

-¿Ha recibido algún reconocimiento como profesional de la educación?

-En 1969 fui elegida, tras una fase previa, Maestra mujer ideal representando a Canarias. Fui a la fase nacional en Madrid; allí conocí a los entonces príncipes de España, Juan Carlos y Sofía, también a las autoridades de la época. Los coordinadores del concurso eran Covadonga O´Shea y Manolo Martín Ferrand.

-El cambio de Vigo a Lanzarote en 1961 tuvo que ser impactante. ¿Se imaginaba una España tan pobre como esta isla en aquel entonces? ¿Qué referencias tenía de Lanzarote?

-No tenía ninguna referencia, solo la geográfica, que decía que era una isla muy árida, y a mí, que nací en León y venía de Galicia, llenas de vegetación, ciertamente me impactó. La falta de agua me llamó mucho la atención. Pensaba estar uno o dos años, por necesidades del negocio pesquero de mi marido. Se me bajaba mucho la tensión por este clima. Mi marido falleció en 1962, pensé marcharme a mi tierra en León, pero tuve que permanecer en la Isla por gestiones del negocio pesquero. Me fui adaptando, los compañeros se portaron muy bien, mis hijos se hicieron mayores y ya no se querían marchar.

-Usted ha conocido con profundidad la isla pobre y la isla rica. ¿Qué es lo mejor y lo peor de cada una de ellas?

-Cuando se inauguró el colegio Generalísimo, en 1961, muchos niños iban a clase descalzos, las niñas iban algo más arregladas. No había droga, apenas robos, se podía incluso tener la puerta de casa abierta sin peligro. La falta de agua y árboles me impactó mucho. La gente era buena y acogedora. El Lanzarote rico es totalmente diferente, un cambio muy importante. La Isla es otra, casi un vergel, le debemos mucho al genio de César Manrique. La gente viste, viaja y alterna como en los países más desarrollados, pero he visto morir a algunos de mis alumnos por la droga, cosa que es muy triste.

-Ha declarado que la canasta y juegos como el bridge, junto a la vida social que esas aficiones llevan consigo, le ayudaron a superar un duro golpe en su vida. Mirando atrás, a todo ese tiempo de entretenimiento y buenas amistades, ¿con qué palabras recomendaría esos juegos a alguien ajeno a ese pasatiempo?

-Los juegos no lucrativos desarrollan las facultades mentales, hacen amigos, mantienen la ilusión y las ganas de vivir. En casa de mis padres siempre se jugó a las cartas en las sobremesas. Cuando mis hijos se hicieron mayores y me jubilé, ocupé mi tiempo en catequesis y en estas actividades.

-Recientemente, su hijo Eduardo Núñez se ha jubilado. ¿Cómo valora su trayectoria y, dígalo con humor, qué consejos suyos ha visto usted que ha llevado a cabo de la mejor manera?

-Es muy trabajador, siempre ha estado muy comprometido con sus responsabilidades. En su última época como director del CEP de Lanzarote, le decía que lo único que le faltaba era llevar la cama y dormir en el despacho.

LA JUBILACIÓN DE SU HIJO EDUARDO

Eduardo Núñez estudió matemáticas, especialidad ciencias de la computación, en Madrid. Siempre quiso ser docente. Comenzó a trabajar, como profesor de matemáticas e informática, a finales de los 80 en el IES Agustín Espinosa de Arrecife. Participó en la informatización del centro, con no pocas resistencias, pues los ordenadores eran máquinas nuevas y había un cierto miedo. Después de nueve años en el IES Yaiza y varios cursos como coordinador de Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en la Isla, y tras 11 años en la dirección del CEP, regresó a su primer instituto, donde se jubiló, comprobando con satisfacción cómo la apuesta inicial por la informática de los 80 continúa de manera destacada en ese centro.

Comentarios

Yo viví todas esas aventuras con Doña Asunción, genio y figura, la visita al Rey Hussein, el viaje a Madrid con hospedaje en el colegio San Ildefonso tal cual, era única, me alegro que siga tan guapa como siempre, mucha salud, felicidades!
Me he quedado totalmente sorprendido. Asunción era muy amiga de mi madre, fallecida hace más de 24 años. Yo nací en Lanzarote y viví hasta los cuatro años en la isla. Después nos vinimos a la península, a Cuenca, concretamente. Pero mi madre continuó la amistad con Asunción. Me gustaría contactar con ella. Mi madre era Yolanda y vivíamos también en las casas de los maestros del colegio Generalísimo Franco, luego La Destila.
Muchas gracias por tu buen recuerdo, me da mucha alegría. Un abrazo.
Para Manuel Ruiz-Gomez, Manolin, para contactar con la centenaria envia correo a enungon@gmail.com
Para Manuel Ruiz-Gomez, Manolin, para contactar con la centenaria envia correo a enungon@gmail.com

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