
Del tingo al tango
Sentada en un avión, mi reloj inteligente vibra. Me ordena que "camine". En su imperativo, ignora lo más esencial de este instante: no piso tierra firme. Además, el señor sentado a mi derecha, junto al pasillo, dormita. No voy a molestarlo para dar cuatro pasos. La IA no tiene empatía, solo nos vigila.
Leo en redes sociales que una turista madrileña no volverá jamás a Canarias porque no pudo sacar una bonita foto del Teide por la calima. La turista sufrió lo que llaman "Síndrome de París": malestar psicológico, decepción, que padece una persona al visitar un lugar y compararlo con la publicidad. Las imágenes de internet empiezan a ser más valoradas que las reales.
"Caminamos irremediablemente hacia la ignorancia", dijo Saramago. Y no se equivocaba. Las pantallas están provocando un ambiente muy pobre para el desarrollo cerebral. Lo explica genial la psicóloga Lola López Mondejar en su acertado y novedoso ensayo titulado "Sin relato".
En varias partes de la selva tropical, las mariposas están perdiendo su color para mimetizarse con el color gris de la selva quemada. Para la periodista Eliane Brum: "Los devoradores de selva se están comiendo el color de las mariposas". La IA, devoradora de cerebros, se está comiendo nuestra materia gris.
Pienso en mi vecino el relojero, cómo estará llevando eso de que los relojes se carguen enchufándolos a la red eléctrica. Ya no es necesario cambiar pilas, ni arreglar retrasos. Su clientela se habrá reducido enormemente y, por ende, sus ingresos. La tecnología, devoradora de empleos tradicionales, está agrisando el mercado laboral. La IA no tiene compasión.
Los varones negros, sabiendo que llevar gafas mejora la percepción que los blancos tienen de ellos, han recurrido a usarlas, aunque no las necesiten. Dice Richard V. Reeves: "Recurren a gafas innecesarias, no para vernos a nosotros, sino para que nosotros los veamos a ellos". Me pregunto cuántas gafas se han vendido en Estados Unidos tras la llegada de Trump.
"La supremacía masculina, como la supremacía blanca, es producto de la neurosis de una sociedad inmadura", dijo el historiador Arthur Schlesinger. Cuando veo a Milei y a Elon Musk jugar con sus motosierras, no veo a seres humanos. En el proceso de humanización de estos, algo se esconchó.
La llegada de Trump a la Casa Blanca fue escenificada con una "performance" en la que las plumas estilográficas fueron lanzadas a la arena del circo mediático tras la firma de cada ocurrencia. El populista Trump tira las plumas en un gesto de usar y tirar, de usar y tirar a la humanidad. La pulsión por el poder necesita el espectáculo. Puro narcisismo.
Rob Riemen, filósofo y escritor, está en contra de utilizar el término "populista" porque entiende que es una forma de no aceptar el regreso del fascismo. Corrijo: El fascista Trump tira las plumas en un gesto de usar y tirar, de usar y tirar a la propia humanidad.
Al parecer, "fascismo" tiene el mismo origen etimológico que fascinación, que proviene de "fascinus", que significa, personificación del falo divino en la Antigua Roma. Trump muestra al mundo entero su "falo divino". Su narcisismo lo condena a una erección perpetua de violencia y odio. Su vídeo de la Gaza turística es demencial. Un falo divino no necesita pedir disculpas.
Del tingo al tango, este mundo se está deshumanizando.











Comentarios
1 Lara Sáb, 01/03/2025 - 11:05
2 Jose luis Dom, 02/03/2025 - 08:32
3 Kickback Dom, 02/03/2025 - 08:49
4 Jp Lun, 03/03/2025 - 10:46
5 Myriam Ybot Lun, 03/03/2025 - 12:03
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