“Salvando el dicho recurrente de que buenas y malas personas hay en todos los lugares y otros por el estilo, en Argana la vida es como en cualquier otro lugar, pero con una lamentable ausencia de espacios para el desarrollo y el ocio tanto cultural como deportivo: jardines y equipamientos, lugares de encuentro, habitabilidad y accesibilidad, seguridad y tranquilidad por sus espacios públicos, etcétera”.

Acaba de salir a la luz la publicación Argana Cuenta. La cultura en un barrio en los márgenes, que es fruto de encuentros del autor, José Luis Asencio, con vecinos y vecinas del barrio y también del análisis de la situación del barrio. “Argana es un ejemplo de abandono sistemático y de generación colectiva de la conciencia de ese abandono”, dice el autor, que ya presentó el año pasado un vídeo sobre este mismo trabajo y que ahora aparece en forma de libro, encargado de la Viceconsejería de Cultura y Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias.

Asencio considera que el trabajo puede servir como diagnóstico para generar unas propuestas para el barrio: “La transformación puede empezar por cualquier sitio, pero en el ámbito cultural hay muchos cauces, se pueden hacer muchas cosas”.

Propone que pueda servir como punto de partida para crear una coordinadora cultural con capacidad para organizar uno o varios encuentros, o un festival. Se pregunta sobre la famosa multiculturalidad, qué hacer con esta situación que pueda mejorar la vida de la gente.

El barrio de Argana Alta arrastra varios estigmas: a sus alumnos los señalan en institutos de otros barrios y se ha instalado la denominación de ‘Arganistán’. Sin embargo, los vecinos lo sostienen y los datos lo ratifican: en Argana no hay graves problemas de convivencia ni de marginalidad. El problema es la ausencia total de infraestructuras.

En la primera reunión donde se propone dar el paso hacia la coordinadora cultural hay representantes de tres asociaciones: Manos que no dais, qué esperáis; Argana Viva y la asociación de Guinea Ecuatorial. Faltan algunas asociaciones más. Ricardo Ballesteros, de Argana Viva, señala que “aquí hay menos espacios que en ningún sitio, es que no hay nada”.

Le preocupa la gente joven del barrio: chavales desmotivados que no encuentran su primer empleo, y la falta de alternativas. Propone crear un instituto de FP Dual y recuerda que hay más alumnos que plazas en el barrio. Hay 700 plazas y más de 2.000 jóvenes en edad escolar, así que muchos niños y niñas van a clase a otros barrios.

Para Margarita Gutiérrez, de ‘Manos’, decir que los niños de Argana son malos es “una generalización absurda” a la que no hay que hacer caso. “Conflictos hay en todos los barrios, y yo vivo muy tranquila, pero hay que desarrollar espacios”.

Ballesteros apunta que la zona nueva comercial no está en Argana Alta, y que tampoco es para el barrio, donde no hay ni un cajero: “Esto no es agradable porque no lo hacen agradable, es que no hay nada que llame la atención, pero no es por su gente”.

Maribel: “No será por falta de proyectos, pero no se pueden poner parches”

Maribel Witter es de la asociación de Guinea Ecuatorial. Habla de muchas familias en mala situación económica, muchas de ellas monomarentales y con falta de apoyo familiar o de motivación. Dice que “se transmite la apatía”.

Los tres hablan de la necesidad de compartir algo con otros barrios. Dicen que el llamado campo de fútbol de Argana es para Titerroy y señalan que también se trata de que personas de otros barrios se acerquen a Argana, pero que de momento no es posible.

¿Qué hay que ver en Argana? Si no hay nada, ¿a qué viene la gente aquí?, se preguntan. A nada. Compartir consiste en que llegue la gente al barrio y que no siempre tengan que bajar los vecinos a Arrecife.

Proponen actividades como batallas de gallos (rap), canto, baile, discoteca joven o teatro: “Si nos dejan planificar, podríamos aprovechar algún espacio, aunque lo primero es pedir espacios”, aducen.

Margarita dice que en su asociación hablan mucho con los chicos y que muchos de ellos querrían participar en lo que fuera. Dice que el deporte les une, como ocurre en Argana Baja. De hecho, ahora en el barrio hay un club de baloncesto con más de 80 chavales.

Frente a eso, no hay más espacios. Los colegios son las únicas infraestructuras culturales y deportivas de un barrio con más de 10.000 vecinos. La única canasta la puso una vecina en una pared del polideportivo, que sigue cerrado.

Transporte

Y después está el problema del transporte. Para Maribel, “la guagua es un suplicio, tardas una hora en llegar desde el centro”. Margarita dice que su hijo va a trabajar a Puerto del Carmen y sale casi tres horas antes, porque tiene que ir caminando a la estación: “Cambiaron el horario, lo adelantaron para la gente que entra a las siete de la mañana, pero es que no hay conexiones”.

Tampoco hay suficientes paradas. Si se llega desde San Bartolomé hay que parar en el Hospital y desandar el camino. “Dijeron que iban a poner dos paradas de guaguas, en la farmacia y en el hospital, y no lo han hecho”, señalan.

También hay una parada fantasma en la rotonda de la carretera de San Bartolomé. “Las personas mayores se cansan de esperar la guagua, se te va el día entero”, dicen.

Asencio dice que hay proyectos y trabajos desde hace años. Hay maquetas de parques intergeneracionales desde 2010, bioesquinas, caminos del agua, Argana más alta y otros proyectos, pero, aparte de que no se han llevado a cabo, advierte de que, si se monta una infraestructura sin más, sin contar con nadie, “estará rota a los pocos días”.

Maribel dice que “no será por falta de proyectos”, pero habla de que no se pueden poner parches sin una estrategia. Ballesteros insiste en la falta de acondicionamiento: “es que no hay donde caminar, no te encuentras vecinos andando porque no se camina”. Y, sin embargo, todos coinciden en que entre la vecindad hay convivencia y hay tolerancia: las dos cosas.