La realidad es de otro color
Con el permiso de un crack como Rodri Hernández, la sensación española de la Eurocopa 2024 ha sido Lamine Yamal. El chaval de 17 años, recién cumplidos un día antes de la final, sigue batiendo récords de precocidad jugando al más alto nivel, una maravilla para los apasionados del buen fútbol, entre quienes me cuento.
Yamal se llama Lamine, no Francisco, ni Juan Carlos, ni Felipe, ni Santiago, ni ningún otro nombre que nos suene muy español. El mundo cambia. Busqué la foto de la Selección francesa del Mundial España 82 y a duras penas aparece el defensor Marius Trésor, nombrado por Pelé como uno de los grandes en su lista FIFA 100 en 2004, y algún otro jugador de raza negra. Los demás, todos ‘blanquitos’.
Y si vemos la foto de la titular de Francia en el partido de esta Eurocopa contra España, donde los flamantes Les Bleus quedaron eliminados sufriendo las pillerías del ‘pelao’ Lamine, solo aparecen alineados dos jugadores blancos: Theo Hernández y Rabiot, que tuvo la torpeza de picar al niño antes de enfrentarlo en semifinales con tan mala fortuna para Adrien, que precisamente sale retratado en la foto comiéndose uno de sus amagues en el golazo que Lamine zampó por la escuadra.
Lamine es catalán de origen africano, nació en Esplugas de Llobregat, de padre marroquí y madre de Guinea Ecuatorial. El deporte no es ajeno al fenómeno migratorio y los cambios, en una sociedad de movilidad exponencial, especialmente motivada por la pobreza, expoliación de recursos por parte de países ricos a pobres y las guerras que están provocando muchas más desigualdades, son imparables.
Aparte de las relaciones por el pasado colonial con Estados que hicieron suyos personas y territorios ajenos en África, en el fútbol europeo, por citar una actividad - negocio de masas que factura ingentes cantidades de dinero, la presencia de jugadores negros es mayor por la llegada de inmigrantes en busca del sustento de vida. Pura supervivencia.
En España también tenemos el caso de otro jugador muy joven de la Roja, Nico Williams, nacido en Pamplona de padres de Ghana, que hasta detenidos estuvieron en Melilla tras saltar la valla después de una penosa travesía a pie por el desierto del Sáhara en busca de Europa.
Nico y Lamine están siendo víctimas de ataques racistas intolerables en redes sociales por energúmenos xenófobos que no quieren “moros” en la Selección y que argumentan que “es mejor perder con blancos que ganar con negros”, se cuentan entre los ataques más suaves.
Es el pasado de personajes públicos y el pasado y presente negro de cientos de miles de personas “sin papeles” como los que siguen llegando a Canarias a bordo de precarias embarcaciones. En medio de todo el alboroto por la final de la Eurocopa, el Gobierno de España, coalición PSOE y Sumar, reunió en Tenerife esta pasada semana a las Comunidades Autónomas para intentar alcanzar un principio de acuerdo de cara a la reforma de la Ley de Extranjería pactada con el Gobierno de Canarias (Ejecutivo que sustentan los partidos Coalición Canaria, PP, Agrupación Socialista Gomera y Agrupación Herreña Independiente) por la crisis migratoria en las Islas y el desembarco de cientos de niños y niñas inmigrantes acogidos en carpas improvisadas ante el colapso de los centros. Canarias atiende a 6.000 menores inmigrantes y no puede más.
La propuesta, que sigue en el aire, es que la acogida por parte de las comunidades autónomas españolas pase de voluntaria a obligatoria cuando una comunidad, como es el caso de Canarias, supere el ciento cincuenta por ciento de su capacidad de atención y albergue. Claro, no podía faltar la postura “solidaria” de la derecha ultra española avisando que los gobiernos regionales estaban “amenazados por el intento de repartir inmigrantes ilegales por el territorio nacional”.
Salida humanitaria al basurero y Vox, fiel a sus principios xenófobos, rompió los cinco gobiernos autonómicos que mantenía con su socio natural de derechas, el PP, por no utilizar, según justifican, todos los medios políticos y legales para evitar el reparto de menores inmigrantes no acompañados. De momento, no hay acuerdo ni mucho menos una solución clara, así va España.
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