Alex Salebe

Medios alternativos

Después de muchísimo tiempo regresé esta semana a la Universidad Autónoma del Caribe, el alma mater donde estudié periodismo en la ciudad de Barranquilla, y lo hice por dos motivos: asistir al  5.º Encuentro Regional de Medios Alternativos, Comunitarios y Digitales, que de pura casualidad me cuadró en mi última semana de vacaciones en Colombia, y conversar con el rector de la Autónoma, Jorge Enrique Senior, quien como científico participó del magazín cultural televisivo Frecuencia Intermedia del que fui productor a principios de los noventa con emisiones semanales en el canal regional Telecaribe.

Sigo medios alternativos de Colombia como lo hago en España para tener una visión amplia y crítica de la realidad y tomar equidistancia de la basura informativa que nos pretenden colar grandes medios de comunicación a punta de narrativas tendenciosas y mentiras repetidas que presentan sin pudor como verdades absolutas.

Sé lo que se está cocinando en Colombia con una clase política tradicional corrupta y dominante durante doscientos trece años que todavía no acepta la derrota que le propinó en las urnas en 2022 el primer presidente de izquierda del país, Gustavo Petro, y eso que se proclama como defensora de la democracia, una de sus tantas incongruencias.

Durante esta visita a mi país hice el ejercicio de leer a primera hora de la mañana algún pasquín de Barranquilla disfrazado de periódico y sintonizar las emisiones nocturnas de los informativos  de dos grandes cadenas de la televisión nacional. Sorprendido por lo que estaba viendo, tuve la osadía de comentarle a un buen amigo una noticia de una de ellas y solo me respondió: “la otra es peor, son unos degenerados”, y corto se quedó.

Tal es la bestialidad desinformativa de los medios afines a los poderes económico y político tradicional en Colombia que España es una dulce princesa de manipulación ante la guerra mediática cognitiva que vive la República.

El último estudio detecta que el 80 por ciento de la audiencia está concentrado tan solo en cinco grandes medios de comunicación, todos entregados  a ellos, y en el peor de los casos, porque la mayoría son directamente de su propiedad. Todo este escenario me animó a participar del encuentro de medios alternativos donde conocí y escuché a un par de youtuber colombianos dedicados al periodismo de investigación que suelo visualizar periódicamente.

Coinciden varias voces que Colombia viene de muchísimos años de violencia de Estado como factor de dominación, normalizada por buena parte de la población, que incluso siendo pobre o muy pobre, se adhiere a esos intereses históricos de amasar más fortuna a costa del bienestar de la sociedad.

El discurso del miedo se repite cada día en los medios colombianos, que si va a volver la violencia, como si algún día se hubiera ido, o es que ya nos olvidamos del paramilitarismo, de los crímenes de Estado, del asesinato de más de tres mil militantes del partido Unión Patriótica o del asesinato de 6.402 civiles inocentes presentados como guerrilleros muertos en combate durante el mandato del expresidente Álvaro Uribe Vélez, por no recordar el clientelismo y casos escandalosos y multimillonarios de corrupción.

Ahora resulta que hasta hace dos años éramos el mejor país del mundo y desde hace dos años somos lo peor.  Por qué los medios tradicionales no investigan las arremetidas violentas actuales, quiénes podrían estar detrás de ellas o analizar las hipótesis de sus motivos. ¿Por qué no se analiza la vía de la desestabilización?

Los medios alternativos proponen elevar el nivel de investigación y crítica y un uso mucho más responsable y creativo de las nuevas tecnologías para combatir la desinformación, aunque también exigen a la población más lectura, estudio y análisis, un problema estructural de falta de educación difícil de resolver de un día para otro. También reconocen falta de cohesión entre ellos y ausencia de una red que pueda medio contrarrestar el bombardeo de los medios poderosos.

El campo de batalla ahora está en el pensamiento de la gente así que la cantidad de estupideces, medias verdades o mentiras son una estrategia definida para reconquistar el poder. Apostarán por cualquier muñeco o muñeca que les baile su cumbia, por ahí, ya hacen sonar a Vicky Dávila, directora de la Revista Semana, experta en terrorismo mediático, que de presidenciable no tiene nada, aunque creo que es un globo lanzado a ver si suena la flauta.

De esta columna, lo único que me arrepiento es de haberla escrito en un lugar verde e idílico cerca del Parque Natural Tayrona, en la ladera de la bella Sierra Nevada de Santa Marta, en el norte del país, un espacio seguramente para escribir de otras temáticas más esperanzadoras e ilusionantes.

 

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