Acuicultura, un alivio para los mares o una forma más de seguir saqueando los recursos naturales
El saqueo sistemático de los recursos naturales de los países pobres por parte de un sistema económico internacional que beneficia a unas élites y a grandes empresas es intolerable más aún cuando se trata del saqueo de su recursos alimenticios.
En un mundo capitalista donde prima el beneficio empresarial, ciertas actividades económicas deben estar reguladas por normas internacionales que prohíban hacer negocio con el hambre de los países más desfavorecidos y a nosotros como ciudadanos nos corresponde estar informados de lo que hay detrás de estas industrias y exigir a nuestro gobernantes que actúen.
En los años 80 del siglo pasado se nos vendió la acuicultura como la panacea para evitar la sobreexplotación de los mares. Los avances de la tecnología nos permitían llegar cada vez más lejos y capturar los peces donde antes permanecían a salvo de la actividad humana. Se capturaban especies de alto valor económico provocando el agotamiento de muchos de los principales bancos pesqueros del mundo. Hoy en día con el auge de la acuicultura no solo se capturan peces rentables para su venta para consumo humano, se pesca de todo, dando lugar a una actividad claramente insostenible. Dos tercios de las capturas mundiales se dedican a la elaboración de harinas para piensos.
Las especies que más se cultivan en la actualidad son carnívoras (lubinas y doradas, en el caso de Canarias) por lo que los piensos deben tener un alto contenido en grasas animales. Para obtener estos piensos hay que seguir pescando. Se pescan peces que antes no se pescaban por las flotas de los países del primer mundo por su bajo valor comercial pero que configuran una parte muy importante de la dieta alimenticia de la población de muchos países pobres.
Se calcula que para obtener un kilo de pescado de acuicultura se necesitan cuatro kilos de pescado salvaje. El auge de la acuicultura, por su elevado beneficio, está provocando el agotamiento de los bancos pesqueros de muchos lugares. Se pescan peces que muchas veces están en la parte baja de cadena trófica, se capturan inmaduros que aún no se han reproducido y todo aquel pez que se pueda trasformar en harina para piensos, provocando un verdadero colapso de las poblaciones de peces poniendo en riesgo el equilibrio de los hábitats oceánicos y también de muchas comunidades humanas que dependen de ellos para su alimentación.
La emigración de los países del sur hacia el norte rico se han producido desde hace muchas décadas pero nunca de una forma tan masiva y peligrosa como en la actualidad, Las élites gobernantes en muchos países ribereños venden sus recursos pesqueros a empresas extranjeras que acaban con estos recursos, destinando a sus pueblos a pasar hambre y tener que emigrar jugándose la vida en embarcaciones precarias y masificadas. Sabemos de las que llegan pero no de las que se quedan en el camino, asistimos a una verdadera catástrofe humanitaria como meros espectadores.
Existen multitud de estudios sobre los impactos que tiene la cría de peces en macrogranjas. Después de 20 años de la picisfactoria de Playa Quemada, algo sabemos. Los escapes fueron frecuentes especialmente de lubinas, un gran depredador de aguas fría poco frecuente en aguas de Canarias. Estos peces, una vez libres, se asilvestran y compiten con los depredadores naturales de nuestras aguas ocasionando un gran impacto sobre ellos. Grandes cardúmenes de peces asilvestrados comiéndoselo prácticamente todo ocasionando un colapso del hábitat insular de difícil recuperación. No existen datos de estos escapes, o al menos no se han hecho públicos, el secretismo es la norma y muchas veces estos datos están hechos por las mismas empresas.
Autorizar la cría de peces depredadores en mares donde no son habituales puede ocasionar una catástrofe ecológica en el medio marino por los escapes, como ya hemos apuntado. Otro gran riesgo significa la proliferación de enfermedades. El cultivo de peces en jaulas masificadas facilita la propagación de enfermedades infecciosas que, bien por los escapes o por otros medios, pueden afectar a la fauna salvaje.
Apostar por la cría de doradas y lubinas contribuyendo a una catástrofe humana y medioambiental no puede ser el camino para la diversificación de la economía. Existen otras modalidades de acuicultura más sostenibles y responsables. Si queremos continuar avanzando es fundamentar no volver a repetir errores del pasado.
Añadir nuevo comentario