Jacinto Álvarez, el que fuera gerente de Urbaser en la Isla, declaró este miércoles en el juicio del caso Jable por videoconferencia por su mal estado de salud. Su declaración fue algo caótica, desordenada, indisciplinada y a ratos imprecisa. Fue advertido por la presidenta del Tribunal, Oscarina Naranjo, que si no se ceñía a las preguntas le obligaría a desplazarse a Gran Canaria para declarar. No obstante, dejó frases contundentes.

“Si se refiere a las libretas -le contestó al fiscal Javier Ródenas, que le preguntó si se ratificaba en lo que había escrito en sus agendas, donde dejaba constancia de todo lo que hacía-, creo que es mi verdad, y yo no me levantaba por la mañana diciendo: voy a joder a éste. Ponía lo que creía y lo que veía”, dijo.

Álvarez apuntaba los pagos, los regalos, los encargos y sus impresiones. Sus agendas son unas de las pruebas más relevantes de este caso. “Yo era un gerentillo -aseguró- tenía poderes para 3.000 euros pero no para 3.000 millones. Yo no he pagado nada, he hecho, hablando vulgarmente, de camello. Me daban el dinero para fulano o mengano”, explicó sobre el método para llevar a cabo los sobornos.

El exgerente de Urbaser dijo que a Isabel Déniz no le dio dinero en metálico, “pero que le hicieron llegar dinero, sí”. “Lo que sí le llevé -afirmó- fue un collar de perlas negras, que ella estaba empeñada en eso, y el viaje a Kenia”. También aseguró que le dio un reloj Rolex a Déniz, que lo compró en la joyería Zaphiro de Arrecife a una encargada que se llamaba Pilar, y que el cheque lo firmó Manuel Andrés Martínez, el número dos de Urbaser en Madrid, que reconoció el pago.

Sobre el viaje a Kenia, declaró que Déniz le dijo que le llevase un sobre con dinero a casa del exsecretario municipal, Felipe Fernández Camero, y que no contó cuánto dinero era, aunque en la libreta apuntó que eran 14.000 euros. “Que era dinero estoy segurísimo”, añadió. Describió que le dio el sobre en su despacho, “un cuartito chiquitito bajando las escaleras”. 

Además, aseguró de Camero que no tenía amistad con el que fuera secretario del Ayuntamiento de Arrecife entonces ni la tiene ahora. Al abogado de Camero, José Antonio Choclán, le dijo que no le respondía “por miedo” y al abogado de Déniz, tras preguntarle quién era, le dijo que a él lo había puesto ahí Fernández Camero y que estaba seguro de que era de la familia del exsecretario. “No es broma”, añadió.

Le preguntaron que por qué escribía las libretas y dijo que para que no lo cogieran como chivo expiatorio, como al final ocurrió con Urbaser, que le denunció pero salió absuelto. Añadió una especie de aforismo: “Un león, a veces ataca por cazar pero nunca por atacar”.

“Lo anotaba todo”

El exjefe de la Oficina Técnica de Arrecife, Rafael Arrocha, que reconoció la alteración del concurso público para la recogida de basura en la capital lanzaroteña a favor de Tecmed (luego Urbaser), había declarado que Álvarez tenía “la manía de anotar”, que “lo anotaba todo, hasta si regalaba un clavel, era muy meticuloso”.

De Arrocha dijo Álvarez que era “una ratita, no un ratero, en una isla con cuatro o cinco culebras”.  Acabó su declaración así: “Aunque me muera, voy a Las Palmas a verles la cara a la gente y a ver con qué cara me miran  a mí esos cabrones”.