Las tres son noticias del último mes. Una es la recuperación del dominio público marítimo terrestre en Playa Grande, el espacio que ocupa el Apartahotel Fariones. La recuperación se va a retrasar veinte años, y visto lo visto, hay que dar gracias de que se ejecute. La primera sentencia sobre ese hotel dictaba el derribo completo y nunca se ha llevado a cabo. Eso sí, son veinte años desde que la sentencia adquiriera firmeza, no desde la ocupación del espacio. De eso hace cuatro décadas.
Otra es el derribo de unos de los esqueletos de Costa Teguise. “No queremos ni esqueletos, ni escombros, ni basura en nuestro municipio, queremos vida y riqueza paisajística, mientras no se solucione la situación jurídica que cada una de estas obras está sufriendo”, decía el alcalde en 2015. Puede que ocho años después se derribe algo, pero habrá que verlo. Ahí están los hoteles de Playa Blanca.
La tercera no es de derribo, es de construcción: la vía libre para la construcción del nuevo colegio en San Bartolomé, que se llamará Alcalde Alexis Tejera. Fue en 2005 cuando se optó por un traslado provisional a la casa Ajey. Los niños y niñas que entraron en Primaria entonces ya han terminado la carrera. Podrán ser profesores en el nuevo, si quieren.
Hay quien sostiene que la lentitud de la justicia no es ni buena ni mala. A unos les beneficia y a otros les perjudica. Puede ser entre particulares. Pero aquí se trata de causas con la Administración, tan lenta o más que la justicia. Ahí salimos perdiendo todos.
También hay quien compara las infraestructuras que hay en Fuerteventura con las de Lanzarote. Y a su favor. No le veo yo la ventaja. Hace unos días sí que se dieron prisa para declarar de interés general el proyecto Dreamland, un pelotazo de libro. Esperemos que, una vez que el expediente tenga que avanzar en la Administración, todo vuelva a su cauce habitual. Porque si no, sí que estaría fea la comparación.
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