EL PASEO
Por Saúl García
Se ha defendido a Rosa con el argumento de que es un empresario local que invierte aquí. Curiosamente, ahora que es una cuestión entre particulares, quizá se vea mejor el engaño público
Percibimos (o entendemos) mejor lo simple que lo complejo, lo iluminado que lo oscuro, lo presente que lo pasado. Si alguien da un tirón a un bolso, o si entra en una tienda con un cuchillo y se lleva la caja, es sencillo. Es un ladrón. Si un banquero monta una operación financiera fraudulenta que afecta a miles de personas, o una trama de tarjetas black para uso personal, es más complejo, pero es un ladrón de todas maneras.
Con el urbanismo en esta isla pasa algo parecido. Que parece que no se entiende bien. Y es lógico. Si te roban el bolso, el perjuicio es evidente. Si alguien construye varias plantas de más, si ocupa terrenos públicos o se apropia de zonas verdes, si no sigue las normas, es más difícil entender cuál es el perjuicio para uno mismo. Todos tenemos bolso, o cartera, pero no todos tenemos terrenos.
Y se une a esto el peculiar concepto de lo público, entendido como aquello que no es de nadie en lugar de como aquello que es de todos. Esto se ve muy bien con los impuestos y esa percepción de que te quitan dinero en lugar de que lo aportas. Hay gente que es liberal para pagar impuestos y socialista para recibir los servicios. También hay quien ve más grave la ocupación, por necesidad, de una casa vacía, que la usurpación de un terreno público para hacer de él un uso lucrativo.
Los delitos urbanísticos y los societarios se hacen en la sombra, se utilizan intermediarios y no se detectan al instante. Los términos y los procedimientos son complejos, y por eso es importante entenderlos para no perder de vista que lo esencial son las consecuencias.
Ha habido todo tipo de argumentos para justificar tropelías urbanísticas y medioambientales. Se ha acudido para defender a Juan Francisco Rosa al argumento de que es un empresario local que invierte aquí, que genera empleo, que atrae un turismo de calidad y todas esas cosas.
Curiosamente, ahora que se trata de una cuestión entre particulares, quizá se vea mejor el engaño público. Mientras se hacían todas esas afirmaciones (nunca de forma directa porque para eso compra uno un medio de comunicación), Rosa no pagaba ni la Seguridad Social de sus trabajadores ni a Hacienda ni al Ayuntamiento de Tías. Bonita forma de compromiso con la Isla. Eso sí, pagaba su seguro de autónomo a cargo de la empresa, a medias con sus socios.
El modus operandi es tan burdo que da vergüenza ajena. Resulta que la gran gestión consiste en que te vaya bien a ti pero no a tus empresas. Vendes el Hotel La Perla por debajo de su valor pero te aseguras que te paguen tus deudas y quedarte con un local y diez garajes para ir alquilándolos, algo que ya hizo durante años. O alquilar a una de tus sociedades el local del restaurante del Centro deportivo Fariones por 1.500 euros para realquilarlo por 6.000 y quedarte con las ganancias. Lo que se llama I+D+i. Y la consecuencia final de todo esto es que quien presume de ser la cadena local más importante y el hotel más antiguo acabe como todos: con sus negocios en manos de fondos de inversión.
Pero todo es por amor a la Isla. Con los hoteles de Playa Blanca, la culpa era del PSOE, después de la Fundación. Con Stratvs era del fiscal y de unos envidiosos, de un contubernio de malas personas que no saben valorar el talento y que odian el progreso. ¿Y ahora? A ver de quién es la culpa ahora... Seguro que nos sorprenden.
Comentarios
1 José Juan C. Lun, 06/12/2021 - 09:18
2 José Luis Garcí... Lun, 06/12/2021 - 09:46
3 nyj Lun, 06/12/2021 - 10:44
4 Narciso Lun, 06/12/2021 - 11:37
5 Ex trabajador Lun, 06/12/2021 - 14:01
6 Marta Lun, 06/12/2021 - 14:15
7 Rosae Lun, 06/12/2021 - 14:42
8 Jota Lun, 06/12/2021 - 23:06
9 Bailando un jota Mar, 07/12/2021 - 13:59
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