Árboles: talados, cortados, podados...
La observación sobre las recientes intervenciones que se vienen realizando en árboles de la ciudad, consistentes en podas, talas y corte de raíces, pueden dar para algunas reflexiones, pareciendo conveniente analizar las razones que conducen a la adopción de determinaciones tan drásticas, y adelantarnos a los futuros problemas que se pueden derivar de la acción de la sierra.
No cabe duda de que las intervenciones actuales vienen propiciadas por una decisión inicial incorrecta, ello, en cuanto a la elección de la especie que ha de desarrollarse en el borde de una acera. El espacio entre éste y la fachada y la calidad del suelo, deberían condicionar la elección de los árboles más idóneos para ocupar un espacio urbano y una imagen en nuestra retina. Estas decisiones vienen dejándose de la mano de las empresas que acometen las obras, y, a su vez, las mismas se condicionan a la disponibilidad de los viveros en los que se surten. De ser así, estamos ante decisiones bienintencionadas, pero arbitrarias, que hipotecan la pervivencia de cada uno de esos árboles.
Por otro lado, la instalación del riego por goteo, en superficie y con caudal deficiente, conducen las raíces a estos puntos, por lo que sumamos un nuevo inconveniente que se manifiesta en daños en el pavimento.
La plantación de árboles de gran desarrollo, como es el caso de las tipuanas, jacarandas y flamboyanes, en estrechas aceras, como se ha venido haciendo en algunas calles de Arrecife, en las que no existen condiciones para permitir su óptimo desarrollo, vienen produciendo actuaciones puntuales que pasan por una brutal tala de la copa, y el corte de las potentes raíces que levantan el pavimento. La medida, pretendidamente eficaz, nos hurta de la sombra y de la bondad del panorama urbano durante muchísimos meses, y se revela como desacertada al poco tiempo, pues aquel árbol que soporta esta intervención recobra la copa, sí, pero multiplica el desarrollo de la masa radicular, debido precisamente al severo corte producido. Eso, si el peso de la nueva copa no tumba antes el árbol, desprovisto de parte de los anclajes que lo mantenían firmemente arraigado al suelo.
El resultado no puede ser más devastador, pues es posible aventurar que la eliminación de cada uno de esos árboles problemáticos, tanto del paisaje urbano como del escenario al que nos hemos acostumbrado, será a medio plazo, la decisión que haya de adoptarse, pues la necesidad de nuevos cortes drásticos, se hará necesaria al poco tiempo. Efectivamente, podemos ser categóricos al afirmar que la calle Real deberá ser sometida a una decisión como la adelantada. Las calles Góngora, Alférez Cabrera Tavío, Fajardo o parte de José Antonio correrán igual suerte, y con ello la sensación de tiempo perdido, y de trauma para el espacio urbano, pues si algo nos ha brindado la plantación de esos árboles es la posibilidad de modificar la ciudad de una manera sencilla, rápida y eficaz. Nunca Arrecife mostró mejor cara que ésta, con árboles. Por lo que tapan.
Habrá que comenzar de nuevo, pero con cabeza.
Comentarios
1 anonimo Mar, 29/04/2014 - 08:31
2 Más árboles en ... Mar, 29/04/2014 - 10:29
3 Flaneur Mar, 29/04/2014 - 19:48
4 Pepe Betancort Mar, 29/04/2014 - 21:54
5 Martín Glez. Mié, 30/04/2014 - 09:34
6 sin esperanza Mié, 30/04/2014 - 09:53
7 Flaneur Mié, 30/04/2014 - 10:11
8 Meriyein Mié, 30/04/2014 - 13:34
9 Sin verde Mié, 30/04/2014 - 18:31
Añadir nuevo comentario