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Platos únicos e imperfectos hechos en Lanzarote

Eguzkine está revolucionando la presentación culinaria con sus vajillas artesanales

Fotos: Manolo de la Hoz.
Lourdes Bermejo 0 COMENTARIOS 31/08/2019 - 09:49

Su nombre, Eguz Zerain, es difícil de recordar fuera del País Vasco, pero esta ceramista ha elegido Eguzkine como marca comercial de sus apreciadas vajillas. “Reconozco que resulta complicado”, bromea, resignada. Sin embargo, esta alavesa, que lleva ya dos décadas en Lanzarote dedicada a la cerámica, empieza a ser una celebridad en su ámbito, sobre todo desde que, hace tres años, dio un salto creativo en su obra, pasando de una estética de línea tradicional canaria a una más personal: “Más moderna y artística”, según explica ella misma en su página web zerainceramica.com.

La inspiración le llegó durante un viaje a Inglaterra, donde comprobó la implantación de la vajilla hecha a mano en la vida doméstica. “La usé durante mi estancia y empecé a pensar en la idea de hacer estos objetos, pensé que podía crecer en la cerámica apostando por este campo”, explica.

Otro motivo de inspiración debió de ser, sin duda, entrar en contacto, a través de una amiga, con la obra de Kate Malone, cuya seña de identidad son las grandes vasijas escultóricas y sus esmaltes ricos y brillantes. Malone es toda una celebridad en el Reino Unido. Lo cierto es que el viaje fue providencial y Eguz llegó a la Isla con una renovada creatividad, que disparó su popularidad, sobre todo entre clientes ingleses y de otras nacionalidades que comenzaron a adquirir sus piezas.

También se interesaron por sus originales vajillas distintos negocios de restauración y hostelería. “Mis primeros clientes no particularesm fueron los responsables de Buenavista Country Suites, con quienes después de este tiempo ya me une una amistad. Tienen un establecimiento increíble y sirven el desayuno en una vajilla que diseñé expresamente para ellos y con la que pude darme a conocer, entre sus clientes y en otros negocios”, explica.

Eguz trabaja también con el restaurante de Playa Blanca Coentro, de Joao Faraco (mejor cocinero 2018 en Gastrocanarias). “Es un cocinero al que admiro y con el que comparto su esencia, su cocina, además creo que mis platos se unen a ello, sumando”, indica.

Otros de sus clientes son el Hotel Nautilus de Puerto del Carmen, para el que ha realizado la vajilla de desayuno y La bodega de Santiago: “Poco a poco, vamos desarrollando una vajilla única para sus platos destacados”, dice.

También ha creado piezas para el restaurante El Volcán de la Corona y proyecta el diseño de vajilla para un nuevo hotel en Playa Blanca. “Todos ellos son mi día a día, siempre estamos creando algo nuevo y también gracias a ellos estoy abriendo mercado porque cada vez me conoce más gente”, asegura.

Fuera de la Isla, ha tenido encargos del lujoso hotel Santo Mauro de Madrid y el futuro restaurante Los Patios de Ibiza, con cocina orgánica y de kilómetro cero. A pesar de la línea ascendente de esta pequeña empresaria, que ha sacrificado muchas horas “trabajando a destajo para cumplir con los compromisos”, Eguz reconoce necesitar asesoramiento a la hora de comunicar su concepto creativo. “Ahora estoy en pleno proceso de lanzamiento de la marca y he recurrido a Tata&friends”.

El estudio de diseño madrileño la está ayudando a expresar el alma de su proyecto: “A ponerle palabras, un aspecto del mundo empresarial que me cuesta, ya que, como creativa, pienso que la pieza habla sola”, indica.

Vocacional

La ceramista tuvo clara su vocación desde los nueve años, cuando le regalaron un trozo de barro. “Comencé a hacer esculturas en mi habitación de forma autónoma”, explica. Llegó a Lanzarote con veinte años y realizó un taller de reproducción de piezas arqueológicas, donde recibió el suficiente conocimiento para abrir su primer taller de cerámica y, en 2013, su actual casa taller abierta al público, en Teseguite, que, según indica, le permite “estar en contacto directo con los clientes dentro del espacio creativo”.

Su primer cliente no particular fue Buenavista Country Suites, para el que hizo una vajilla que la ayudó a darse a conocer

“En estos encuentros es donde nacen prácticamente cada una de las piezas. Por eso hay una gran diversidad de formas y estilos, marcadas por mis manos que siguen un método experimental y espontáneo, del que salen texturas y formas orgánicas”, comenta.

Esta manera de trabajar se traduce en piezas únicas e imperfectas “que expresan movimientos y formas vivas” y que se han convertido en su sello. Centrada desde hace tres años y medio en la creación de elementos culinarios (en estos momentos está creando cucharas), cada pieza es irrepetible, por la propia imposibilidad de la artesana de conseguir acabados uniformes. “Lo he intentado en algún encargo, pero mi naturaleza no me lo permite. De hecho, ni siquiera haciendo lo mismo salen del mismo color”, asegura.

El proceso es muy laborioso, llevando cada obra una media de cinco días: “Primero le doy forma, después la dejo secar, según va secando, paso, la voy mirando y recolocando. Cuando está seca la lijo, la pongo en el horno, la saco, la esmalto, vuelta al horno y, finalmente, se pule. Es un trabajo considerable, pero nunca he cuantificado la producción. A veces me parece mucha, aunque hay piezas que se rompen o que no valen…”, explica.

La artesana compra el material necesario en Valencia, aunque últimamente también hace pedidos a Gran Canaria, donde no es necesario comprar un palé entero, comenta. Los elementos básicos de sus piezas son la porcelana o el barro refractario negro: “La chamota interna sirve para hacer trabajos más rústicos”, explica Eguz, que no cesa de evolucionar en formas y que, con su creatividad, está revolucionando la presentación los elementos culinarios.

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