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Hermana Agadir

En agosto se celebra la VI Regata Internacional Arrecife-Agadir, uno de los pocos eventos locales de confraternización con nuestros vecinos marroquíes, tan cercanos como extrañamente olvidados

Mario Ferrer 1 COMENTARIOS 22/08/2019 - 07:20

Por cultura e historia, los canarios podemos ser calificados como los europeos más sudamericanos que existen o, si se prefiere, los latinoamericanos más europeizados del planeta. En todo caso, lo que está claro es que somos los africanos menos africanos del continente. Aunque no siempre fue así, como atestiguan muchos de los capítulos de nuestro pasado.

Por mucho que fuera el origen de los primitivos habitantes de las Islas; que en los siglos de la piratería y las razias posteriores a la conquista europea siguieran llegando muchos más pobladores norteafricanos; o que sea lo africano de nuestro clima lo que mantiene el motor de nuestro turismo, Lanzarote, Fuerteventura y resto de Canarias miran con cierto recelo a África. La geografía política juega un papel más importante en el imaginario social que la geografía física y África sigue sonando a pobreza. Y ya se sabe que la “pobrefobia” es una de las fobias más universales que existe. La filósofa Adela Cortina ha bautizado esta aversión con el término aporofobia, ya aceptado por la RAE.

Estamos diez veces más cerca del continente africano que del europeo, pero a los canarios nos cuesta mucho vernos en donde nos ponen los atlas. Será por eso que la relación con Agadir, y con Marruecos en general, está llena de claroscuros, de alianzas y olvidos, de abrazos y rechazos…

Entre los pocos actos de enlace directo que tenemos en común está la Regata Internacional Arrecife-Agadir, que este año celebra su IV edición a partir del 27 de agosto. No deja de ser sintomático que el mundo náutico mantenga la relación entre las dos ciudades porque Agadir, junto a otras ciudades de esa zona han visto reforzado su vocación pesquera en las últimas décadas, coincidiendo con la caída del sector en Lanzarote. Muchas conserveras se mudaron a la orilla africana y hasta es posible que algunos de los barcos que fondean ahora en los muelles marroquíes sean los mismos que antes pasaron por Naos, salvo que con 30 años más de óxido.

Durante décadas, Agadir fue una referencia para el mundo marinero de Canarias y, especialmente, de Lanzarote y Fuerteventura, cuya sociedad vivía pendiente de lo que decían las famosas radios costeras. Hoy, los últimos barcos de pesca de altura que quedan en Canarias mantienen bastantes tripulantes marroquíes. Pero del antiguo banco canario-sahariano, ya queda poco de sahariano y menos de canario, aunque pesca sigue habiendo, y mucha. En su época, los canarios no solo usaban África para obtener pescado, sino que, ya desde los tiempos de los salazones, los principales mercados de exportación eran los del continente vecino.

El mar también ha hecho de cordón umbilical para otro fenómeno reciente de interconexión, aunque de signo trágico: la emigración irregular y los naufragios. Las pateras son la cara más llamativa del flujo de inmigración marroquí a Canarias de las últimas décadas. En Fuerteventura y Lanzarote, los marroquíes son de las comunidades extranjeras residentes más numerosas. Rechazo y abrazo en un mismo contexto. Aprovecho la mención a la extensa comunidad para animar a algún emprendedor del reino alauí a que ponga en marcha restaurantes marroquíes, tan extrañamente escasos en Canarias.

Hoy en día, Agadir mira mucho a Lanzarote y Fuerteventura no solo para contactar con sus compatriotas, sino, sobre todo, por el turismo. Con inviernos de intenso sol, llena de playas y encanto cultural, a las puertas del Sáhara y de otras grandes ciudades, además de precios muy competitivos, Agadir hace décadas que apuesta por el turismo. De hecho es uno de los destinos más exitosos de Binter para el turismo canario y son muchos los cruceros que unen ambas orillas.

Y de la vigencia del turismo al olvido del colonialismo. Ahora que tanto guirigay se monta con las ansias independentistas está bien recordar que en 1975 España perdió un tercio de su territorio con la salida del Sáhara y entre 1956 y 1958 también se fue otra parte grande. Fueron varias décadas largas de anómala aventura colonialista -nostalgia del imperio español quizás-, de las que casi nadie se quiere acordar, por mucho que todavía queden miles de saharauis con carnet de identidad españoles. El Protectorado, Villa Bens, El Aaiun, Villa Cisneros, el Sáhara español... Tantas historias, tanta desmemoria.

La descolonización produjo repercusiones en toda Canarias, pero especialmente en Fuerteventura, Isla que recibió a gran parte del contingente militar español tras la caótica salida de África. El Sáhara sigue siendo una herida abierta, un gran costurón poco cicatrizado en las relaciones bilaterales España-Marruecos.

Los vaivenes de la historia no solo han dado para confraternizaciones, indiferencias y peleas, sino también para reinvenciones en los protagonistas. En 1960, un terremoto causó más de 12.000 víctimas en Agadir y provocó la refundación de la ciudad alejada de la falla donde se asentaba la parte que más destrucción alcanzó. En aquel momento, el único periódico local lanzaroteño, el modesto y legendario Antena de Guillermo Topham, hablaba con cariño y preocupación de la “hermana Agadir”.

Mucha suerte a los que se embarquen en la VI Regata Internacional Arrecife-Agadir. A todo navegante le conviene recordar la frase de Benjamin Disraeli: “Viajar enseña tolerancia”. La historia también ayuda a empatizar porque nos explica cómo entre los otros y nosotros ha habido muchas travesías comunes de idas y vueltas.

Comentarios

Los canarios no somos latinoamericanos ni europeos, somos africanos vinculados (nos han vinculado) por razones políticas con la UE. Otra cosa es el origen de la población que viene de otros lados, que también puede ser igualmente africana.

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