1 COMENTARIOS 24/01/2014 - 06:44

El pasado mes de noviembre el presidente de la petrolera Repsol Antonio Brufau, se dignó a viajar a Gran Canaria para anunciar a bombo y platillo las bondades del proyecto de prospecciones petrolíferas y para decir, entre otras lindezas, que el mundo, ¡sí, el mundo!, mira atónito a Canarias porque no quiere explotar el petróleo. Se le tachó, y con razón de chulo y arrogante. Aún no tiene el estudio de impacto ambiental y ya da la fecha de inicio, además de ignorar, por ser suave, la opinión de la mayoría de los ciudadanos de, al menos, Lanzarote y Fuerteventura, que están en contra del proyecto por unas razones que, al parecer, no puede entender.  Los calificativos hacia Brufau paree que no eran muy desacertados. El número de enero de la revista Tinta Libre (que es la versión en papel de la web Infolibre, recomendables ambas) dedica su portada a Brufau, al que llama “El tiburón que no supo nadar en petróleo”.

El reportaje comienza relatando un viaje de José Manuel Soria a Argentina para defender los intereses de Repsol tras la expropiación de YPF. Dice esto sobre el ministro canario: «Aunque el protocolo lo anuncie como ministro de Industria, Energía y Turismo de España (...) bien podría repartir tarjetas que lleven el logo de Repsol y la indicación de que pertenece a su departamento de relaciones públicas». No sé si les suena esto de algo. «Es inaudito que un funcionario del Gobierno, que surge del voto de los ciudadanos y del pago de sus impuestos represente con laboriosidad y constancia a una compañía privada», dice el autor del artículo, Alexander Sequén-Mónchez, que acusa a Soria de haber viajado varias veces a Argentina «para trasladar las órdenes de Antonio Brufau».

En el artículo se explican los pormenores de la operación, primero de compra hace años, y luego de expropiación de YPF. Sobre la primera relata cómo Brufau compró YPF al Gobierno corrupto de Menen sin licitación pública ni subasta y cómo fue una adjudicación amañada, «una gana plagada de vicios ocultos». De la segunda, más reciente, dice que Repsol, o mejor dicho Brufau, se ha tenido que conformar y ha acabado aceptando cobrar por la expropiación menos de la mitad de lo que exigía, por los intereses cruzados de sus socios mexicanos de Pemex, y de Carlos Slim, o de Isidro Fainé, presidente de La Caixa y vicepresidente de Repsol. También cuenta el ascenso y la ambición de Brufau, hijo del alcalde franquista de su pueblo, Mollerusa, desde su experiencia bancaria y sus relaciones con Javier de la Rosa, hasta Gas Natural y la petrolera. El autor dibuja a Brufau calificándolo como de un «ego abrumador», «terco y soberbio», «paranoico», «vengativo», «conspirador» o con «una altanería insportable" (todo esto dicho por personas que lo han tratado). Asegura que las personas que han estado a sus órdenes le temen y guardan de él «el peor de los recuerdos», lo acusa de llevar la empresa de manera disparatada y lo coloca prácticamente en sus últimos días al frente de Repsol.

Como ven, una persona en quien se puede confiar cuando dice que el proyecto  "no comporta riesgos", porque se van a tomar todas las medidas de seguridad existentes en el sector "por duplicado" o "triplicado".

Comentarios

Que los ministros de este gobierno actúen como parte interesada y haciendo el papel de lobby en asuntos que comprometen a empresas trasnacionales españolas en el exterior es cosa habitual. Ana Pastor, en Panamá, representó los intereses de Sacyr.

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