Dice Leonardo Padura que no le interesa leer a autores extranjeros en su idioma original (sí en español) porque lo que quiere aprender de esos autores tiene que ver más con la estructura y con el universo que crean que con las palabras que utilizan. Y que se ha dado cuenta de que el lenguaje en el que se expresa es un lenguaje muy propio, que hunde sus raíces no solo en América, en Cuba y en La Habana, sino más concretamente en su barrio, en el barrio de Mantilla.
Por eso no es extraño que, aunque pueda viajar y lo haga, quiera seguir viviendo en ese lugar desde el que escribe. Ya no escribe como un loco para no volverse loco, como dice que hizo cuando dejó el periodismo, hace casi treinta años, pero afortunadamente seguirá escribiendo: primero una novela sin su personaje Mario Conde y después ya se verá. También dice que el arraigo y poder escribir con libertad son esenciales para un escritor. El arraigo lo mantiene y la libertad la consiguió, a pesar de las dificultades, gracias aque lo hace para una editorial española.
Hace años que sus libros no se editan ni se venden en Cuba, pero sí que se leen. La copia pirata del último, Personas decentes, tardó solo cinco días en aparecer por las calles de La Habana. Sigue escribiendo novela negra porque es la que le gusta leer, aunque su obra más conocida, El hombre que amaba a los perros, un relato inmenso sobre Trotsky y sobre Ramón Mercader, su asesino, solo tengan de negra la historia y la técnica, pero nada más.
Padura dice muchas cosas, no sólo en sus libros, sino porque habla mucho pero no cansa. Podría hacerse una entrevista a sí mismo, aunque quizá no contestaría a preguntas incómodas, como su opinión sobre Vargas Llosa, de quien sigue reconociendo su magisterio y su dominio del idioma y de la escritura. Antes de comenzar a escribir un libro, siempre relee Conversación en la catedral. También dice que no cree en las escuelas de escritores porque la mejor forma de aprender es la de leer a los grandes autores.
No se sabe cómo pero sobrevive con sus palabras alejado de la sencilla dicotomía y de la palabra del año pasado (según la RAE), “polarización”, en uno de los escenarios más difíciles para lograrlo. Mientras que para algunos es un castrista o un equidistante, para el régimen es un escritor al que invisibiliza, mientras sigue escribiendo novelas como Como polvo en el viento, que es un retrato amargo sobre una generación de cubanos que lo dio todo y no obtuvo nada.
Es un escritor mayúsculo y habló largo y tendido ante un reducido público este sábado por la tarde en A Casa, en la biblioteca de Saramago, dentro del festival Tenerife Noir. Cosas que pasan en esta isla...
Comentarios
1 Anónimo Lun, 04/03/2024 - 17:59
2 Anónimo Mar, 05/03/2024 - 11:36
3 Carmen Camiñas Jue, 07/03/2024 - 10:53
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