Es probable que ningún líder político merezca un titular tan ligero, y seguro que si el depositario de tal salida de tono fuera mujer, a estas líneas le lloverían los cuchillos de las de Montero. Como, por suerte, el cantinero es un varón, nadie se va a escandalizar, pero, precisamente por ello, se pondrá en evidencia la imposibilidad de establecer planos de igualdad entre los sexos. Determinada corrección política sólo valora la precisión del lenguaje que se utiliza con la mujer. Se pueden hacer chistes salvajes de hombres y ninguno de rubias.

En el gris panorama público, no sé si atreverme a decir "nacional", atendiendo a la evidente falta de talento que se aprecia, las alegrías no están en atinadas políticas públicas. Es por ello por lo que el entretenimiento se encuentra en valorar qué líderes nos ponen más, visto el hastío que nos provocan nuestros representantes. Quedan descartadas de las quinielas las mujeres, no porque no las haya monas, sino porque mentar cualquier asunto referido a ellas, incluida su capacidad, será tildado de machismo. Mira que algunas añoramos pasar por la obra para elevar la autoestima, pero no hay manera: ni silbidos ni piropos. Cabreada estoy, sobre todo, desde que la Colau amaga con abrir una Escuela de Nuevas Masculinidades para ir adoctrinando al personal, no tanto para que no ejerzan la violencia sino para imponer de forma unilateral como se tienen que relacionar con nosotras. Eso sí, a mí ni me preguntarán.

Uno de los pocos personajes públicos merecedor del título de "alegría de la huerta" ha sido, y es, el cantinero, apelativo que es fruto de un atinado comentario de quien quiso ver, y retrató como nadie, lo que muchos esperan de la administración pública, el chiringuito o la cantina de donde obtener recursos económicos para sí o sus cercanos.

Que el cantinero no sea ya imaginada portada de nuestro particular cabildo del corazón obliga a valorar el impacto que tiene en la colectividad. Por un lado están quienes añoran que, efectivamente, la cantina ya no exista y por ello no puedan seguir siendo proveedores ni beneficiarios del negocio. Apesadumbrados los tiene. Tenemos a los que creen que la cantina cambió de manos, y, por tanto,  de proveedores y de beneficiarios, y, también, a aquellos para los que el Cabildo nunca debió de gestionarse como un garito, pero, de  estos, pocos se dedican a la política. Habiendo algunas posibilidades más, no quiero dejar pasar a los que creen que la cantina sólo está bien si son ellos los que la gestionan, pero que siga siendo cantina.

Devolver la dignidad (¿al Cabildo o a la cantina?) suele ser un eslogan recurrente. Que concluyamos que la cantina sólo ha cambiado de manos es la peor de las noticias pues habría que haberla clausurado y, en su lugar, haber procedido a la apertura de un salón parroquial con puertas y ventanas abiertas para que corriera el aire.

Como todo es una cuestión de tiempo, espero que ahora la gestión del Cabildo sea de la presidenta, porque ya no es una cantina que deba llevar nadie poco honorable, y, mucho menos, porque nunca estuvo bien que fueran señoras las que estuvieran al frente de según qué negocios.

Afirmo que el Cabildo no se parece en nada a un negocio, cantina, garito o club de amigos,  y que su responsable última es una mujer que no va a tener la tentación de degradar la institución. Pondrá de sí todo el conocimiento acumulado de las grandes presidencias desde que en 1913 se constituyó como órgano de gobierno, administración y representación de la isla, y lo hará porque valora la memoria acumulada y la responsabilidad que tiene como titular de un órgano con competencias en 21 áreas diferentes, que sabe que debe atender según los principios de eficacia, eficiencia y máxima proximidad al ciudadano, entre otros.

La presidenta va a publicitar su política para estos próximos dos años, va a concertar con la sociedad, a la que debe su puesto, y velará, así le cueste la vida, y es un decir, porque la ciudadanía tenga puntual respuesta a sus demandas, así como a las relativas a la información. La presidenta, que no cantinera, que yo conozco, nunca negaría información a sus ciudadanos y ciudadanas que para ello tiene un Portal de Transparencia, al que seguro que hace un seguimiento y constata que se responde a lo que se pregunta y sin dilación. Puertas y ventanas abiertas.

La presidenta sabe y garantiza que este Cabildo no se debe a empresarios a  lobbies ni a intereses partidistas, y que sólo está al servicio de la isla con el ojo puesto en el interés general. Recuperará, sin ningún atisbo de duda, la interlocución con la FCM, hoy aparentemente en barbecho por alguna gestión torpe e interesada de sus propios técnicos.

¿Qué no sabe la presidenta?, pues que de haber enemigos aún no los tiene identificados, ni fuera ni dentro, y podría andar dando palos de ciego, mandando mensajes equivocados, y errando el tiro. Tampoco tiene muy claro el dónde están  y el porqué de las aparentes fidelidades. Es algo que deberá averiguar antes de que, en su nombre, vuelvan a gestionar como cantina. 

Y sí, el cantinero no debió hacerlo como lo hizo, y como algunos antecesores y antecesoras en el cargo no estuvo a la altura, debiendo explicar la aparente dilapidación de recursos bajo su gestión, y su partido debería aclarar su posición sobre este periodo. También si será su candidato en los próximos comicios. Por lo expuesto, algunas consideramos  que  el cantinero no debería volver a poner sus manos sobre ninguna administración pública, pero no decimos nada de dónde querríamos que se posasen. Está claro que de su cantina sólo podemos quedarnos con la aspiración de un buen revolcón en la trastienda, y si no te ponen los chicos, de Mis Tetasroy está insuperable. Quedo a la espera.