Por una vivienda digna, ¿quién nos representa?
Desde que hace ahora diez años nos manifestamos contra los precios de la cesta de la compra, porque en Lanzarote sólo había dos marcas que se repartían el pastel (Marciales e Hiperdino, para entendernos), sin que pudieran entrar otras debido a una ley canaria de comercio hecha a medida de los propietarios de estas superficies, para mí no existía una razón tan poderosa para salir a la calle en Lanzarote. Como ocurría con la comida, en aquel entonces prohibitiva para mucha gente (sigue siendo cara, pero nada que ver), hablamos de una necesidad básica cuya carestía afecta especialmente a las personas con rentas más bajas de la sociedad lanzaroteña.
Y como ocurría por aquel entonces, volvemos a ver a los mismos actores apoyando la lucha o poniéndose de perfil según condicionantes personales. Ricos contra pobres, la lucha de clases de toda la vida, que en Lanzarote tiene algunas particularidades curiosas.
Por ejemplo, hace diez años a mí me llamó mucho la atención que las movilizaciones fueran respaldadas por gente desideologizada o incluso más bien cercana a la derecha, mientras que la mayoría de cargos públicos de PSOE o Alternativa Ciudadana, los principales referentes de la izquierda conejera por aquel entonces, callaban o se posicionaban francamente en contra.
Claro, lo que nosotros pedíamos era que se dejara entrar a otras superficies, para que la competencia permitiera bajar los precios de los alimentos. El libre mercado famoso. Recuerdo que un periodista me llamó la atención sobre este particular: "¿No te parece una contradicción considerarte de izquierdas y ponerte a reivindicar libre mercado?" -- Lo que yo reivindico es que todo el mundo pueda llenar su nevera sin tener que recurrir a la caridad --, es lo que respondí. También promovimos los mercados de abastos y elaboramos proyectos de cultivo hidropónico, para que dejáramos de depender tanto de comida traída de fuera... pero nada de eso cuajó, y la triste realidad es que al final son los supermercados los que marcan la diferencia entre comer más barato o más caro. No se puede soñar con un mundo mejor pasando por alto como funciona el mundo realmente.
Ahora vuelve a pasar algo parecido. Tenemos un buen número de pequeños propietarios inmersos en su particular fiebre del oro, ganando miles de euros gracias a las rentas de sus inmuebles. La clase media de Lanzarote sacando tajada del boom turístico... Y venimos los pobres a tocar las narices. Otra vez.
Ya otros teorizaron que en la lucha de clases a menudo la clase media y baja son las enemigas más acérrimas entre sí. Y en el microuniverso que es la isla de Lanzarote, esto salta a la vista. Pareciera que quienes pedimos regular el alquiler vacacional nos posicionamos a favor de las grandes empresas hoteleras, cuando lo único que pedimos es que las familias que hoy son mayoría, mileuristas si llegan, tengan un techo bajo el que vivir.
Ante esta realidad, ante este conflicto de intereses evidente entre grandes bloques poblaciones, la pregunta que yo me hago es quienes, en el panorama político, representan a unos y otros.
A grandes rasgos, la clase media lanzaroteña está copada por funcionarios. Miles de trabajadores públicos, muchos de ellos enchufados en su día, otros no. Sus sueldos estables y más o menos dignos, les permitieron en su día comprarse una casita en la playa e incluso más adelante abandonar la de Arrecife para irse a un lugar más tranquilo. Ellos son los propietarios que mencionábamos. Hablamos de personas que votan siempre, con arraigo familiar en la isla y de las que se nutren fundamentalmente CC y PSOE para obtener sus buenos resultados electorales.
Por su parte, la clase más desfavorecida está compuesta por decenas de miles de personas que casi nunca votan y con escasas redes familiares en la isla. Descreídas de un sistema que les deja fuera, no quieren legitimarlo con su voto, aunque precisamente por eso lo hagan más fuerte contra sus propios intereses. Viven en los barrios de Arrecife, o en urbanizaciones ocupadas de diferentes poblaciones, o en casitas alquiladas aquí y allá. Como digo, la mayoría no vota, pero entre quienes lo hacen no son pocos los que votan al PP. Y aquí es a donde yo quería llegar.
El PP sabe que tiene la batalla perdida contra CC y PSOE en cierto caladero, muy clientelar y afianzado. Por eso no es extraño verles abanderar reivindicaciones sociales por los más desfavorecidos. Donde jamás verás a un político del PSOE, no es raro encontrarte a uno del PP de campaña. Pero seamos serios, ¿el PP representando a los pobres? ¿El partido de las comisiones, los impuestos indirectos, el despido barato, la evasión fiscal y, en definitiva, todas las políticas que han multiplicado la brecha entre los más y menos ricos a límites impensables hace diez años? Es una broma de mal gusto.
Con el surgimiento de PODEMOS parecía que por fin aparecía en Lanzarote un partido que iba a asumir ese papel, el de representar a quienes menos tienen, independientemente de su origen o procedencia. Un partido al que no le importan tanto los acentos o las banderas y que iba a dar voz a quienes hasta ahora no la habían tenido, a pesar de ser mayoría. Y creo que, honestamente, así está siendo en gran medida. Por desgracia hay quienes han visto en Podemos un arma más de la que servirse en su vieja guerra entre clanes de Lanzarote. Pero quitando a esos, el resto sabe bien de donde viene y para qué está ahí. No obstante creo que falta convencimiento, o tal vez tiempo entre las personas más implicadas, que son muy pocas, para poner esta herramienta al servicio de aquellos para quienes fue esencialmente creada.
Sinceramente pienso que en la medida que estas miles de personas lanzaroteñas sean honestamente representadas por una fuerza política, Lanzarote será una isla más próspera y justa para la totalidad. No me canso de resaltar que a pesar de ser muchos más que cualquier otro conjunto poblacional de la isla, hasta ahora nuestros intereses apenas eran tenidos en cuenta, porque no había quienes los trasladaran a los órganos de gobierno municipales e insular. Eso está empezando a cambiar, pero estamos en condiciones de que ese cambio sea mucho más profundo y duradero si se hacen las cosas mínimamente bien.
Comentarios
1 Anónimo Sáb, 20/01/2018 - 19:09
2 GENUO Sáb, 20/01/2018 - 19:28
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