Las campanadas por Felipe VI
No sabemos si fue más penoso el discurso navideño del jefe del Estado español o las reacciones pueriles que sobre su contenido difundieron los partidos PP, Vox y PSOE, plegados a la ambigüedad intencionada de Felipe VI, que, desde su altísima nube y dando un portazo a la realidad, dio contentillo para que estos tres partidos, los dos primeros de derecha y derecha ultra, y el PSOE, que gobierna España con Sumar en una coalición de izquierdas, se sintieran tan identificados, pero tan identificados, que usaron, y siguen usando, frases del discurso a su conveniencia para atacarse entre ellos. Imagino al Rey descojonado asistiendo al estreno más reciente de ‘El Gordo y El Flaco’.
Le pregunté a un buen amigo si había visto el discurso y su respuesta fue corta pero elocuente: “desde la época del ‘Mataelefantes, y más, no veo ni me interesa el discurso del Rey”. Su Majestad, el de aquí, no el que está en el exilio en Abu Dabi, nos vendió la moto del asedio que sufre ahora la Constitución, del peligro que se cierne sobre ella, cuando todos sabemos que la pobre Carta Magna del 78 permanece ultrajada prácticamente desde su nacimiento.
Apenas unos días después del discurso del Rey, el Gobierno de España tuvo que prorrogar la batería de medidas anticrisis, entre ellas, la prohibición de desahuciar hasta 2025 a familias vulnerables, familias que se quedan sin techo, también blindadas contra los cortes de suministros básicos de luz, agua y gas. Medidas para intentar suavizar el incumplimiento de derechos que están por el suelo, y mientras, Constitución va y Constitución viene.
La Constitución española dice en su Artículo 47 que todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada y que los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho. ¿Está o no está ya violada la Constitución o seguimos con el sofisma de que apenas está en peligro?
Y unos días después del discurso del Rey, el Gobierno de la Comunidad de Madrid, muy de derechas él, presionado por las protestas de ciudadanos con encierro incluido en centros de atención médica, resolvió nuevos despidos de altos cargos en la cadena de mando de los servicios de salud por la crisis en la atención que desde hace años padecen los ciudadanos, hasta el punto de que profesionales del sector se han atrevido a denunciar que las insoportables carencias ya son causantes de muertes.
Entonces, el desmantelamiento de la sanidad pública en Madrid y la falta de atención a mayores que murieron en residencias por los protocolos de la vergüenza de esta misma Comunidad durante la pandemia, ¿son hechos que violan o no la Constitución?
Apenas unos días después del discurso, Sumar afeó sin tapujos al PSOE, su socio de gobierno, por no compartir la rebaja fiscal al impuesto de las grandes energéticas, “cuando estas empresas tienen beneficios mucho mayores en España que en el resto de Europa y la gente lo está pasando mal”.
Y mejor no hablemos de los bancos que trimestralmente nos restriegan sus beneficios millonarios y la subida de ganancias muy a pesar de los tiempos de crisis. La Constitución “en peligro” manifiesta en su Artículo 31 que todos contribuiremos al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con nuestra capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad. ¿Alguien entiende que deban bajarse impuestos a energéticas y bancos?
Al margen de todo esto, el Rey obvia deliberadamente la realidad, parece importarle solo la perpetuidad de la monarquía, y por obviar, siendo jefe de Estado de un país con peso en la Unión Europea, también obvió la masacre que sufre el pueblo palestino a manos de Israel, y eso que en el discurso navideño de 2022 dedicó cinco minutos a la guerra de Ucrania, debe ser que hay víctimas de primera y víctimas de segunda.
Y si a su Majestad le parece muy lejos Gaza o le son indiferentes las muertes de miles de menores en guerra, esta misma semana, apenas unos días después de su discurso, donde también eludió hablar del cambio climático, pues resulta que un informe científico de la organización Christian Aid desvela que la sequía en España es uno de los diez desastres medioambientales más costosos del planeta con unas pérdidas anuales estimadas en 2.180 millones de euros.
Entre las pérdidas están los cultivos de frutos de la tierra tan importantes para la economía del país como la aceituna, claro, difícilmente sabrá el Rey cuánto vale hoy una botella de aceite de oliva. “Los impactos económicos sirven para entender el coste de la crisis climática”, apuntan desde la entidad redactora del informe.
No es la otra realidad, es la realidad, y si no le importa al Jefe del Estado, sí que debería de preocuparles mucho más a los partidos constitucionalistas que tanto lo defienden.
Recuerdo que el Artículo 1 de la Constitución, antes de decirnos que la forma política del Estado español es la monarquía parlamentaria, sostiene que España es un Estado social y democrático de Derecho que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político. ¿Está o no está ya violada la Constitución?, así que menos campanadas y más realidad.
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