En qué causas sociales están nuestros artistas
“La plataforma Aylan –en honor al niño Kurdo ahogado en las costas turcas cuando navegaba a Grecia- flota ya en aguas del Mediterráneo como la primera construcción marítima de salvamento de refugiados victimas de naufragios. La idea ha partido del grupo alemán Centro para la Belleza Política, fundado y dirigido por Philipp Ruch”
De esta singular manera comienza un artículo de El Mundo en su edición del 18 de octubre. El Zentrum für politische Schönheit (ZPS) ha diseñado una plataforma, la primera de mil unidades, que se dispondrán en el Mediterráneo, con el objeto de ser salvavidas de los que huyen del horror de la guerra, del hambre, y de las penurias, las que han convertido ese mar en un gigantesco cementerio. Las plataformas son financiadas por medio de una campaña de ‘crowdfunding’ (aportaciones económicas por medio de la red, que realizan los simpatizantes de una causa).
ZPS lleva metido en faena desde 2008, con una apuesta de arte para la vida, sin depender de las administraciones públicas, sin mirarse el ombligo, sin considerar que alguien les debe un puesto en la eternidad.
En este escenario, y con la conveniente puntualización de que no creo que los artistas tengan una misión trascendente en la vida, o, al menos, no más que cualquier ciudadano, me pregunto en qué causas sociales están nuestros artistas. Superado, por caduco, el regocijo espiritual ante la obra de arte, olvidados del placer de la belleza, y abandonados al salvaje mercantilismo del mundo del arte, no queda exigencia que hacer al artista, pues ni tan siquiera podemos apelar a su honradez.
Certámenes, bienales, proyectos de autobombo, puestos de asesores, y alguna muestra artística es lo que prevalece en el panorama artístico. Un claro afán de protagonizar el espacio público suele ser lo habitual, y más si el reconocimiento no llega, y, por añadidura, tampoco los garbanzos. Ni ZPS, ni ningún otro artista tendrían, en calidad de tales, la obligación de embarcarse en una obra social, pero sí como ciudadanos. En tanto el compromiso está en la persona, el ciudadano-artista se pone a disposición de la comunidad para materializar y otorgar proyección a una causa social.
Dado que el compromiso es personal y este aparece en el ser humano con independencia del oficio de cada uno, podemos convenir que aquel proyecto de puerto para náufragos es una acción de ciudadanos comprometidos cuyo oficio es el arte. ¿En que andan, por tanto, nuestros ciudadanos cuyo oficio es el arte?
Un páramo, un desierto, con algún oasis. Acaso un espejismo de una charca con palmeras. Nada en el horizonte, ni tendrían por qué, tras las reflexiones anteriores. Nuestros artistas, de manera general, no parecen ciudadanos comprometidos con ninguna causa.
Pedro González (La Laguna, 1927), retrató en 2003 el drama de las pateras, en una magnífica serie, sin que ello pareciera otra cosa que la visibilización y registro de un hecho dramático desde la óptica de un artista. Efectivamente no parece un trasunto de las pateras, sino una visión idealizada de aquel hecho por parte de quien observa y conoce la realidad que le circunda. No parece haber causa social, pues sus pateras entraron en el circuito de los coleccionistas sin que algún recurso fuera destinado al acogimiento de aquellos huidos.
Alguien ha considerado que algunos fenómenos exitosos de relaciones entre artistas y la administración, sirven para todos. Tanto lo han creído unos, y la otra, que andan en la pugna de la búsqueda de alguna vacante donde alguien pretenderá, sin nuestra participación, salvarnos, o darnos la respuesta a cómo debemos habitar nuestro espacio público. Con ello nos salvan de nuestra ignorancia de nuestra poca práctica de uso de la plaza y de la calle. Aunque ya sepamos que la falta de sentido común de quienes diseñan nuestro espacio vital sea lo que nos aleja de ellos. Doy por seguro que en aquella actitud, sí que no hay interés social.
Cáritas, refugiados, el espacio público, no donde colocar veleidades sino aquel que es marco de nuestro bienestar, la pobreza de nuestros vecinos…, son algunos pretextos en los que embarcarse para echar una mano.
Miren a su alrededor, oteen el horizonte y busquen ciudadanos comprometidos. De ellos, anoten cuántos son artistas, y cuántos hacen uso de su solvencia para captar nuestro interés en beneficio de la resolución de algún drama humanitario, de alguna causa social.
Yo tampoco los veo.
Comentarios
1 Garcilaso de la Pega Jue, 22/10/2015 - 17:05
2 Sandro Porquicheli Jue, 29/10/2015 - 07:27
3 ARMANDO RUIZ YEPES Mié, 09/12/2015 - 09:35
Añadir nuevo comentario