El ansiado “oro” de Europa y las convicciones de Platero
Este es mi tercer artículo sobre inmigración ilegal en este medio, supongo que lo he hecho solo movido por lo preocupante de la situación y, también, porque es un reto hablar de un tema muy delicado y sobre el que muchos callan. Cosa que entiendo, tal como está el panorama.
Del segundo de mis artículos –“Las matemáticas canarias versus inmigración ilegal”– ya hacía más de un mes, cuando veo que una señora escribe un artículo sobre él, y para mi sorpresa, parece que se centra en mis supuestas cualidades “intelectuales e incendiarias” más que en alguna otra cosa de interés general, y lo titula: “Tu problema no son las matemáticas José Luis” (sic). Así, sin coma ni nada, ¡a saco! Es alguien que desconozco del todo a pesar del aparente tono familiar que adopta en su escrito. Dice esta señora que a propósito de mis palabras hasta llegó a elaborar un texto más largo lleno de buena “intención académica”. ¡Ahí es nada!
No parece que sea buena académica, no obstante, porque me llama en su escrito ignorante de manera reiterativa y con regusto, y eso no parece muy adecuado desde el punto de vista docente. Menos mal que tengo un espíritu más bien socrático –“solo sé que no sé nada” –, y me tomo esas palabras con cierto desdén de la mano del gran Epicteto, un humilde esclavo. ¡Todo muy antiguo! Pero, tras esta confesada ignorancia mía, no puedo dejar de observar, al tiempo, que no estoy solo en la amplia y variada fauna de los ignorantes, pues hasta existe el caso contrario, ya que frente al ignorante que se reconoce como tal, y que está dispuesto a aprender, está “el ignorante crónico”, condición que acompaña toda la vida.
Me traigo a uno de esos “crónicos” a este escrito, al que llamaré Platero, quien me ayudará a expresar mis ideas en el mismo, y que me perdone tan lindo borriquillo, así como el gran poeta.
Esta señora me trata de pirómano por proponer la intervención de La Armada en la frontera sur para protegernos de las mafias migratorias, ¡acusación de incendiario muy grave por cierto! También intenta darme clases de cómo debo hacer para convertirme en el intelectual que ella entiende que debería ser. Pero yo, buena mujer, me conformo con mi rayito de sol personal, y solo trato de ser feliz con su calorcito, aunque otros conviertan el suyo en un soplete contra el prójimo. Ante ello, no puedo más que sentir lástima por la incómoda situación de replicar un poco y de perder el tiempo en ello. Eso es en lo único en que me afecta esa especie de diatriba suya contra mi persona. Lo ha conseguido. ¡Felicidades! Pero le contestaré acompañado de Platerillo, porque no me atrevo a hacerlo solo.
Me pregunto, borriquillo, si la intelectualidad consistirá en “vomitar” insultos inmersos en conceptos inconexos y deslavazados, todo aderezado con palabras rimbombantes, y hasta con algún latinazgo. Yo creía, amiguito, que la auténtica sabiduría era rica en argumentos y cortés en la cadencia, y ese artículo que pateas, borriquito, solo destila la rabia impotente de los adoradores de Ptono, porque, de cierto, ¡oiga!, tiene muy mal tono. Ante tal despliegue, notorio, de maneras de superioridad, uno, con el sino del canario humilde de siempre, se pliega y espera percibir el seguro relincho, ¡y oiga amigo!, al mínimo descuido, todo troca en hermoso rebuzno, y uno no escucha sino un puro roznar.
–Platero, si alguna vez quieres dejar de ser burro y convertirte en caballo, debes alzarte sobre los demás e intentar brillar, ¡tú puedes! No critiques a nadie, no es bueno vampirizar lo ajeno como única manera de destacar. Eso, no, brincón amigo.
–Un poquito de mala leche sí que tienes, jodío –me replicó el animalito, algo molesto por el no solicitado consejo.
Compañera ciudadana, no soy, ni quiero ser el intelectual que usted quiere que sea, porque me interesa más la sabiduría amable de las charlas sencillas en una bodega, al calor amable de algún vaso de vino, que sus aburridos sermones. En los argumentos “ad hominem” se empieza por deshumanizar al supuesto contrincante con arquetipos –“derecha valiente”– y así, luego, desde esa estúpida comodidad argumental –la de estar ante un arquetipo–, emplear las manidas premisas del arquetipo contrario. Ya no importa lo que diga la otra persona para el que actúa con ese prejuicio, sino que se dice que lo hace bajo el halo de lo que supuestamente representa. ¡Penoso y muy pobre!
Ese José Luis que tanto nombra en su artículo, es solo un padre de familia numerosa que le preocupa nuestro futuro como comunidad. Pero a usted solo la mueve el amordazarme, y si para ello tiene que acusarme de echar gasolina a la situación actual, lo hace sin pudor alguno. Otra vez, muy penoso.
Llegados a este punto debemos cambiar de tercio, por respeto al lector, aunque todavía Platero nos acompañe en alguna frase más, pues es un animal juguetón, y no para de moverse por el prado verde. Ahora hablemos con más fundamento, pues aunque haya alguien que no me tome en serio, quizá alguna persona lo haga. Hablemos, Platero, de inmigración ilegal y de la Armada.
–Sí, eso decía yo, ¿qué es esa tontería del oro de Europa? –me pregunta el borriquillo con cara de hastío.
El “oro” de Europa y la Armada tiene relación, Platerillo. Ese “oro” es lo que permite sostener el estado del bienestar en el viejo continente, y no nace espontáneamente de la tierra, ni está dado, gratuitamente, “per se”. ¡Exige lucha y extracción permanente! Por ese “oro” murió Sócrates, Platero, pues tomó la cicuta para que nadie lo pudiera perjudicar, ni siquiera él mismo.
–¿Oro?, claro el que robaron los imperialistas de Europa. Por lo visto también lo tenía ese Sócrates.
–No, ¡ja, ja, ja!, el oro de Europa del que hablo no es nada material, ¡ni siquiera es algo que venga de la revolución industrial!
Verás, se trata de “El principio de legalidad”, el cual es una de las principales aportaciones de otro tipo de revolución, la Revolución Francesa, la cual es el origen del orden político y el Derecho constitucional occidental. La formulación teorética de ese principio se debe, fundamentalmente, a las ideas de los pensadores ilustrados, en particular, de Montesquieu con su obra capital, “El espíritu de las Leyes”. En dicha obra, el autor francés describe la Ley como algo que deriva de la naturaleza de las cosas, y concibe un sistema político caracterizado por la sumisión de los ciudadanos y de los poderes públicos, a la ley.
–Ese Montesquiú…, o como sea, seguro que se quedó con el auténtico oro para él, y nos dejó a todos con esa cosa tan rara en la cabeza. ¡Me cago en tooo…! Ab uno disce omnes. ¿Y los derechos humanos?
Ese principio, sabio asno, porque ya veo que llevas en tus alforjas hasta frases en latín, supone que no es posible entender “La Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano” sin ponerla en relación directa con el mismo. No hay derecho sin ley que lo garantice, y sin existir un poder coercitivo que lo avale. El principio de legalidad es destacado en el Preámbulo de la Constitución de 1978 y enfatizado con el contenido más amplio posible en el art. 9 al afirmar, en su párrafo uno que los ciudadanos y los poderes públicos están sujetos a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico, así como en su párrafo tres, que dispone que la Constitución garantiza el principio de legalidad.
–Lo constitucional es la absoluta libertad, es un derecho humano poder ir a otro país. También la de los pobres inmigrantes –se alzó con rabia el erudito asno.
Pero, borriquillo, la Seguridad Pública –consecuencia del principio del que te hablaba–, y los Derechos Humanos, como la libertad, guardan una estrecha relación, también. Si desaparece el orden público en Europa, ya no habrá nada, ni siquiera los derechos humanos para nadie, pues todo se esfuma: ¡Nos quedaríamos sin el auténtico “oro” de Europa y, de paso, sin la mejor civilización que haya existido nunca! Volveríamos a las luchas entre grupos, tribus, etnias…, estaríamos ante el caos más espantoso, Platero.
–Tonterías, lo que hace falta no es ese…, falso “oro”, sino que Europa reparta sus perras con los pobres inmigrantes…, ¡faltaba más! Ellos crearán riqueza –se molestó Platero.
Podrían ayudar en nuestro entorno, sí, con nuestro orden público, claro. Pero África tiene más riqueza natural que Europa y mira como está. Es fácil ver que el gran problema de los países empobrecidos, no es el de no tener recursos naturales, sino que lo que pasa es que no existe orden público en ellos. ¡La paz es la base de toda prosperidad del ser humano!
–Que la riqueza se reparta con los pobres y no les pongas un muro que impidan su paso, ¡incendiario!
Sí, es bueno ser solidario, pero con cabeza. No podemos darle nuestro oro –el orden europeo–, porque ello no los hará ricos, solo que Europa será también pobre y de nada valdrá. Pedir el control de fronteras no es alentar el enfrentamiento con los inmigrantes, pues no solo se trata de defender el sistema de vida de los europeos actuales, sino el de ellos también, porque lo será en el futuro, en realidad, ya casi en el presente, mejor dicho. Te explico, si queremos conseguir que nuestros inmigrantes puedan disfrutar también de los logros occidentales, del “oro” europeo, debemos hacer que respeten las leyes, “nuestra única riqueza de verdad”. Todas las leyes, también las de frontera. Solo así podremos recibirlos con dignidad y sin mafias de por medio, como parte de nuestro futuro y presente, y no hacerles comenzar por transgredir nuestras normas antes de llegar, porque eso será una pésima iniciación para ellos, y constituirá algo nefasto para el porvenir de todos. De hecho, amigo, la caída de todas las sociedades a lo largo de la historia coincide con el deterioro del control social. Sí, Platero, nuestra verdadera riqueza es producto de la aplicación de la ley –seguridad jurídica– y la misma nunca es hija del desorden.
–¡Paparruchas!, Europa nunca caerá, es poderosa y rica, pero por el oro de verdad, no de ese que me vendes.
¿Tú crees? Te insisto, si existiera orden público en África, algo por lo que debería apostar más la UE y la ONU si quisiera combatir de verdad a los movimientos migratorios hacia Europa, todo sería diferente allí y aquí. Hay que combatir a las mafias que extorsionan a la gente africana –en especial a las de la migración ilegal–, y también a los grupos terroristas que entran con machete en los pueblos, así tendríamos también allí, la magia del auténtico “oro”. Ese es solo el primer paso, harán falta más, pero con la paz, el hombre o mujer, solitos, ya producen riqueza. Esta no nos viene dada, pues es algo que tenemos que crear, y para eso hace falta las condiciones mínimas: Paz y libertad.
No podemos negar que una Europa que tiene una tasa de natalidad muy baja, necesite de los inmigrantes –sobre todo hispanos en el caso de España–, pero eso no quiere decir que los debamos tener empobrecidos en sus países y en manos de las mafias que monopolizan la migración para así beneficiarnos de baratos jardineros o cuidadores. Los Estados Occidentales deben luchar –sobre todo dejar de explotar las minas con niños, como los franceses– para que la mayoría de los africanos puedan vivir en su propia tierra con sus hijos, y que estos no tengan que estar enclaustrados y desarraigados en un centro de menores en Europa, para luego vivir el calvario de quedarse en la calle en la mayoría de edad sin tener una salida clara, al encontrarse solos y sin apoyo familiar. ¡Tú sabes lo importante que es estar cerca de la familia, Platero!
–Pero tú quieres que los barcos de guerra hundan los cayucos, y eso es inhumano, ¡pirómano! –gritó Platero tras un sonoro relincho que hasta olía a rebuzno, pues la auténtica naturaleza no se puede esconder todo el tiempo.
Eso no es así. La idea de hacer intervenir la Armada y/o la OTAN, ante el problema migratorio ilegal y brutal que sufre Canarias, solo es una mera cuestión de legalidad internacional. Del orden del “buen padre de familia” de nuestro Código Civil, nada más.
–¿Legalidad a cañonazos? ¡Será posible este bruto del campo! ¿De Yaiza?, ¿no?–se creció el animalito al no verme con garrafa de gasolina alguna.
¡¡¡Que no!!! Pedir la intervención de la Armada de un Estado donde impera la ley y los derechos humanos, o de la OTAN, única organización militar internacional que agrupa a Estados democráticos, no es solicitar que se combata los cayucos a cañonazos, Platero. Eso es pura demagogia. Es lo contrario, porque defender nuestro especial “oro” con vigilancia, es proteger nuestra sagrada civilización contra las mafias del tráfico de personas, y poder discriminar cuando estamos ante el inmigrante necesitado de ayuda, y cuándo se debe repeler al mafioso a tiempo, sin que ponga en peligro la vida de nadie. Aunque solo sea atosigarlos con nuestra mirada. ¡Hacer algo!
–¡¡¡Pero los barcos de la Armada llevan cañones!!! –exclamó Platero, ya cabreado ante mis argumentos, pero sin querer escucharlos del todo pues momentos antes había agachado las orejas de manera sospechosa.
También lleva una pistola un policía, Platero. Verás, cuando se llama a un agente del orden porque alguien infringe la ley, no se pretende que llegue con la pistola por delante y mate a quien lo hizo. Muchas veces su presencia es solo preventiva, además, quien piense que una persona normal quiera cañonazos contra seres inermes no es que sea muy fina en el argumento, eso solo se le ocurre, no ya a alguien lego en cuestiones jurídicas, lo cual es razonable, sino a una mala persona. Solo se está pidiendo que se restablezca por la autoridad el orden alterado de una manera sensata y legal, ya que así actúan los funcionarios de un país democrático, también los miembros del ejército. Aunque no hay que negar que el Estado de Derecho se impone de manera coercitiva llegado el caso, pues los Estados ejercen el monopolio de la violencia para bien de la sociedad. Eso es Derecho, nada más. ¡Es así!
Veamos ahora algo de Derecho internacional, Platero, para ver si lo que digo sobre la Armada es un disparate sin base alguna y estoy solo en el argumento.
–No me vas a enredar, lo tengo claro. Pero seguro que en él estarás acompañado por tus amiguitos valientes, supongo –se previno el borriquillo mientras parecía querer iniciar otro alegre trotecillo.
–No tranquilo, lo que diga lo puedes comprobar. ¡Óyeme, por favor!
–¿Comprobar? ¿Con mis amigos que están en contra de eso? Ni hablar, no quiero saber nada –se empecinó el borriquillo clavando sus espejos de azabache, cual escarabajos negros, en mis esperanzados ojos.
–¡Que no…!, es solo Derecho, no derecha.
Verás, el Anexo II de la declaración de Nueva York de la ONU puso en movimiento un proceso de consultas y negociaciones intergubernamentales para el desarrollo de un “Pacto Mundial para una inmigración Segura, Ordenada y Regular”. Este proceso concluyó el 10 de diciembre de 2018 con la adopción del Pacto Mundial por parte de la mayoría de los Estados miembros de la ONU en una Conferencia Intergubernamental celebrada en Marrakech, Marruecos –¡Mira por dónde! –, seguida por la aprobación formal del mismo por parte de la Asamblea General el 19 de diciembre de ese mismo año 2018. Se trata del primer acuerdo internacional que trata de cubrir todas las dimensiones de la migración mundial de un modo holístico e integral. Aplicarlo, supone tener que actuar, no a cañonazos, sino como la oportunidad de abordar con otros Estados los desafíos asociados con la migración en la actualidad, y fortalecer, desde el orden, la contribución de la migración al desarrollo sostenible. Además, ¡mira por dónde, también!, El Pacto Mundial guarda consistencia total con el Objetivo 10.7 de la Agenda 2030 de desarrollo sostenible por el cual los Estados miembros se comprometieron a cooperar para facilitar una migración segura y ordenada.
España, fuera de las visitas a Mauritania y Gambia para la no articulada “emigración circular” –ya que no hay convenio internacional que la defina y comprometa–, nada ha hecho para cumplir con esa declaración de la ONU. Sobre todo, con nuestro vecino Marruecos, a pesar de que ese acuerdo fue adoptado en Marraquech.
El Pacto Mundial ha sido diseñado para brindar apoyo a la cooperación internacional en el ámbito de la gobernanza de la migración internacional sobre la base de sus propias “realidades” y “capacidades migratorias”.
Y todo ello es contrario al caos de cayucos en la Restinga, Platero, y en Canarias toda, como se ve fácilmente por quien lo quiera ver, claro.
–¡Rollos!, no me creo nada, aquí en Canarias estamos preparados, y además los inmigrantes sirven de jardineros y de cuidadores. ¿Qué dices tú, exageraooo…?
Platero, no, eso no es así, y es por ello que hablé en mi artículo de las matemáticas sobre nuestra real capacidad económica canaria para sostener una inmigración descontrolada y muy superior a nuestros recursos y fuerzas. ¡¡¡Podemos colapsar!!!
–Y los que huyen de las guerras, ¿qué? A esos habrá que dejarlos entrar a tropel, aunque no tengamos perras, ¡contable sin compasión! ¡Pobres!
No me ofendo por tus insultos, Platerillo. Veo tu capacidad y debo tolerarlo con paciencia, a pesar de ser un aries. Te explico, es cierto que un Estado no puede negar la acogida de un solicitante de asilo político por imperio del Derecho Internacional, sin embargo, vemos que el “PACTO SOBRE INMIGRACIÓN y ASILO” de la UE, es prolijamente exquisito en la regulación del control de la entrada de gentes perseguidas por motivos políticos o que huyen de guerras, etc. Establece rigurosas reglas en esa acogida, como no podía ser de otra manera. ¡Nada de tropel, Platero!
Efectivamente, el Consejo adoptó el referido pacto el 14 de mayo de 2024, y el mismo establece una serie de normas que servirán para gestionar las llegadas de manera ordenada, crear procedimientos eficientes y normalizados, y asegurar un reparto equitativo de la carga entre los Estados miembros. Dice el texto del pacto que las llegadas masivas de nacionales de terceros países o apátridas a un país de la UE, podrían provocar la ineficacia del sistema de asilo de un Estado miembro, y plantearía consecuencias graves para el funcionamiento del sistema de gestión de la migración de la UE.
–¿Es gasolina este pacto que solo quiere orden y control en la entrada de los posibles asilados?, querido Platero.
–Seguro que solo tratas de confundirme, conozco a los de tu calaña ¡solo un valiente!
–¿De verdad me conoces? Yo creo que no.
–Pero, ¿y los que huyen del hambre? ¿Hay que controlarlos también?
Aunque ese pacto deje fuera a los inmigrantes económicos, pues un Estado no está obligado a recibirlos en virtud del Derecho Internacional, también hay que ejercer un riguroso control sobre ellos por el Estado español, ¡y con más razón! Sería bueno que parecidos mecanismos eviten una avalancha descontrolada de una migración de tipo económico tan desestabilizadora, o más, que aquella que regula el pacto migratorio.
–En Europa suena la ODA DE LA ALEGRÍA, y tú quieres poner muros al hambre. ¡No te digo! –aseveró mientras acariciaba con su hocico unas florecillas–. ¡Insensible!
Platero, ¡por Dios!, ¡me gusta también esa música! Porque verás, hay algo que quizá ignores, existe un organismo europeo que ha sido creado para enfrentar a todo tipo de migraciones hacia Europa, no solo la de asilados, se trata de la “Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas” (FRONTEX). Este organismo puede apoyar a los miembros de la UE y a los países Schengen en todos los aspectos relacionados con la gestión de fronteras, desde el apoyo sobre el terreno hasta la lucha contra la delincuencia transfronteriza, la vigilancia aérea y la recogida de información, todo a fin de ayudar en los procedimientos de retorno, identificar nuevas tecnologías y otras muchas cosas.
–¿Lo sabías, Platero? Ese organismo está en el corazón de Europa y se mueve bajo los sones del admirable Beethoven, sin embargo, no ejerce el control de la inmigración en Canarias con todos los medios adecuados.
¿Quizá sea porque son los Estados interesados los que deben solicitar su intervención así como la entidad de los medios desplegados?
–Por algo será que no se ha hecho. ¡Somos diferentes! Más humanos que nadie, ya te digo, José Luis, José Luis, José Luis, José Luis, y esos son unos burócratas de mierda –replicó Platero con altivo orgullo.
En eso quizá tengas razón. Por eso nuestros políticos canarios acuden al Vaticano ante la inmigración, o se dedican solo a luchar por el reparto de los menores migrantes –algo esencial, no se niega–, en vez de, también, acudir a Europa directamente y exigir el refuerzo de la actuación del FRONTEX en Canarias, y no entretenerse solo en atacar al contrincante político.
Ya sabemos que el ministro Marlaska solo se entrega al hacer humanitario de las ONG cómo única respuesta a la presión migratoria, ignorando en la práctica que estos mecanismos de la UE, con más medios reforzados, no como ahora, por culpa de España, podrían contribuir a paliar el caos desde otro punto de vista que no sea cargando a nuestra gente canaria con esa terrible situación en solitario.
Nuestro incombustible presidente de España, es las tres cosas, para bien o para mal, solicitó en una cumbre de la OTAN la intervención de la organización defensiva en el flanco sur con el objetivo de combatir las mafias de la migración. Sí, literal, eso es así, Platero, él, que no será sospechosos de ser de la derecha valiente, supongo, también lo planteó en la Cumbre de Washington de este año. Quizá con la boca chica, pero lo hizo.
¡Platero, tendrás que decírselo a tu amiga para que lo acuse también de pirómano!
Sin embargo, por desgracia, no tenemos noticia de que se haya activado ese protocolo de actuación ante el organismo defensivo –debe hacerlo España–, a pesar de la inspiración del presidente al calor de la oratoria y ante las miradas de otros lideres mundiales.
Pero es que ni siquiera se ve la intención de España de solicitar los medios suficientes del FRONTEX –hoy testimonial– en Canarias y en Ceuta, algo que es, sin embargo, muy fácil de conseguir.
¡Solo una esperanza! El director ejecutivo de FRONTEX, Hans Leijtens, ha anunciado que tiene previsto viajar a Canarias, donde según él existe una “muy preocupante” situación por el aumento de las llegadas de migrantes irregulares, e indicó que la agencia europea está preparada para ayudar a España de verdad, con más medios, si así lo solicita, cosa que no ha hecho hasta ahora, según él mismo lamentó. ¡Increíble!
–¿Alguna razón habrá? Mi amiga seguro que lo sabe.
–Yo no lo sé, Platero. Lo reconozco.
–¡Es que eres un ignorante!
–Solo eso sé, Platero, que no sé nada, tal como mi admirado Sócrates, me consuelo en pensar.
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