No estaría mal un poco de responsabilidad, cada uno en su ámbito, porque el problema es grave (sobre todo para algunos). Tampoco estaría mal fijar el foco (si es que se quiere) en quién se lleva la peor parte: los que llegan en esas condiciones, los que mueren por el camino, los que son deportados… Incluso los que se quedan.

Ante esta catástrofe humanitaria, resulta obsceno escuchar que somos los que estamos aquí quienes necesitamos ayuda: que estamos desbordados, que no soportan más nuestras infraestructuras, que necesitamos apoyo, que los recursos se derivan hacia ellos y no hacia nosotros…

Respecto a la prensa, y por poner solo los más recientes. ¿Son necesarios titulares así? “Una nueva avalancha de pateras amenaza los dispositivos de acogida de Lanzarote”. O este: “Lanzarote se colapsa. Las 30 pateras llegadas en estos días han tensionado todas las infraestructuras y servicios de la isla” ¿Todos los servicios, de verdad? ¿Sin matices?

Sobre la Policía: ¿es necesario contestar a los ciudadanos que no pueden acudir a sus llamadas que es porque están atendiendo a los migrantes en el Puerto? Porque la relación causa-efecto es sencilla: les protegen a ellos y no a nosotros.

Y, sin embargo, son completamente necesarios más medios, más infraestructuras y más personal para atender bien a todas estas personas, no solo para garantizar sus derechos o por razones humanitarias, que es lo principal, sino también para garantizar precisamente que no se detraigan recursos de la población local y se siembre la semilla del odio: porque es injusto y es irresponsable.

El Gobierno central, que es quien tiene las máximas competencias, está jugando con fuego. Si no hay una atención correcta que no genere ninguna tensión ni reste servicios, no solo consigue el caos, sino que alimenta un debate estéril de enfrentamientos: entre instituciones, y entre el nosotros y ellos.

No puede decir el Gobierno que no sabía lo que iba a pasar en cuanto las condiciones del mar lo permitieran. Lo sabía. Hacen faltan otras infraestructuras de acogida y más personal. No se puede tratar algo recurrente como si fuera excepcional. ¿Tan difícil es ver que no es una crisis puntual sino una catástrofe repetida?