REPORTAJE

Una empresa recién creada hace cactus de tela como souvenir de Lanzarote

Fotos: De la Cruz.
S.G. 2 COMENTARIOS 11/06/2015 - 11:49

“La idea surge porque notamos que faltaba un souvenir bonito de la Isla, hecho aquí y no en China y que estuviera vinculado a algo local, que no fuera una bailaora flamenca -dice Álvaro de la Torre –, y dándole vueltas al tema, pensamos que los cactus son una de las cosas que puede identificar a Lanzarote”.

Así nació ‘Yo cactus de Lanzarote’, una empresa que hace souvenirs de forma artesanal, uno por uno. Hace cactus de tela, de colores, con relleno y con maceta, y aunque el patrón es el mismo, nunca salen dos iguales. El relleno está hecho de almohadas, de cola, de papel de periódico y de arena, y la maceta está pintada con pizarra para que se pueda escribir (y borrar y volver a escribir) sobre ella.

“Es una oportunidad de tener como recuerdo un objeto vinculado a Lanzarote”, dice De la Torre, que fundó esta empresa junto con su socio hace sólo unos meses. Trabajan con cinco modelos básicos de cactus, relacionados con cinco zonas de la Isla: Timanfaya, La Geria, Guatiza, Chinijo y Famara, y en el blog de la empresa aparecen, como el famoso gnomo de la película ‘Amelie’ que viaja por todo el mundo, fotografiados en parajes de la Isla, persiguiendo las huellas de Almodóvar en el Charco de los Clicos, dando un paseo por el mercadillo de Teguise o en el Faro de Pechiguera, las Salinas de Janubio, las playas de Papagayo y la iglesia de Los Remedios en Yaiza.

“Así, de alguna forma, también hablamos de la isla y la enseñamos, pero sin aburrir porque pierde la gracia”, dice Álvaro. Los dos socios vienen del mundo periodístico y del arte, viven en Lanzarote desde hace once años y ya trabajaban antes con telas desde una tienda abierta en Marina Rubicón y que cerró en el año 2012.

Los cactus se venden en varias tiendas de decoración y artesanía en Haría, San Bartolomé, la Villa de Teguise, el puerto Marina Lanzarote o el vivero Flower power de Mácher pero también se comercializan online y se envían a cualquier lugar dos meses aunque la gestación ha sido más larga. Por el camino pasaron por la Cámara de Comercio para pedir asesoramiento y ver si el proyecto era viable. “Hasta ahora hay buena aceptación aunque cuesta porque el trabajo minorista va muy poco a poco y hay que ajustar los precios”, asegura Álvaro.

Ahora están intentando conseguir el carné de artesanos, aunque no se trate de artesanía tradicional, “porque es un trabajo hecho completamente a mano y las técnicas, al fin y al cabo, son las mismas”. Es una manera de llegar a más gente y a otros públicos y de que los cactus puedan viajar también y llevar a otras partes del mundo un pedacito de la Isla en que nacieron.

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