Nueva vida para los cuentos portuarios de Leandro Perdomo
La Fundación Puertos de Las Palmas reedita el segundo libro del escritor, ‘El Puerto de La Luz (Tipos y estampas)’, con prólogo de Félix Delgado
En el prólogo de la segunda edición de El Puerto de La Luz (Tipos y estampas), el propio autor, Leandro Perdomo, decía que los dos libritos (que acabaron componiendo uno solo) no tuvieron prólogo. “Nacieron desnudos, desasistidos, como tantos isleños allá en la época. No hubo nadie, escritor o no escritor, que les dedicara unas líneas previas de presentación”.
“Sin prólogo ni nota preliminar ni epílogo se botaron a la calle escuálidos, solitarios, desarrapados, desapadrinados”. En ese prólogo, el autor explicaba la situación social de pobreza y hambre en los “tiempos esplendorosos de la dictadura capitalista, caciquil y sotanil” en que nacieron esos dos libritos cuando “no se vislumbraban las letras canarias por ningún sitio”, no había planes culturales, ni un simple periódico o revista que hablara de arte, literatura o política y “solo interesaba propagar el fútbol y ensalzar el régimen”.
Perdomo añadía que en esos cuentos que conformaron aquel libro, aquellos libritos, “está reflejada la realidad”. “Al compás de sus páginas el lector encontrará el testimonio vivo de unos hechos que acaecieron y unos hombres y unas mujeres que vivieron en carne y alma a pesar de todo, de tanta penuria humana, de tanta miseria, de tanto abuso y sarcasmo y atropello”.
A ese prólogo le siguió en aquella segunda edición otro muy breve de Ventura Doreste que afirmaba que Perdomo no es un autor melindroso ni un retórico vocinglero y que sus condiciones espirituales y su experiencia vital han hecho que la comprensión y la ternura, “forzadamente veladas, sean cualidades supremas en todos sus escritos”. En él predomina la “observación de las costumbres, señaladamente localizada en los barrios y aledaños marineros de nuestra ciudad”.
La tercera edición, a cargo del Ayuntamiento de Teguise y de Puertos del Estado, también tiene prólogo, escrito por Félix Delgado, historiador, archivero en Teguise y que ya fue comisario de una exposición sobre el escritor lanzaroteño con motivo de su centenario.
No hará falta, por tanto, ni que la escriba el propio autor ni que se lamente de que nadie la escribió. El libro sigue teniendo la misma portada que tuvo, el mismo diseño, con un dibujo de Manolo Millares, y otros que se reparten en el interior. El escritor y el pintor, que también había vivido en Arrecife y cuyo padre, Juan Millares Carló, dio clases en el instituto de Arrecife, se frecuentaban en Las Palmas.
También tiene, como es normal, los 17 relatos o cuentos originales, comenzando por El Puerto y La calle Ripoche y siguiendo con otros que llevan nombre de lugar, de lugares de la ciudad que se describe, Las Palmas de Gran Canaria, como La Isleta, La Puntilla, La plaza, La bahía o de personajes como Maestro Santiago el pajarero, Luciano, Los cambulloneros, Maestro Juan el del calafate o Maestro Pepe, entre otros.
Delgado recoge ahora en su prólogo la vida de Perdomo, un repaso desde sus años de editor de Pronósticos en Lanzarote y su llegada a Las Palmas para continuar con su publicación, antes de su viaje como emigrante a Bélgica y su vuelta a Teguise, a la casa familiar.
Fue una existencia, como dice, indisociable de su obra literaria “no solo porque las circunstancias y los nutrientes fueran los mismos, sino, principalmente, porque Leandro se nos ha desvelado como persona íntegra y valiente, de hacer y decir parejo” que supo proyectar su experiencia y su forma de pensar “hasta en las creaciones más imaginativas”.
En ese prólogo se explica parte de su obra y se cuenta su vida, ya conocida para muchos, aunque centrándose en esa etapa en la capital grancanaria desde 1946, que es a la que pertenecen la realidad de estos relatos.
Leandro Perdomo se había trasladado para poder seguir sacando adelante Pronósticos, su periódico, e instaló la redacción en la imprenta Espino, en el número 45 de la calle León y Castillo. El periódico, donde firman personajes ilustres de la época, le sirvió a Leandro para establecer o consolidar relaciones en su ciudad de acogida. Pero no era suficiente para subsistir y mantener una familia que iba creciendo.
Dibujo de Manolo Millares.
Perdomo trabajó como cambullonero, cargador de muelle, vendedor ambulante de tejidos o de libros o guía turístico
Perdomo trabajó como cambullonero, cargador de muelle, vendedor ambulante de tejidos o de libros o guía turístico. La familia tuvo que dormir en alguna ocasión al aire libre, en una cueva en el Barranco de Bata o en un gallinero de azotea, ya que no le permitían acceder a las casas baratas.
Leandro Perdomo, señala Delgado, es testigo del desarrollo del Puerto de la Luz y se siente atraído por su realidad sociológica y vital, “por la relación entre los hombres y de estos con el territorio y el mar”. Perdomo fue un maestro de la costumbre, de la narración del detalle cotidiano, desde lo dramático a la ocurrencia humorística.
Fue un buen lector e intentó que su estilo fuera coloquial y directo, más cercano al periodismo o a la conversación. Transmitió con su escritura lo que escuchaba a la comunidad donde vivía. “Sus libros querían ser sinceros, costase lo que costase, aunque eso le enturbiara e hiciera el camino áspero y difícil”, señala Félix Delgado.
Seis libros
La primera edición de El Puerto de la Luz. Tipos y Estampas es de 1955, y sus cuentos se suceden en el primero de los recintos portuarios de Las Palmas de Gran Canaria. Es el segundo libro de Leandro Perdomo después de Diez cuentos (1953). Además de estos dos libros publicó cuatro más, el último de ellos Nosotros los emigrantes en 1979.
También escribió en periódicos como Falange, La Provincia o Lancelot, y fue editor de dos periódicos: Pronósticos, entre 1946 y 1948, y Volcán, una publicación editada en Bruselas para la emigración española en los años sesenta.
Portada de la nueva edición del libro.
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