Los vigilantes de El Jable: un grupo de voluntarios hace un seguimiento a las especies
Desde principios del año 2015, un grupo de voluntarios, en su mayoría aficionados a la ornitología y preocupados por la conservación de las especies vegetales y animales y del paisaje, comenzaron a reunirse para plantear que se tenía que hacer algo en El Jable. Esta zona es un hábitat único con interés arqueológico, agrícola y, sobre todo, biológico, porque alberga la mayor concentración de aves esteparias en la Isla, como la avutarda hubara, el corredor sahariano, el alcaraván o la terrera marismeña, además de ser un refugio importante para aves migratorias en primavera y otoño.
El Jable está declarado como Zona Especial de Protección de Aves (ZEPA) pero, sin embargo, no hay censos actualizados del número de ejemplares ni un diagnóstico de la zona. Tampoco hay vigilancia de ningún tipo pero sí hay peligros: quads, perros en zonas de anidamiento, personas peinando la zona en busca de papas crías...
Este grupo de voluntarios, que forma la asociación Viento del Noroeste, decidió comenzar una iniciativa de vigilancia del lugar para hacer un censo, tanto de animales como de plantas. El proyecto se llama Desert Watch, y hace un año ya firmaron un convenio con el Ayuntamiento de Teguise para desarrollar este trabajo de vigilancia.
Al mismo tiempo, establecieron contactos con la Oficina de la Reserva de la Biosfera, así como con personal investigador y técnico de la Estación Biológica de Doñana para consultas relacionadas con las especies, la metodología y el mapeo del territorio y con profesores de varias universidades interesados en el hábitat y dispuestos a ayudar con asesoramiento en diferentes ámbitos.
La asociación Viento del Noroeste lanza el proyecto Desert Watch, que culminará con la creación de un centro de interpretación
Estos guardianes de El Jable ya han cumplido un año de trabajo aunque aún no hay datos fiables sobre el número de animales que se mantiene en este ecosistema, pero “la experiencia dice que va a menos”, dice Carmen Portella, una de las impulsoras de la iniciativa. Los voluntarios no sólo censan las aves sino también las especies vegetales “porque es imposible cuestionar la interrelación entre las unas con las otras”, y también aprovechan para hacer limpiezas de la zona.
Para registrar los datos que recogen en el terreno se pusieron en contacto con la Universidad de Barcelona, que ha desarrollado la aplicación de móvil Zamiadroid, para captura de datos biológicos. El profesor Xavier Font se desplazó a la Isla el año pasado para impartir un curso sobre esa metodología tanto a los voluntarios como a los coordinadores científicos del proyecto, y no ha sido la única charla.
Desde el mes de noviembre la asociación ha contado con ponencias de expertos de la Reserva de la Biosfera, de la Estación de Doñana, de la Universidad de Las Palmas, de Tragsa o de WWF, sobre cuestiones tan diversas como las aves del lugar, el tipo de cultivo, la flora, los caracoles o el Archipiélago Chinijo. Y una intervención de lujo, como fue la del profesor de la Universidad de Hamburgo, Horst Wilkens, el pionero en la investigación del Túnel de la Atlántida, en Jameos del Agua, y que es una especie de padrino de este proyecto.
Las colaboraciones con las universidades no se quedan ahí. Dos estudiantes de la Universidad de Varsovia, Anna Kamilewicz y Joanna Zabicka, desarrollaron un censo de aves entre Caleta de Caballo y Soo durante esta primavera. Se trata de su trabajo de fin de carrera y pretenden demostrar la calidad en las poblaciones de aves tan características de El Jable.
Además de hacer el censo, trasladaron a los voluntarios de la asociación “las actuaciones negativas que el hombre genera en la zona, como la creación de vertederos ilegales y los daños que el tráfico rodado incontrolado ocasiona en este Espacio Natural Protegido”.
Este pasado mes de julio también estuvo estudiando El Jable otro estudiante, Matthew Scarborough, en este caso de la Universidad de Chester (Reino Unido) y especializado en comportamiento animal. Para su investigación eligió al corredor sahariano “porque tiene un comportamiento social muy complejo” que depende del tipo de arena en la que vive.
Para registrar los datos que recogen en el terreno se pusieron en contacto con la Universidad de Barcelona, que ha desarrollado la aplicación de móvil Zamiadroid
El Jable, según este estudiante “es un lugar fascinante. A primera vista parece que no hay nada pero mirando más de cerca impacta con la cantidad de vida que alberga; vida muy especial y muy especializada, aunque es un hábitat bastante pequeño y frágil donde las especies animales y vegetales dependen una de la otra y esto lo hace más vulnerable a la creciente presión de actividades humanas”.
Portella destaca que estas colaboraciones con las universidades “son un impulso y una motivación para los voluntarios”. Desert Watch también ha establecido contactos con algunas organizaciones no gubernamentales del Reino Unido, como el Leicestershire & Rutland Wildlife Trust y British Trust of Ornithology para un posible intercambio de voluntariado, y colabora en la Isla con la empresa Lanzarote Active Club y con la sociedad agraria de transformación El Jable.
Además de recopilar información, en Desert Watch consideran que es necesaria una campaña de divulgación que incluirá una exposición fotográfica y de objetos relacionados con El Jable, charlas para colectivos escolares y organización de paseos en el campo, folletos informativos y pegatinas y la elaboración de mapas y códigos de comportamiento.
Otro de los objetivos del proyecto es la posibilidad de crear puestos de trabajo para personas implicadas en la conservación, ya que el turismo ornitológico está en auge en todo el mundo y ha aumentado en los últimos años el interés en El Jable. El proyecto pretende fundar una cooperativa donde los voluntarios accederán a la posibilidad de trabajar como guías ornitológicos, al mismo tiempo que vigilarán el hábitat.
Desde el proyecto Desert Watch también existe el compromiso de promover el equilibrio y buscar cooperación con los agentes de usos tradicionales responsables, como la agricultura tradicional y el pastoreo, incluyéndolos en todas las campañas de concienciación y promoción.
“Tenemos la esperanza de que Desert Watch pueda constituirse como el primer proyecto de conservación que engloba todo un hábitat y sea seguido por otros similares centrados en los diversos y únicos espacios naturales de la isla y queremos crear un ejemplo a seguir y mostrar tanto a residentes como a turistas que es posible aproximarse a un espacio protegido de manera sostenible, creando beneficio para diferentes sectores, pero sobre todo para la naturaleza”, señalan entre sus objetivos. Finalmente, la parte más ambiciosa del proyecto consiste en la apertura de la Casa del desierto, un museo y un centro de interpretación de El Jable en un inmueble que va a ceder el Ayuntamiento de Teguise.
Plano de la futura Casa del desierto.
Comentarios
1 Anónimo Jue, 11/08/2016 - 12:14
2 Famara Jue, 11/08/2016 - 14:10
3 conejero Jue, 11/08/2016 - 23:03
4 majo Vie, 12/08/2016 - 13:54
5 Maria Jue, 18/08/2016 - 13:00
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