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La carrera por acorralar al coronavirus en Lanzarote: “No nos podemos relajar”

El director médico del Hospital José Molina Orosa señala que en estas condiciones, con el puerto y aeropuerto cerrado, la situación está controlada. El reto es la reapertura de las comunicaciones

El director médico del Hospital José Molina Orosa, Carlos García Zerpa. Fotos: Adriel Perdomo.
Saúl García 0 COMENTARIOS 13/05/2020 - 08:06

“Hay que seguir con las medidas de forma gradual, escalonada, sin prisa, porque si no puede haber un rebrote pronto”, advierte el director médico del Hospital José Molina Orosa, Carlos García Zerpa. Aunque cree que no lo habrá en el corto plazo.

Entre el 24 de abril y el 7 de mayo no se registraron nuevos casos en Lanzarote. El primer positivo tras ese periodo de tregua, una persona de 75 años, se confirmó el 8 de mayo. Ese segundo viernes del mes se confirmó también la sexta muerte de un paciente con Covid-19 en la Isla: una mujer de 84 años que había estado ingresada en el Hospital. Hasta ese momento, la Isla tenía 11 casos activos de 85 detectados. Luego bajó a siete. Fuerteventura solo uno, en cuidados intensivos, de 44 detectados.

Con todo, el director médico del Molina Orosa considera que se puede decir que el “virus activo con capacidad realmente infectante” no está extendido en Lanzarote. El periodo medio de incubación del coronavirus es de unos cinco o siete días, “ampliando el margen a otros quince días más”, pero en las últimas semanas no había aparecido ningún caso con síntomas graves.

Especifica, eso sí, que esta situación se produce “con estas condiciones”, tanto de confinamiento, principalmente, como con el hecho de que el aeropuerto y el puerto están prácticamente cerrados, sin tránsito de personas.

Estas apreciaciones coinciden con las declaraciones del director del Servicio Canario de Salud, Antonio Olivera, que asegura que el coronavirus Covid-19 “ya no está en la calle en las Islas, salvo en algún foco muy localizado”, después de que se hayan completado unas 3.000 pruebas sin positivos, y que, por tanto, “los riesgos con muy limitados en la situación actual”.

Eso sí, el próximo reto se producirá cuando se abran las fronteras. Se puede llamar “de momento” a la tranquilidad, según García Zerpa, y si vuelve el brote, la sanidad de la Isla estará “muchísimo mejor preparada que al principio”, porque ahora la situación es buena pero ha habido momentos de incertidumbre. La crisis sanitaria “lo cambió todo”.

En el Hospital José Molina Orosa, en vista de cómo estaba la situación en Italia o en Madrid, “viendo que se hablaba en otros hospitales que se iba a seleccionar a quién tratar a y a quién no, cuando en una situación normal se puede tratar a todos”, destaca Zerpa, comenzaron a preparase antes de que fuera tarde. “Nos pusimos en la peor situación y de ahí partimos”, asegura.

El peor escenario arrojaba el cálculo de tener a 25 personas a la vez intubadas en cuidados intensivos. Por eso pasaron de las diez camas que había en cuidados intensivos a contar finalmente con 34, transformando quirófanos y ocupando otras zonas del hospital.

No han sido necesarias finalmente porque solo ha habido nueve personas en ventilación mecánica al mismo tiempo. “No queríamos que nos pillara desprevenidos y llegar a una situación caótica”. Pero no siempre estuvo claro.

Los momentos más duros llegaron al principio, cuando el problema solo permitía ver el horizonte de cada día o de cada semana. En la primera semana había un paciente con ventilación pero en la tercera ya había nueve, “y venían sesenta o setenta personas a urgencias cada día con síntomas, con problemas respiratorios” y había que aislarlos.

Además, una persona en la UVI que necesite intubación, con este virus, permanece una media de treinta días, y si aparecían muchos casos al mismo tiempo iban a tardar mucho tiempo en quedar libres esas plazas La situación se podía ir de las manos con un ritmo comparable al de otros lugares. Que el confinamiento llegara cuando solo se habían detectado tres casos parece una cuestión clave en el escaso avance que ha habido después.

El hospital se puso rápidamente en marcha, con reuniones diarias de una especie de comité de crisis formado, entre otros, por la directora del área, el director médico, el gerente, la jefa de enfermería, las directoras de enfermería y medicina de atención primaria, la de medicina preventiva, y los de riesgos laborales y salud laboral.

“Desde el punto de vista humano lo hemos llevado mal”, reconoce el director médico, porque ha sido estresante para los pacientes, para sus familias y para el personal. “El estrés causado es tremendo porque tenían que estar aislados, sin comunicación” hasta que idearon un sistema con tablets para que los familiares tuvieran información más directa.

La plantilla

Ahora será clave la atención primaria para los casos nuevos y habrá que seguir con algunas prácticas, como las consultas por videollamada. En cualquier caso, hasta que no haya una vacuna o el virus no sea tan letal, habrá que mantener la cautela

“El hospital al completo se puso en marcha, todo el mundo ha estado aportando para ver cómo afrontábamos la situación”. García Zerpa cita especialmente a medicina interna o neumología, que ante la ausencia de tratamiento para el Covid 19 estaban en contacto con otros especialistas de otros hospitales y vieron qué tratamientos evolucionaban mejor. “Fuimos conociendo el comportamiento del virus y estamos mucho mejor que antes”.

Destaca que la plantilla está formada por “muy buenos profesionales” y que “todos han dado más del cien por cien”. Los intensivistas han pasado de estar de guardia cada siete días a estarlo cada 36 horas, los de medicina interna han duplicado su guardias, igual que los anestesistas o los tres microbiólogos que han estado de guardia prácticamente todos los días.

El Hospital José Molina Orosa cumple con los parámetros hospitalarios exigidos por el Ministerio de Sanidad para que Lanzarote pase a la fase 1 de la desescalada. Ahora hay que volver a poner a funcionar el hospital de nuevo en su totalidad, “aunque -matiza el director médico- no se ha dejado de llamar a la gente”, pero se han limitado las consultas y las operaciones para minimizar riesgos.

Ahora será clave la atención primaria para los casos nuevos y habrá que seguir con algunas prácticas, como las consultas por videollamada. En cualquier caso, destaca García Zerpa, hasta que no haya una vacuna o el virus no sea tan letal, “no nos podemos relajar”.

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