MEDIO AMBIENTE

La calima: una invitada con ínfulas de anfitriona

Desde hace tres años se suceden más episodios de calima en invierno de forma intensa, pero aún no se sabe si se trata de un nuevo patrón del clima o si es una anomalía

Saúl García 0 COMENTARIOS 23/05/2023 - 06:56

“Sabemos que ha habido picos importantes de calima en los últimos años, en 2020, 2021 y 2022, pero no sabemos si ya es un patrón que ha venido para quedarse o es algo pasajero”. Emilio Cuevas es director del Centro de Investigación Atmosférica de Izaña, de la Aemet. Cuevas estudió el famoso episodio de febrero de 2020, el más intenso de los que se han registrado y que obligó a suspender los carnavales y a paralizar la navegación aérea, entre otras consecuencias.

Pero después vinieron más: en julio, septiembre y diciembre de 2021 y en enero, febrero, noviembre y diciembre de 2022. Señala Cuevas que siempre se han producido episodios de calima, pero que una de las diferencias sustanciales es que ahora se producen más en invierno, y por sus características, afectan más a la población.

En verano, el alisio hace que el polvo en suspensión se eleve, pero en invierno se produce a nivel del mar. Una DANA es una depresión aislada en niveles altos. Habitualmente se producen al norte del Cantábrico pero, en estas ocasiones, se desplazan hacia el sur porque el sistema de anticiclones en Europa central las bloquea y no deja pasar el flujo de aire. Hace que se produzcan fuertes vientos que arrastran el polvo hasta el Archipiélago.

¿Por qué pasa esto más a menudo? “No se sabe, no hay nada concluyente”, señala. No es posible atribuir estos episodios concretos al cambio climático, al menos de momento. “Sí se sabe que están aumentando los fenómenos no frecuentes, porque la atmósfera no es la misma que hace años y hace cosas raras, y esto forma parte de esas rarezas”, asegura Cuevas.

Para saber si es un patrón o una anomalía, tendrá que pasar más tiempo. “Sabemos que va a haber cambios, que las cosas no van a ser como antes, pero esto aún no lo tenemos claro”. Los estudios sobre las intrusiones de polvo sahariano no son muy antiguos. Tienen solo unos 40 años y por tanto es una serie muy corta. Cuevas, junto a Celia Milford y Sara Basart, publicó el estudio llamado Brote de polvo del desierto en Islas Canarias (febrero 2020): Evaluación e impactos que determina que ese brote, entre el 22 y el 24 febrero de hace tres años, fue el episodio de polvo más ampliamente informado en los medios españoles en su historia.

“No podemos afirmar una relación de causa y efecto entre cambio climático y el episodio de polvo analizado en este informe, pero es muy posible que este episodio de polvo anómalo de febrero de 2020 y el extraordinario evento de polvo de junio de 2020, conocido como Godzilla, hayan ocurrido como resultado de cambios en los procesos atmosféricos que podrían estar teniendo lugar debido al cambio climático”, señala dicho estudio.

“Lo más probable es que los episodios sin precedentes de transporte de polvo que ya estamos empezando a registrar estén conectados a dos consecuencias directas del cambio climático: el cambio de la circulación tropical relacionado con una expansión hacia los polos de la celda de Hadley, y el cambio de circulación extratropical, manifestado por un desplazamiento hacia los polos de la zona de fuertes vientos del oeste en las latitudes medias”, dice el texto.

Alfredo Benjumeda, alergólogo.

Están aumentando los fenómenos no frecuentes, porque la atmósfera ya no es la misma

Las estaciones de calidad del aire de Canarias registraron tres picos de concentraciones de partículas finas (PM10 y PM2.5) que excedieron los 3.000 y 1.000 microgramos por metro cúbico, respectivamente. El límite para considerarlos nocivos para la salud está en 50 y en esta ocasión se multiplicó por veinte. Se trata de la peor calidad del aire registrada nunca en Canarias.

Aquel episodio tuvo una larga serie de consecuencias: visibilidad reducida a cien metros en algunos puntos del Archipiélago y cancelación de vuelos. La producción de energía solar fotovoltaica también se redujo notablemente y se alargó hasta un mes después de la calima, provocando unas pérdidas de alrededor de un millón de euros.

Entre los impactos ecológicos se puede apuntar una disminución drástica en la concentración de pólenes y esporas de hongos, llegada de especies de aves vagabundas o invertebrados. Al polvo le acompañan sulfato, nitrato, hierro vanadio o níquel que llegan a Canarias desde las zonas industriales de Marruecos, Argelia y Túnez, aunque según dice Cuevas, en cantidades que están muy lejos del umbral del daño a la salud.

Por otra parte, la calima también puede transportar algunos patógenos potencialmente dañinos para los seres humanos, bacterias que pueden causar enfermedades a personas con el sistema inmune dañado, hongos que agravan las alergias o virus causantes de enfermedades gastrointestinales y, por supuesto, ácaros.

El estudio de Cuevas señala que alrededor del 70 por ciento del exceso de ingresos hospitalarios registrado durante el primer trimestre de 2020, atribuibles a polvo, correspondieron sólo a aquel episodio.

Alfredo Benjumeda es alergólogo del Hospital José Molina. Dice que la calima influye mucho en las enfermedades respiratorias. El polvo en suspensión irrita la nariz y los bronquios y afecta también a personas no alérgicas. Además, esa mayor concentración de ácaros afecta doblemente a los alérgicos. Dos o tres días después de los episodios de calima, aumentan las visitas a Urgencias por problemas respiratorios.

En los últimos veinte años no se ha detectado, desde el punto de vista clínico, un empeoramiento general del asma en la Isla. Sí que han aumentado otras alergias, como las producidas por alimentos en menores de dos años o las alergias a medicamentos, e incluso se detecta una gran incidencia a la flor del olivo. “No se sabe por qué y aparecen síntomas durante todo el año”, dice Benjumeda. “Puede ser que tenga relación también con la calima, que haya tanta que el polen del olivo la entienda como un agresor externo y aumente su protección y por tanto sea más alergénico, pero eso está por demostrar, es solo una teoría”, apunta.

Desde el punto de vista de las alergias, las islas orientales no son buenas zonas para vivir. Otro efecto que tiene la calima es que significa un aumento de la temperatura y de la concentración de ácaros, y por tanto los alérgicos empeoran. “Es un clima muy hostil para el alérgico. Si hay más concentración y más episodios, los alérgicos están peor, claro”, dice el doctor. “Yo estoy bien, pero los días de calima tengo que echarme ventolín”, es una frase que repiten muchos de los pacientes a los alergólogos.

Berta Román, neumóloga.

Desde el punto de vista de las alergias, las islas orientales no son buenas zonas para vivir

La situación general mejoró por el uso de las mascarillas por el coronavirus pero tras eliminarse su empleo vuelven de nuevo las crisis asmáticas. Tanto Benjumeda como Berta Román, neumóloga del Hospital José Molina Orosa, recomiendan el uso de la mascarilla en los días de calima para evitar estas crisis, sobre todo para las personas a las que más les afecta.

Román relata el calendario de la calima respecto a los síntomas. Dos días antes de su llegada la notan aquellos que tienen rinitis, durante los días de calima la percibe toda la población y dos días después comienza el aumento de consultas médicas u hospitalarias, principalmente de asmáticos, enfermos de Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), con inflamación de los conductos bronquiales, pero también con rinitis, picor de ojos, congestión de nariz o falta de aire.

Todos esos síntomas aparecen por urgencias y algunos pacientes necesitan un ingreso hospitalario por inhalar el polvo sahariano y otros una medicación de rescate. Los neumólogos aconsejan que durante esos días de los episodios de calima, las personas que se vean más afectadas no salgan de casa, “porque seguro que van a empeorar”, señala Román, que dice que muchos de ellos ya son conscientes y esos días no salen.

Los médicos recomiendan cumplir a rajatabla con la medicación y los tratamientos. No hay estadísticas sobre cuánto o cómo afecta la calima a la salud. “Sabemos que la contaminación empeora la salud, pero con la calima lo desconocemos, es probable, pero no es seguro”, dice Román.

Por otra parte, hace tres años un grupo de científicos dirigidos por el cardiólogo del Hospital Universitario de Canarias Alberto Domínguez, y el físico Sergio Rodríguez, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), concluyó que la calima provoca inflamación en el tracto respiratorio que recorre la faringe y los bronquios. Una exposición prolongada a la calima podría dañar la mucosa que recubre las vías y derivar en el desarrollo de una enfermedad pulmonar obstructiva crónica.

Episodio de calima en Tabayesco.

Ecosistemas

Cada año, los desiertos emiten 5.000 millones de toneladas de polvo. Sólo el del Sáhara genera más de 1.000 millones y ese polvo también tiene una parte positiva. “Sin el polvo del Sáhara no existiría el Amazonas”, dice Emilio Cuevas. El polvo del desierto ha viajado a lo largo de la historia hasta aquel continente y se convierte en el principal nutriente de la selva, al igual que sirve como fertilizante para el crecimiento del fitoplancton en los océanos. Muchos ecosistemas no existirían sin ese polvo tan dañino para los alérgicos y los asmáticos.

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