En la zona de El Jable tan solo queda una autorización en vigor para extraer arena. Es la única zona minera que hay en la Isla para este tipo de material y es la única cantera en vigor, según señala la Consejería de Turismo, Industria y Comercio del Gobierno de Canarias. Se trata de una concesión a la empresa Indelasa en la zona conocida como Hoya de Medina, autorizada hasta el año 2025.

Sin embargo, en la zona no ha dejado de haber un trasiego de palas y camiones que extraen en diferentes puntos de este espacio natural. La asociación Viento del Noroeste calcula que ha habido hasta nueve puntos activos de extracción en los dos últimos años, incluso en periodos de paro biológico por la nidificación.

Además de esta cantera, hay dos solicitudes que aún no se han resuelto: una en Cantera Blanca y otra en Los Piquillos. El resto ya están caducadas entre los años 2006 y 2015. En una de ellas, en Hoya de la Plata, está vencida la autorización, pero sin caducar, a falta de un trámite administrativo, al igual que la concedida a Transportes y Excavaciones Machín e Hijos, en Morro del Viento. También están caducadas, según la información facilitada por el Gobierno, las que se otorgaron a Explotaciones Muñique en Las Melianas, a Servicios y Áridos Tao-Tinajo en Echo Botija y a Termamol Rosa, en Morro Alto (Muñique).

A su vez, están vencidas, pendientes de prórroga, una autorización a Hormiconsa en La Parrilla, otra a Jable Las Melianas, SL en Amada y la de Transportes Núñez de Guatiza SL, en Hoya de la Plata. De los dos permisos que quedan en tramitación, el de Cantera Blanca salió a exposición pública en enero de 2020, promovido por la entidad Hormigones y Construcciones Arrecife, y el otro en noviembre del año pasado, en Los Piquillos, promovido por la entidad Dobegui Arrecife.

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Esta zona de actividad extractiva coincide con la Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) Islotes del Norte de Lanzarote y Famara y alberga además el hábitat de interés comunitario Dunas móviles, además de un lugar de interés sedimentológico y una zona de cultivos de jable. Las especies de aves cuya importancia justifica la declaración de esta ZEPA son la hubara canaria, el camachuelo trompetero y la perdiz moruna. También hay presencia de alcaraván común, corredor sahariano, bisbita caminero y cuervo.

La extracción de áridos en esta zona está ligada a las fases de mayor desarrollo de la construcción en la Isla. “El último ciclo siguió hasta cerca de 2008, cuando, con el estallido de la burbuja inmobiliaria, se dejaron abandonadas y sin restauración algunas explotaciones que habían sido autorizadas hasta ese momento”, señala Elena Solís, de Ecologistas En Acción Lanzarote. Los concesionarios están obligados a llevar a cabo medidas de restauración paisajística que no se han hecho en la mayoría de los casos ante la falta de vigilancia y de control. Algunas de las explotaciones abandonadas y no restauradas se han convertido además en vertederos incontrolados. Solís señala, igualmente, que hay una dejadez por parte del Cabildo de Lanzarote y del Gobierno de Canarias por no reemplazar los carteles colocados en este lugar que indican que se trata de una zona de protección.

Aún no se han resuelto los permisos de Cantera Blanca y Los Piquillos

El avance del Plan Insular de Ordenación reconoce los “elevados valores” de este espacio, aunque considera que se debe mantener la actividad extractiva porque es el único lugar de la Isla para extraer jable. Por otro lado, el documento reconoce que muchas de las extracciones “incumplen las especificaciones relativas a pantallas visuales, producción de polvo y ruido”, que no hay diseño ni proyecto de extracción y que eso provoca “una amplia dispersión sobre el territorio de zonas extractivas de pequeño tamaño, gran impacto y mínimo aprovechamiento del recurso, complicando las tareas y el coste de restauración, que pocas veces se suele llevar a cabo”.

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En 1998, un artículo en la Revista de Medio Ambiente del Gobierno de Canarias, titulado Extracciones de áridos a cielo abierto en Lanzarote, ya advertía de las consecuencias de la extracción descontrolada de áridos, señalando que era una de las actividades que más afectaba “a la integridad de los valores paisajísticos y naturales de la isla de Lanzarote”. Señalaba ya entonces que la mayoría de las extracciones carecían de autorización administrativa o incumplían sus especificaciones, que no había proyecto de extracción, lo que implicaba “el máximo daño y mínimo aprovechamiento del recurso”, y que no se realizaba restauración posterior, entre otras características.