El experto y bodeguero defiende la conservación de las cepas centenarias en el corazón de La Geria, con unos valores y cualidades que deberían diferenciarse

Alberto González, enólogo: “Es un error proteger el paisaje y no el viñedo”
El experto y bodeguero defiende la conservación de las cepas centenarias en el corazón de La Geria, con unos valores y cualidades que deberían diferenciarse
Alberto González es licenciado en Ingeniería Técnica Agrícola por la Universidad de La Laguna y es graduado en Enología por la Universidad de Córdoba. Con más de tres décadas de experiencia en el sector vitivinícola ha impulsado diversas iniciativas que han supuesto un revulsivo en el cultivo de la vid y la producción de vino en la Isla. Su dilatada experiencia le ha llevado a obtener el reconocimiento de segundo mejor enólogo de España y décimo del mundo en el prestigioso certamen Master Wine Challenge.
Ha trabajado en diversas zonas vinícolas dentro y fuera de Lanzarote al frente de importantes bodegas locales y ha impulsado proyectos en Gran Canaria, Tenerife, La Gomera, de donde es natural, o Ribeira Sacra. En la actualidad, se encuentra volcado en dos nuevos retos: retomar el proyecto enoturístico en su bodega Timanfaya, con la que elaboró el primer tinto de Lanzarote, y la ampliación del sello Conatvs en Fuerteventura, propiedad de Pedro Antonio Martín.
Sobre el cultivo de la vid en Lanzarote -una de las regiones del mundo donde se asientan las centenarias cepas originarias a pie franco, “más viejas”- explica la capacidad para adaptarse a los climas extremos con olas de calor, mucho viento y suelos desérticos, donde la ausencia de agua es una constante. Algo que ha sido posible gracias a la conservación precisamente de esas cepas viejas. “Cuando yo llegué a la Isla hace más de treinta años no había agua para regar la vid y, sin embargo, el viñedo llega vivo al día de hoy. Se ha ido adaptando a lo largo de todos estos años. Lo que llamamos nosotros la resiliencia al medio. Sus raíces han tenido que profundizar en la tierra para sobrevivir a los años de sequía”.
“Plantar una viña nueva en un hoyo donde antes había una cepa vieja es mucho más difícil”, explica. “Una planta joven, aunque sea hija de esas cepas antiguas y de la misma variedad, no está adaptada a ese medio. Sus raíces son nuevas y cuando empiecen a caminar en ese mismo lugar se van a encontrar con las raíces de otras plantas viejas que se han encargado de producir unas sustancias para que la otra raíz no la invada. Habría que recurrir al regadío en una zona de secano y a abonos para intentar sacarla adelante”, defiende.
En su opinión, uno de los problemas a los que se enfrenta el futuro del sector, tal y como se está viendo con la desaparición del cultivo en hoyos antiguos en La Geria, es que “se ha protegido el paisaje, pero no el viñedo”.
“Es un error para el futuro de Lanzarote y para la historia de la viticultura de la Isla esa ausencia de protección. El viñedo tenía que haber sido protegido como patrimonio, porque una cepa vieja tiene un gran valor patrimonial”, destaca González. “Hoy en día -y lo puede decir cualquier experto- una viña vieja, centenaria y además prefiloxérica es un patrimonio. No solamente cultural, sino porque lleva en sus genes una información vital para los científicos y para el futuro. Y, sobre todo, vital para el cambio climático. Si esta viña ha desarrollado sistemas o métodos para soportar el calor y la sequía, tiene ya en su ADN esa información. Algo que no va a tener una planta joven”, añade en su argumentación.
ADN
El experto advierte de que cuando se “arranca” una cepa vieja se corre el riesgo de deshacerse de una malvasía que podría ser única en su especie. “A lo mejor es el único ejemplar de ese varietal que quedaba en ese momento. Si la arrancamos sin proceder antes al estudio genético supondría perder biodiversidad”, destaca González. Y pone un ejemplo: “En el corazón de La Geria encontré una planta a la que se le ha hecho el estudio del ADN por la Universidad Rovira i Virgili, una variedad a las que denominamos Sinforiano chano, que es única en el mundo, y solo encontramos un ejemplar en La Geria. ¿Qué significa este hallazgo? Pues que si hubiera sido arrancada antes de haberla descubierto, ya estaría perdida la variedad”.
“La viña vieja produce menos, pero también se enferma menos, es más inmune”
Alberto González entiende que la producción procedente de cepas viejas -algunas de ellas de una antigüedad que podría alcanzar los 300 años- debe tener un valor superior a la de una viña joven. También dice que si lo que se busca es la rentabilidad con un mayor rendimiento de la vid hay que plantar viñas nuevas. “Comparto que se haga, pero fuera del entorno del corazón de La Geria, porque es un lugar adaptado a vivir sin riego. Es un error trasladar una viña nueva al centro de La Geria e instalar un sistema de riego. Convertimos una zona de secano de toda la vida en una de regadío”.
Desde el punto de vista científico hay otro argumento que avala su tesis: una cepa antigua es más inmune a enfermedades. “La viña vieja produce menos, pero también se enferma menos, con lo que sería suficiente con uno o dos azufrados, lo que no ocurre en una planta nueva y sobre todo si es de regadío”. Alberto González alerta del ataque del mosquito verde que ha proliferado sobre todo en parras muy tiernas. “Vemos que las enfermedades van a ser mayores en las parras jóvenes que en la parra vieja”.
Sello distintivo
A juicio del experto, hay que buscar la manera de proteger las cepas viejas, que “ya están bastante dañadas”, señala. Aboga por un estudio para establecer un protocolo de actuación que permita preservar esas parras. “Se trata de mantener un legado”. El enólogo argumenta que este patrimonio es “un sello” que confiere valor a los vinos elaborados en Lanzarote.
Alberto González lamenta que algunos entiendan que este planteamiento le convierte en un “enemigo de la rentabilidad, del futuro de la viticultura de Lanzarote”. “Están interpretando mal mis palabras. Solo pido que las zonas donde aún tengamos esas cepas viejas se recuperen manteniendo el sistema tradicional y que se busque la manera de preservarlas con financiación económica suficiente para que sea rentable”, señala. También se ha solicitado al Consejo Regulador de la Denominación de Origen Vinos de Lanzarote que diferencie este tipo de uva y sus caldos con un sello característico.
“Es un desacierto trasladar una viña nueva al centro de La Geria e instalar riego”
Mientras tanto, los hoyos primitivos donde se asientan las cepas centenarias se encuentran en riesgo. Ya durante el confinamiento, con motivo de la pandemia de Covid, se pudo comprobar cómo proliferaba la extracción de picón en la zona. “Está ocurriendo con la justificación del bajo rendimiento de la viña, mientras que el rofe se paga muy bien”, señala.
“Bajo ningún concepto se pueden extraer áridos de La Geria” para exportarlos a otras zonas de cultivo. En opinión del experto, esas extracciones solo se podrían justificar si son para rehabilitar las zonas en abandono. Técnicamente se puede demostrar que el picón procedente de La Geria es diferente. “Es muy fino”, con lo que acabará sufriendo los efectos secundarios de la calima: “Se ensucia más” y perderá sus cualidades para retener la humedad.
Por el contrario, en las zonas de riego el agua debe bajar más rápidamente a la tierra, para ello se precisa de “picón grueso”, que se encuentra en otros lugares “donde la extracción no es tan problemática”. Cree que los agricultores de La Geria se encuentran desamparados ante la ausencia de una normativa que les ampare para sacar adelante estos cultivos que requieren un mayor esfuerzo.
Alberto González considera que existe un “abandono” por parte de las administraciones públicas, que deberían poner las herramientas necesarias para sacar adelante el cultivo en La Geria. “El agricultor no tiene la culpa de abandonar algo que no puede mantener. Hay que partir de la base de que es imposible preservar la viticultura en La Geria con el sistema actual. Tiene que contar con un grado de protección subvencionable”. Ayudas que bien podrían salir de aplicar una tasa a los visitantes que recorren la carretera que atraviesa la zona más emblemática de La Geria, al igual que ya está estipulado el cobro de una entrada por visitar las Montañas del Fuego.
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