Elena Martín, integrante del dúo Las Virtudes

“Siempre he pensado que mi compromiso sobre un escenario era de una gran responsabilidad”

Foto: Felipe de la Cruz.
Myriam Ybot 7 COMENTARIOS 08/07/2016 - 12:56

Elena Martín y Sole Mallol, bajo pelucas negras de Cleopatra y ataviadas con disparatados modelos diseñados por ellas mismas, llevaron a los escenarios de los Ochenta y los Noventa la parodia amable de la maruja española. Bajo el nombre artístico de Las Virtudes, popularizaron junto a Pedro y Pablo, Faemino y Cansado o Wyoming y Reverendo un humor surrealista no exento de crítica social, que contribuyó a la transformación de toda una generación educada a caballo entre el Régimen y la transición democrática.

- En el año 86 corrió como la pólvora por Madrid la noticia de un espectáculo de cabaré moderno, El amor pinta ojeras, que ponían en escena Las Virtudes. ¿Cómo fueron aquellos comienzos?

- La verdad es que fue sorprendente, no esperábamos para nada la repercusión que tuvo aquello. Sole (Mallol) y yo nos conocimos haciendo La Orestiada en Mérida. Y decidimos hacer algo para sacar dinero los fines de semana. Quedábamos en casa de Sole para escribir, hacer canciones y ensayar delante de un espejo de armario con palos de escoba como micrófonos, con la única ayuda del marido de ella, Adolfo Puerta, que acabó convertido en exitoso guionista de televisión. Nunca imaginamos que el público se iba a reír tanto... Los textos, algo absurdos pero lejos de lo chabacano y lo obvio, gustaron mucho. Nos empezaron a llamar de distintos locales, nos grabó la tele... Fue increíble.

- Era un momento de proliferación de este tipo de espectáculos, precursores del monólogo de comedia que tanta afición despierta hoy.

- Sí. En la época en la que empezamos, Loles (León) hacía algo parecido pero más picantón. También estaban Wyoming y Reverendo, Pedro Reyes y Pablo Carbonell, las Veneno, Faemino y Cansado, todos grandes amigos... Aquello fue el comienzo del formato monólogo que se ha impuesto después y del humor en televisión.

- Eran los tiempos de la movida madrileña, una corriente de modernidad que agitó a la juventud progre de la transición y en la que el discurso feminista tuvo cierta presencia. ¿Había militancia consciente en aquel retrato de la mujer española?

- Buscábamos tanto la risa como la denuncia social. Las mujeres sufríamos una gran discriminación respecto a los hombres. En nuestro trabajo, los empresarios preguntaban por nuestros maridos cuando iban a pagarnos, o no podíamos abrir una cuenta bancaria nosotras solas... En nuestros textos poníamos en tela de juicio estas situaciones desfasadas a través su reducción al absurdo. Ridiculizar esos hábitos era una manera de denunciarlos sin ser agresivas, aunque quizá por nuestra imagen o por los temas que tratábamos se nos acusó de lo contrario. Las Virtudes llevamos a gala el haber sido las primeras actrices que mostramos la barriga del embarazo en televisión, cuando la gestación se consideraba casi una enfermedad que te retiraba del trabajo. Quedamos embarazadas al mismo tiempo y aunque en la tele se volvían locos para colocarnos detrás de mostradores y mesas, nosotras salíamos con unos bañadores con flecos, bailando y moviendo la barriga.

- En el tránsito de Las Virtudes del cabaret a la televisión, ¿se vieron afectadas por exigencias artísticas o censura de contenidos?

- Siempre hemos sido atípicas. Hemos trabajado juntas de forma casi ininterrumpida durante treinta años y no hemos aceptado guionistas más que en contadas ocasiones, como en «A tontas y a locas». En aquella época seguimos ensayando en casa, sin grandes renuncias. Es cierto que algo afectó a los contenidos, los guiones tuvieron que ser más ligeros y rápidos, pagamos ese precio pero en nuestros espectáculos teatrales mantuvimos una mayor profundidad. A cambio, el público contactó muy bien con nosotras, tanto que nos ofrecieron contratos millonarios, exclusivas... Valerio Lazarov nos propuso un cheque en blanco durante cinco años pero lo rechazamos porque no quisimos hacer concesiones ni meternos en sitios de donde no pudiéramos salir. Igual no mantenemos la repercusión o el caché de otros, pero Sole y yo siempre nos hemos sentido bien, siempre nos hemos llevado bien y siempre hemos hecho lo que hemos querido.

“Valerio Lazarov nos propuso un cheque en blanco durante cinco años pero lo rechazamos porque no quisimos hacer concesiones ni meternos en sitios de donde no pudiéramos salir”

- ¿Le ha pesado su vinculación con el personaje de Virtudes a la hora de acceder a otros papeles?

- Relativamente, porque como la imagen es tan característica con la peluca, sin ella cambio totalmente. Pero es verdad que a veces me he presentado para papeles dramáticos y se han puesto en cuestión por mi vis cómica. Puede haberme perjudicado en algún momento pero me quedo con la sensación que provoco y lo que me ha aportado el personaje, porque la gente no me ve como a una diva distante sino como a la vecina, y me paran por la calle para preguntarme cómo estoy, qué tal el niño...

- Vive en Lanzarote desde hace cuatro meses. ¿Sigue trabajando desde aquí?

- Trabajamos según van saliendo espectáculos para Las Virtudes. En los últimos tiempos he hecho colaboraciones en televisión y radio, teatro, campañas de sensibilización para Mapfre, imparto talleres sobre la alegría, doy clases de teatro... Todo eso me lo he traído a la isla y espero poder seguir con ello y viajar si hace falta. Me encanta mi trabajo, trabajar con la gente, y quiero seguir haciéndolo. Estoy colaborando con la cadena Ser los martes en el programa de Gonzalo Mejías y empezaré después del verano a dar clases de teatro en Teguise, con la Concejalía de Cultura.

- Conoce la producción cultural desde hace tres décadas. ¿Cómo valora su situación en estos momentos?

- Lo que me da verdadera tristeza es que hasta las peores situaciones puedan llegar a normalizarse y a darse por buenas. Ha pasado con la política, con la corrupción, acabamos pensado que las cosas son así, que es normal pagar un IVA desorbitado, que es normal que no haya ayudas... No hay formación en teatro, ni en danza, ni en música, y qué contenidos culturales ofrece la televisión para los niños que se están formando... Siempre he pensado que mi compromiso sobre un escenario o en una pantalla era de una gran responsabilidad. El problema ahora es ver cómo reaccionamos, porque algo falla en la movilización de siempre y las protestas en las redes sociales me parecen vacías y poco efectivas.

Comentarios

Elena , la escuche el martes pasado en la radio y me encanto su forma de comunicar. Alegria y animos en estos tiempos es algo impacable. Gracias. Y enhorabuena a Gonzalo Mejias , SER, por la incorporacion a su programa.
Pude escucharla el pasado martes en la radio y la alegria que regalo bien merece un programa. Gracias y esperamos ese curso de teatro aunque bien podria organizar e impartir charlas.
¿Y por qué no le preguntaron si creía que Lanzarote es un "paraíso"?...
Comentario 3 , opino que las preguntas deben ir acordes con el entrevistado y aun sabiendo su intencion , en este caso "sobraba " la suya . Esta señora aporta aire fresco en la radio y seguro que valor a la gente que se interesa por el teatro. Bienvenida a la isla.
La persona que lleva ese programa de radio debería abstenerse de piropearse él mismo. Y aquí ya lleva tres comentarios echándose flores. Feo.
Tiene razón, comentario 4. La pregunta era pertinente para otra persona. ¿Se la harán , ante la inseguridad ciudadana que padecemos?
Ay Rosa Palida, cuan amplia es la envidia reflejada en su texto ; hice uno de los comentarios y le aseguro que ni conozco al señor Gonzalo Mejias, ni trabajo para la Ser; opinion como oyente . Me reafirmo en que Elena Martin reparte energia y alegria.

Añadir nuevo comentario