“No se trata de vender libros sino de estar arropada por las personas que me leen”
Ico Toledo, escritora
Ico Toledo Perdomo nació en Lanzarote en 1977. Su infancia y adolescencia transcurrieron entre Haría y Punta Mujeres, al norte de su isla natal. Enfermera de profesión y escritora de vocación, según ella misma se califica, es autora de una prolífica obra novelística de género romántico, trufada de referencias patrimoniales, mensajes feministas y ecologistas y mucho afecto por la Isla, escenario en el que transcurren todas las tramas. Después de la presentación en Haría de su último título, Cicatriz, vuelve a citar a su público en El Fondeadero de Tías, el jueves siete de noviembre.
-Después de diez novelas, vuelve a las librerías con ‘Cicatriz’. ¿Qué conserva respecto al resto de su obra y qué la diferencia?
-Creo que la base de todas mis obras siempre está ahí, se mantiene. Quien sigue mi trabajo y ha leído mis libros anteriores, busca un tipo de historia con la que ya se ha identificado. Buscan ese argumento, ese amor que duele, pero que es real, una trama que podría suceder en la vida de cualquiera. No esperan ni desean una novela erótica o de ciencia ficción, por ejemplo. Lo que ha cambiado quizás es que ahora me fijo más en lo que me piden las lectoras y los lectores. No me refiero al argumento estrictamente romántico, que está, sino más bien a la propuesta de relaciones respetuosas de pareja, donde exista igualdad y comunicación. La demanda ahora es de relaciones más igualitarias, con un diálogo sincero, donde se respeten tanto las palabras como los silencios. Todo esto es algo que, casi sin darme cuenta, voy incorporando a mis novelas.
-¿Los nervios ante una nueva publicación se mantienen como en su debut literario o su trayectoria exitosa le da seguridad?
-Los nervios, después de diez libros, son idénticos. Ya me daba vergüenza hablar en público en el instituto, y todavía me sigue dando. La primera vez que presenté Donde estremece el viento, en Haría, solo fui capaz de articular un “gracias”. Sin embargo, en la segunda ocasión, la sala volvió a llenarse de gente, y entonces ya pude hablar un poco más. En realidad, no se trata ni de vender libros ni del mejor marketing, sino de sentirme arropada por las personas que me leen y disfrutan. En este caso, también me da tranquilidad pensar que, de todas mis novelas, Cicatriz es la historia más bonita, la que tiene, en mi opinión, el mejor argumento, aunque es difícil valorar anticipadamente la respuesta de la gente.
“Escribir es como hablar contigo misma, una terapia maravillosa”
-¿Tiene un público fiel que adquiere sus obras sin pestañear, o cuenta con éxitos de venta en función de los argumentos?
-Mi primera novela, Donde estremece el viento, es una de las más vendidas, a pesar de que en las sucesivas ediciones he revisado y corregido erratas, o incluso hasta ¡fallos garrafales! -se ríe-, como cambiar el nombre a un personaje. Y a pesar de todo, sigue siendo muy apreciada. En la mayoría de casos no se detectaron los errores, aunque también tengo amigas que me llaman para señalarme que, en la página tal, en el párrafo cual, hay algo que no les encaja. No sigo la pista de las ventas, pero creo poder asegurar que quien lee una de mis novelas adquiere otra, y muchas personas me dicen que las han leído todas. No tengo distribuidora ni una editorial potente detrás, cuento solo con el boca a boca; dentro de Lanzarote, quien me lee, me recomienda.
-Tras su presentación en Haría, el pasado mes de octubre, estará en Tías con la asociación Mararía, para seguir dando a conocer ‘Cicatriz’. Sus protagonistas, sus historias, ponen de relieve el poder y fortaleza de las mujeres.
-Pues sí, en general intento que cada historia contenga un mensaje valioso; el protagonismo de las mujeres y la reivindicación de sus derechos es algo tan natural en mí que ni había detectado ese elemento plasmado en todas las novelas. Fue en una conversación con Nieves Rosa Hernández, quien me hizo notar este hecho. También suelo incorporar datos sobre nuestras tradiciones y patrimonio, defensa ambiental... Pero no soy una escritora capaz de inventar historias ajenas, hablo de lo que conozco, lo que vivo y lo que siento, por eso los argumentos transcurren en Lanzarote y las tramas adoptan las preocupaciones y demandas de su sociedad. Trato de devolver lo que el público me pide.
-En ocasiones, como es el caso de ‘Cicatriz’, el relato tiene su origen en el pasado. ¿Cómo se documenta?
-Mi bagaje está en todo lo que leí de joven, de adolescente, antes de empezar a escribir, ese ha sido mi aprendizaje. Sigo leyendo mucho, pero paro cuando escribo para no verme influida por estilos o expresiones ajenas. Y cada novela lleva mucha documentación, que a veces no se refleja. Por ejemplo, Cicatriz está ambientada en Uga, en La Geria... Pues he hablado con familiares, con personas mayores que vivieron allí, he consultado planos antiguos que detallan la presencia de numerosos aljibes, por lo visto había agua subterránea... He consultado cuándo se hizo la carretera, en qué año se asfaltó. Llamé a gente que vivía por allí o que tenía casa y fui preguntando hasta tener datos lo más exactos posible. Me encantaría tener tiempo y capacidad para hacer formación en escritura creativa, o para viajar a los escenarios secundarios de mis novelas para inspirarme, pero es imposible, tengo un trabajo, tengo niños... Así que escribo lo que me sale de dentro. Trato de que, al releer el manuscrito, antes de que vea la luz, la historia me diga algo, que me emocione... Si no, no vale la pena. Cada capítulo es como un relato corto, que cobra un nuevo sentido en la lectura completa.
“Estoy en manos de los libreros y libreras, que leen mis novelas y las recomiendan”
-Once títulos en siete años. ¿De dónde salen sus argumentos? ¿Aparecen de repente o tiene un listado de asuntos que desea tratar?
-Siempre estoy dándole vueltas, durante el día, antes de acostarme, y así voy construyendo la trama en mi cabeza. Además hablo mucho, pero también escucho, y a veces la historia que luego novelo me la dan a mis amigas en una conversación, o cualquier persona con quien charlo. Por eso lo que escribo son realidades que simplemente pasan. ¡Y la música! La música también me inspira mucho, Sabina, por ejemplo, tiene canciones que cuentan historias enteras; en un capítulo de Cicatriz hay una canción de Ismael Serrano, no sé si el lector se dará cuenta. En general, las referencias a temas musicales pueden aparecer en el nudo de la narración, o pueden ser el desencadenante de una trama. En Piel de Hada, la historia arranca con un flechazo inesperado, una noche de pasión, un robo, y la búsqueda de la responsable por parte del enamorado. Tanto en la canción inspiradora, de Joaquín Sabina, como en la novela, la conclusión es que las cosas materiales no son tan importantes como que te roben el corazón.
-¿Cómo afronta la preparación de sus novelas?
-No tengo un tiempo definido para preparar la novela y otro para escribir, pero no me siento delante del ordenador hasta que no tengo un argumento cerrado, que luego a lo mejor durante la escritura cambia o adquiere matices diferentes. Siempre parto de una historia de amor o de desamor, de pareja, pero no me sirve solo eso; necesito además contar con elementos de intriga o de misterio, y un lugar de Lanzarote como telón de fondo. Y cuando ya tengo todo eso definido, me pongo a escribir. En el caso de Cicatriz, tengo a la pareja protagonista, un lugar, que es La Geria, y luego hablo del vino, pero no solo como parte de nuestra cultura, sino también como elemento importante de un misterio que no voy a desvelar.
-Como le sucediera a Irene Vallejo, que construyó ‘El infinito en un junco’ junto a su hijo en una habitación de hospital, usted empezó a escribir novelas en 2018 tras un diagnóstico de diabetes a su hija. ¿Confirmamos que la escritura es una medicina para el alma?
-Sin ninguna duda, escribir es una terapia maravillosa. Yo ya lo hacía antes, pero solo me atreví a enseñarlo con la idea de colaborar con la fundación DiabetesCero. Eso me motivó a enviar el manuscrito, aunque no pensé que fuera a gustar tanto. Yo digo que escribir es como hablar contigo misma, porque estás sola cuando estás escribiendo. El diagnóstico de mi hija supuso para mí un drama personal y fue un alivio trasladar y compartir ese dolor real a mis personajes, como hago con el resto de las emociones y sentimientos. Después, he buscado siempre cada rato libre para poder escribir, cada hora libre. Con los niños pequeños, aprovechaba el tiempo de sus actividades extraescolares para avanzar con el portátil en el coche, por ejemplo. En vacaciones y durante el verano le dedico más tiempo... He llegado a ser capaz de escribir con la tele encendida, con ruido, con gente hablando a mi lado, con jaleo en la calle... El apartamento de Punta Mujeres es minúsculo y somos muchos en casa.
-De entre su extensa producción literaria ¿tiene una novela favorita, o como las madres, no puede elegir entre sus hijos?
-Pues no he tenido una novela favorita hasta el momento, pero me lo preguntas hoy y entonces tengo que decir que Cicatriz. Es cierto que mi primera novela, Donde estremece el viento, es muy querida y especial para mí, porque es la historia de mi familia, contiene un setenta por ciento de hechos reales. Pero esta última, ya te lo he dicho, es muy bonita, así que me quedo con ella como preferida.
“La música me inspira mucho; hay canciones que cuentan historias enteras”
-Ha intercalado dos textos de literatura infantil entre sus novelas. ¿Cómo fue esa experiencia?
-Primero escribí Madre agua destinado a público adolescente. Habla de un viaje a Indonesia que hice con mi familia, muy personal, en el que cuento cómo se peleaban los niños, cómo éramos nosotros en casa... Ya no quedan ejemplares en papel, pero cuando un colegio me lo pide para trabajarlo en el aula, lo mando en formato digital. Su tesis es que lo admirable no es encontrar un lugar en el mundo que esté libre de dolor y aislarte allí sino aprender a convivir con ese dolor, con esa discapacidad o con esa enfermedad sin aislarte del mundo, esquivando barreras y alcanzando la meta de ser feliz. El otro, El tesoro de César, surgió porque una profe de un colegio de la Isla me dijo que por qué no escribía algo para un público más pequeñito; mi hija era pequeña y me embarqué en una historia de aventuras donde un grupo de amigos en Lanzarote se ve envuelto en la búsqueda de un tesoro.
-A la vista de su éxito comercial, del apoyo de su público y de su creatividad ¿no se ha planteado ponerse en manos de una editorial profesional?
-He pensado contactar con una distribuidora para que lleve mi obra fuera de Lanzarote, porque hasta ahora solo me he dado a conocer por el boca a boca. No soy una experta en esto, pero creo que ahora el libro es mío y si lo llevo a una editorial tradicional, pues es como si renunciara a poder hacer en el futuro con mi trabajo lo que desee. Sé que hay editoriales de la Isla que cogerían el libro que sea, porque me lo han dicho, pero tengo muchas dudas. Por ahora estoy en manos de los libreros y las libreras, que leen mis novelas y las recomiendan; las librerías están atestadas de títulos, así que la recomendación es muy importante.
-¿Dejaría su trabajo en el Hospital para dedicarse plenamente a la literatura o es un maravilloso complemento?
-Escribir para mí es un hobby, yo regalaría mis libros para que todo el mundo pudiera leerlos porque me encanta que me llamen y me digan: “¡Oye, cuanto me ha gustado tu último libro!”. Me encanta mi trabajo, soy feliz trabajando. A lo mejor preferiría entrar más tarde y no madrugar tanto, pero seguro que si te dedicas a otra cosa, también te toca.
Literatura adulta:
-Donde estremece el viento (2018)
-El resurgir de un sueño (2018)
-Momento de parar (2019)
-Lunes de luna (2020)
-Dame alas (2021)
-Piel de Hada (2021)
-Bajo el olvido (2022)
-Todavía quedan islas con playas color azafrán (2023)
-Cicatriz (2024)
Literatura infantil-juvenil:
-Madre agua (2019)
-El tesoro de César (2023)
Añadir nuevo comentario