“No quiero que me impongan formas de vivir”
Aunque parte del mundo (en concreto El Corte Inglés) se haya empeñado en catalogarlo como un libro de autoayuda, la escritora, geógrafa y periodista María Hernández (Las Palmas, 1970) insiste y dice que no. Que no, que no me muero (Modernito Books, 2016) es una divertidísima novela gráfica sobre una mujer de 38 años, Lupe, que afronta con humor las adversidades de la vida.
Devora libros “locamente” desde que su padre le enseñó a leer a los tres años, presentándole a Julio Verne y a otros tantos autores. Unas letras llevaron a otras y María Hernández empezó a escribir “desde chiquitilla”. Trabajó varios años como periodista de El País en Córdoba y fue profesora en la Escuela de Turismo de Lanzarote.
“Tiendo a escribir sobre lo que me rodea, soy del tipo urraca, cojo lo que tengo por los alrededores, lo que me llama la atención”, explica María. Y lo que le pasó fue un cáncer. Eso, y la risa como flotador vital, es lo que tiene en común con Lupe, un alter ego que ha construido inspirándose en sí misma y en otra gente, y que protagoniza su primer cómic con Modernito Books y su segunda obra literaria después de los relatos que reunió en Vida tinta (Almuzara, 2008).
“Tengo los amigos desperdigados, gente a la que quiero mucho que está en el quinto pino y con la que sólo hablo por teléfono o por mensajería, y hay un momento en el que no te queda más energía para estar contando a todo el mundo lo mismo”. Así empezó el germen de Que no, que no me muero: cuando decidió escribir un pequeño parte diario para informar a todos los interesados de cómo estaba. “Luego aquello se me fue de las manos...”.
Empezó a describir reacciones, formas de actuar que le llamaban la atención, escenas... El amigo que se echa a llorar desde que le explicas el diagnóstico, víctima de una “dañina idea preconcebida” que asimila cáncer a “se va a morir pasado mañana”; la paciente que se lleva el primer premio en esa “olimpiada del desastre” que se forma en la salas de espera de una consulta (“yo, 27 cicatrices”; “pues yo cuatro recaídas”).
Al final, aquellas actualizaciones de estado se convirtieron en cuentos, que leyó su editora Sheila R. Melhem y quiso publicar en forma de cómic. El joven Javi de Castro (León, 1990), autor revelación del Salón del Cómic de Barcelona, fue el elegido para hacer suya la historia y ‘traducirla’ en viñetas. Sin guión previo.
“Es dificilísimo captar el tono y él lo cogió a la primera. Había oído el dialogo interior de Lupe, lo que ella va masticando en su cabeza”, explica María, “y lo hizo vivir”. El resultado son 168 páginas de cuentos ordenados por un abecedario, que tienen sentido por sí mismos pero que forman parte de una historia con continuidad: la cronología de los hechos.
El libro se fue construyendo gracias al trabajo colaborativo que autores y editora realizaron en la distancia, desde León, Santa Cruz de Tenerife y Madrid. Se cruzaron correos electrónicos con bocetos, fotos, textos y cronologías donde se explicaba la evolución física de Lupe. Desde el principio, se vio que Javi y María eran dos mentes afinadas en el mismo tono. El resultado es un libro sobre cómo sobrevivir a las puñetas de lo cotidiano, lleno de ironía y de sensibilidad, dibujado con trazos limpios, con una estructura narrativa que sorprende a cada página. Sin frufrú, ni cantinelas.
“Hicimos el libro por el vicio de contar”, dice María, que insiste en que no ha escrito Que no, que no me muero para defender nada ni para ir en contra de nada; claro que cuando uno cuenta algo “siempre se cuelga un rejo de militancia inevitable…”, asume. En este caso, su Lupe está a la defensiva porque está harta. “Está defendiendo su metro cuadrado de independencia, de autonomía. Y el humor es su arma, su mecanismo de supervivencia”.
“Salvando las distancias, cuando vas por ahí con tu pañuelo y con la cara de enferma es como cuando estás preñada de siete meses: todo el mundo tiene algo que decir. Antes no sé cómo era, pero ahora los humanos siempre tenemos una masa de consejos que ofrecer. Todos estamos en internet y recibimos un bombardeo de consejos de salud… Yo creo que hay una conspiración mundial de productores de limones”, dice María.
“Cuando estás enferma, esperan que te conviertas en una especie de Juana de Arco, un mártir de la iglesia; tienes que ser buenísima, sonriente, paciente… Y eso es un coñazo muy grande. Mi teoría es que cuando estás enferma eres el mismo bicho que cuando estás sana”. En su caso, “una tía más bien indignada y con un sentido del humor un poco absurdo”.
Comentarios
1 Anónimo Lun, 15/08/2016 - 12:40
2 Adquirir el libro Mié, 17/08/2016 - 08:46
3 Pepe Betancort Mié, 17/08/2016 - 23:22
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