“Los malos políticos y los especuladores, enemigos declarados de César, lo son ahora de la Fundación que lleva su nombre”
Francisco Galante, director de la Cátedra César Manrique de la Universidad de La Laguna
Francisco Galante nació hace 66 años en La Isleta (Las Palmas de Gran Canaria) “o, sea, en el centro del mundo”, bromea, aunque disfrutó de una “feliz infancia” en el Lomo Apolinario, en un casa solitaria, sin agua y sin luz, en uno de los márgenes del barranco de Guiniguada. “Desde este lugar, pude disfrutar de la contemplación de la naturaleza, del mar, y escuchaba el viento desde un abandonado torreón de electricidad. Estas vivencias y el cariño familiar fue trascendental en mi vida”, dice.
No es difícil localizarle, aunque no dispone de teléfono móvil, por coherencia: “Sigo mi concepto de vida y valores, aunque sean muy discutibles, pero, antes de la existencia de los móviles, se vivía igual, e incluso mejor”, asegura.
Miembro asesor de la FCM y catedrático del departamento de Historia del Arte y Filosofía de la Universidad de La Laguna, donde dirige la cátedra César Manrique por designación del propio artista, actualmente imparte clases en la Universidad de Lovaina (Flandes) y vive en un convento protestante adscrito a la propia universidad flamenca. “Es una forma de vida placentera, para mí es necesaria la tranquilidad; alejarme en lo posible de la banalidad de lo cotidiano”, asegura.
A pesar de su ajetreada vida como escritor, investigador, docente y conferenciante, dice tener gustos personales muy sencillos: “Escribo en mi residencia de Bajamar (Tenerife) o en la biblioteca de la Universidad de Lovaina. En este lugar, tengo el privilegio de disponer de un pequeño despacho orientado hacia un ventanal con un enorme óculo por el que se divisa parte de la bellísima ciudad”.
Aprovecha los fines de semana para ver exposiciones en ciudades cercanas, como Bruselas, Amberes, Gante o Brujas, recorrerlas, acudir a los mercadillos de agricultores de Lovaina o simplemente, leer la prensa periódica ante un café, siempre en el mismo lugar, una bohemia cafetería cerca de la estación de ferrocarriles. “Mis anhelos vitales se cumplen en espacios físicos reducidos, pero amplios espiritualmente”, explica.
Con esta declaración de principios, es fácil suponer que sus opiniones como experto en arte no serán casi nunca complacientes, sobre todo con las instancias políticas. Habla literalmente con pasión de la figura de César Manrique y su genio artístico: “Comulgó con la naturaleza porque el propio Manrique formó parte de la naturaleza. Él estaba en los gases solidificados de los tubos volcánicos, en el magma, en el lapilli, en las entrañas de la naturaleza”.
“Solo así”, explica, “se puede interpretar su obra a partir de 1966, y a través de la pintura como argumento. Se acercó a la naturaleza por medio del ejercicio artístico, y este supone su verdadero compromiso. Su obra es emocionante, trascendente y profundamente espiritual, fue un artista que valoró la tradición en igual medida que las vanguardias del arte: dinámico, transgresor y universal”, sentencia.
“Cesar me decía ‘no sé cómo he creado esto’. A veces, los estudiosos o los críticos estamos preocupados por armar discursos teóricos o filosóficos para justificar las obras de arte. Evidentemente, nuestra disciplina lo exige, aunque también existen ciertas dificultades para construir argumentos capaces de sostener la obra creada en toda su vertiente y dimensión humana. Creo que aquí radica la verdadera naturaleza del genio del artista. Nosotros somos mortales, César no lo es, porque su obra permanecerá siempre en la memoria vital. Nosotros, pues, tenemos que disfrutar de su herencia, de su legado y de su palabra”, reflexiona.
El profesor Galante hace realmente honor a su apellido cuando se le inquiere sobre asuntos controvertidos. Jamás da nombres y contesta con sentencias generales, aunque tampoco rehuye las preguntas porque en su decálogo tiene un lugar de honor “la voz”: “Tenemos que reivindicar nuestra libertad a través de la palabra. La libertad de expresión es un logro de la humanidad en el transcurso de los tiempos. Tenemos que rebelarnos cuando se nos arrebate lo que hemos logrado. Y vivimos tiempos oscuros, leyes de mordaza que infravaloran a la humanidad de libre pensamiento”.
Así que, solicitada su opinión acerca de las duras críticas con la ruta que siguen los herederos intelectuales de Manrique, el catedrático de Historia del Arte rememora lo que fue la propia filosofía manriqueña. “Lo cierto es que ha habido una persona que creó la FCM en vida, su fundación, para ser exactos. Se dice que cuando César regresó de Nueva York en 1966 fue cuando definió una nueva imagen de la Isla, pero nos olvidamos del Manrique que empezó a actuar en 1950 en Arrecife”.
“En el 66 intervino en el interior, pero ya había esbozado sus propias ideas al vincular la ciudad con el mar, con una intervención en la marina de Arrecife que es digna de alabar y, sin embargo, ha sido descuidada por completo por autoridades y personas de escasa sensibilidad, como el alcalde que en los 70 se propuso transformar el Charco de San Ginés en un aparcamiento de vehículos”, recuerda.
Galante destaca que “cuando Manrique volvió de Nueva York los arquitectos lo acusaron de intrusismo y los especuladores vieron en él un peligro porque les impedía sacar provecho personal de los recursos de la naturaleza, que nos pertenecen”. Los malos políticos y los especuladores, enemigos declarados de César, son ahora también enemigos de la Fundación que lleva su nombre”, subraya.
Obras en los Jameos. Foto: Manolo de la Hoz.
-¿Qué le parece la incorporación a la red de Centros de Arte, Cultura y Turismo del Cabildo del Museo Atlántico submarino y la Casa Amarilla?
-Ante todo, aclaro que tengo una idea de Lanzarote, de las islas en general, susceptible de opinión. El debate se enriquece con las aportaciones humanistas y de intelectuales. Dicho esto, pienso que Lanzarote antes de César era una isla marginada y desgarradora, donde la emigración a otros lugares de atracción económica era una necesidad imperiosa. Esto se solventó con el modelo económico del territorio propuesto por el artista. Sin embargo, ahora es muy común hablar de sostenibilidad como característica manriqueña, pero cuidado con este término. No creo que en la actualidad pueda decirse que en Lanzarote exista un turismo sostenible. En mi opinión habría que racionalizar las visitas, al objeto de garantizar la adecuación de las obras de Manrique, así como de sus infraestructuras. Manrique no pensaba en términos de sostenibilidad o ecologismo, aunque es evidente que en su trabajo hay una defensa a ultranza del territorio. Se adelantó a estos términos antes de que se popularizaran. Sin embargo, su intervención es estética, fundamentalmente. No conozco ningún ejemplo en todo el mundo de mejora de las condiciones sociales a través del arte, como ocurrió en Lanzarote. Así que vamos a pensar en el arte para que permanezca con toda su esencia y sustancia. Creo que he respondido a la pregunta.
-¿Observa alguna carencia en la gestión de la obra espacial de César?
-Yo les pregunto a los amantes de Lanzarote, a quienes están sensibilizados con la Isla, que quiero pensar que somos todos, cómo es posible que la obra de César Manrique esté declarada en calidad de Bien de Interés Cultural en La Gomera, El Hierro o en Tenerife, por ejemplo y aquí no tenga ninguna obra catalogada, cuando Lanzarote es César Manrique.
-¿Puede deberse, quizá, al exceso de celo del Cabildo por controlar la gestión y que no intervengan entidades externas?
-Cuando se declara un Bien de Interés Cultural, se protege. Con la declaración BIC se pretende proteger la obra de César, ni más ni menos, asegurar que no ocurra lo que puede pasar con un bien patrimonial. Si se declara BIC la obra de Manrique se preserva, si no, estamos expuestos a una intervención por parte de cualquier arquitecto no respetuoso o institución, a una remodelación por necesidades turísticas, por ejemplo. Es imperiosamente necesario proteger la obra de César con expedientes BIC, que por cierto están incoados hace 30 años pero no declarados. Veo una brillante oportunidad de corregir este dislate con ocasión del centenario del artista, que se celebra este año.