EL PASEO
Por Saúl García
A Luis Alberto González, profesor de Religión en el IES Salinas, la Iglesia le ha retirado su certificado de idoneidad eclesiástica, y la Consejería de Educación le ha rescindido el contrato para seguir dando clase. Vaya por delante la solidaridad con este profesor por el hecho de que una circunstancia de su vida personal que no debería importar haya afectado de manera tan importante a su empleo.
A Luis Alberto González, profesor de Religión en el IES Salinas, la Iglesia le ha retirado su certificado de idoneidad eclesiástica, y la Consejería de Educación le ha rescindido el contrato para seguir dando clase. Vaya por delante la solidaridad con este profesor por el hecho de que una circunstancia de su vida personal que no debería importar haya afectado de manera tan importante a su empleo.
La primera conclusión es obvia. La Iglesia podrá dar alguna muestra últimamente de sentido común, poniéndose, por ejemplo, del lado de las víctimas en casos de abusos sexuales, pero nunca podrá ser una institución basada en valores contemporáneos. Si lo fuera, desaparecería, porque el poder de las religiones se basa en el control de la moral de los individuos. ¿O hay alguna religión de librepensadores?
La segunda, también. González decidió dejar las cosas claras y ese ha sido su pecado. La Iglesia se mueve mejor en el terreno de la hipocresía. Este profesor decidió comunicar que se había casado con un hombre y la Iglesia considera que no es apto, por este hecho, para seguir enseñando Religión. ¡Cuántos habrá en situación similar y con el conocimiento de las autoridades eclesiales! El problema, como siempre, es que se sepa, no que se haga.
La tercera, debería serlo. Los privilegios de la Iglesia son infinitos. No sólo logra que la Religión se imparta dentro de las aulas públicas cuando debiera ser una materia reservada para la enseñanza privada o para las parroquias. Es que además logra que sea (con la nueva Ley Wert) una asignatura evaluable y consigue tener la exclusividad sobre quién puede y quién no puede dar clase. Eso sí, el sueldo y la indemnización por despido lo paga la Consejería.
Y la última. Esto no es ninguna sorpresa. Teniendo en cuenta todo lo anterior, la Iglesia actúa con coherencia. Lo sorprendente hubiera sido lo contrario. Con absoluta ignorancia sobre el temario que se imparte, es posible deducir que lo importante de la asignatura no es aprender la historia de la religión o de las religiones, lo cual es necesario para entender el presente, sino adoctrinar a los alumnos. Y para impartir doctrina hay que predicar con el ejemplo. Así que mientras la doctrina de la Iglesia siga basada en supersticiones y en imposiciones de la Edad Media, seguirán ocurriendo estos casos. Y mientras los gobiernos se lo sigan permitiendo, claro.
Comentarios
1 Antonio Vie, 12/12/2014 - 09:54
2 Ramón Vie, 12/12/2014 - 21:44
3 Majorero Sáb, 13/12/2014 - 11:14
4 Marisa Sáb, 13/12/2014 - 12:27
5 Eduardo Sáb, 13/12/2014 - 16:20
6 Sebastian Sáb, 13/12/2014 - 17:22
7 Marisa Sáb, 13/12/2014 - 21:15
8 Marisa Sáb, 13/12/2014 - 22:42
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