Los días 26 y 27 de diciembre se presenta ‘La cultura del volcán’ en Teguise y Arrecife
José de León: “Mucha gente humilde sobrevivió con elementos del volcán”
Los días 26 y 27 de diciembre se presenta ‘La cultura del volcán’ en Teguise y Arrecife
Pepe ‘el uruguayo’ es un arqueólogo con larga experiencia en Canarias, tanto en trabajos de excavación, como de conservación patrimonial. Este doctor en Historia ha vuelto a uno de sus grandes temas de investigación con el libro La cultura del volcán, una obra donde indaga en el antes y el después de Timanfaya en el contexto de las celebraciones por los cincuenta años de la creación del Parque Nacional.
-¿Qué aspectos novedosos plantea el libro en relación a sus trabajos anteriores?
-A pesar de que hace referencia a los trágicos efectos que tuvieron los volcanes de la isla de Lanzarote en el siglo XVIII, esta obra desarrolla, sobre todo, lo que hizo la gente después de acabadas las erupciones en el territorio recién creado. Aunque el aprovechamiento que hace la población de las arenas volcánicas para aumentar la productividad de los terrenos es bastante conocido, sobre todo para el caso de La Geria, nos parecía importante descubrir el uso que hizo la gente de las zonas cubiertas por las lavas y de las zonas aledañas, unas áreas difíciles de transitar, donde no quedó rastro de la realidad preexistente. Poblados, casas, infraestructuras hídricas, ganadera y agrícolas desaparecieron del mapa y también la fisonomía de aquél territorio. Un espacio que formaba parte de la identidad de la población y que quedó del todo desdibujado. Pero gran parte de esa nueva terra incógnita era el único espacio que la población tenía para rehacer su vida. Y fueron ocupando, colonizando, esos terrenos inhóspitos, buscando recursos, explotando zonas pobres pero capaces de ofrecer algunos recursos para sobrevivir. Una costa recién creada, uno islotes, terrenos del viejo territorio sobrevivientes, que formaba parte de un nuevo paisaje, pero que sería para el pastoreo, para guardar el ganado, para sembrar y para hacer pequeños refugios donde guarecerse.
-Todas esas manifestaciones humanas forman parte de la cultura nacida del volcán, pero ¿hay más aspectos que podríamos decir que se inspiraron o nacieron de los volcanes históricos de Lanzarote?
-Sin duda y uno de los más importante es el espectacular paisaje creado por los volcanes, algo que no sólo ha formado parte del imaginario de la gente de la isla, sino que ha sido una fuente inagotable de inspiración para pintores, escultores, escritores, viajeros, músicos… Pero también hemos considerado que otras muchas actividades, conformaron formas culturales propias nacidas de ese nuevo territorio, como el trabajo científico desarrollado por los primeros investigadores que estudian ese espacio. De la misma manera, están los primeros pasos de un incipiente turismo que no imaginaba, la industria que se generaría después. También los intentos de aprovechar la energía geotérmica y el propio proceso de creación de Parque Nacional y de las normas encaminadas a proteger ese hermoso territorio. Igualmente, la nueva toponimia o los nuevos usos forman parte ya de un nuevo proceso de creación cultural.
“El dar en las escuelas nociones sobre el riesgo volcánico es fundamental”
-¿Se puede hablar de que hay consciencia de esta cultura del volcán entre la población?
-Por lo general la población no ha sido consciente de esos importantes valores que ella misma ha creado. Han sido actividades y usos que la gente ha tenido que crear, muchos muy ingeniosos, como producto de la necesidad, que daban respuesta a problemas nunca antes planteados. Pero la gente los creó, los heredo, los traspasó como conocimiento y han conformado un arsenal de patrimonios materiales e inmateriales que hoy forman parte de la identidad de la isla y de sus gentes. Es curioso que el reconocimiento de esa identidad y de esos valores tengan que partir muchas veces de elementos externos, de nuevas formas de entender y valorar la realidad, en un momento de fuerte colonización y aculturación y de pérdida de las actividades que dieron lugar y generaron esos usos y valores. El reclamo turístico, el exotismo o la postal son elementos que se sustentan en la extraordinaria belleza del territorio volcánico histórico. Pero detrás de los socos de parra en La Geria, de los chabocos con higueras en Tremesana, de las chozas en los islotes y los restos de una intensa actividad pesquera, de caza o de recolección está mucha gente humilde que sobrevivió con esos elementos naturales del volcán y al que le aportaron, también un rico patrimonio inmaterial.
-¿Qué aspectos de esa cultura cree que deben ser conservados?
-En la carta arqueológica que realizamos para el Parque Nacional en los primeros años de este siglo, hacíamos un listado de propuestas concretas. Además de elementos arqueológicos y etnográficos importantes, no tanto por su espectacularidad, como por su exclusividad y originalidad, hay que destacar ciertos usos tradicionales que sobrevivieron hasta la actualidad, nos referimos sobre todo a ciertas prácticas pesqueras y, sobre todo, al aprovechamiento de las higueras y otros árboles frutales. El Parque Nacional ha tomado algunas iniciativas para favorecer la continuidad de esas actividades si bien es verdad que cada vez quedan menos personas herederas de esas tradiciones, En este sentido hay que echar imaginación para poder recuperar y promocionar algunos valores intrínsecos al territorio volcánico histórico que podrían generar productos singulares y fomentar ciertos usos.
“Hay que recuperar y promocionar algunos valores intrínsecos al territorio volcánico histórico”
-¿Se debe concienciar en las escuelas sobre el riesgo volcánico?
-Es una asignatura casi obligada en muchos países que conviven con erupciones volcánicas. Incluso en países pobres con pocos recursos, pero que entienden que es muy importante que las nuevas generaciones hereden un conocimiento que viene de atrás, y que puede ayudar a minimizar los efectos que los volcanes pueden tener en la población. Creo que la mayor enseñanza, muy dolorosa para sus habitantes, ha sido el caso de La Palmas, donde sabemos que hay personas vivas que han contemplado tres erupciones, cuatro incluida la del Hierro. El dar clases en las escuelas nociones sobre el riesgo volcánico es fundamental, acompañándolo, además, de charlas y actividades que acerquen a la juventud a los volcanes, no solo en su dimensión trágica, sino en los beneficios que la población ha sabido sacar de ellos.
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