El torbellino de Punta Mujeres
Ana y Pablo cuidan de Elvis, un bichón maltés con parálisis en sus patas posteriores, que fue recogido por la protectora de animales Sara
Lo de Ana y Elvis fue un flechazo. Este bichón maltés le robó el corazón en una publicación de la protectora de animales Sara en redes sociales: un perro que camina gracias a una silla de ruedas adaptada y que corretea por Punta Mujeres como si fuese el guardián del pueblo, porque alegría y ganas de vivir no le faltan.
Ana Isabel Ruibal y Pablo Catalá decidieron dar a Elvis una nueva vida. El perro ya estaba en silla de ruedas en la protectora Sara. Desconocen a ciencia cierta cómo llegó a esa situación: “No lo sabemos y no sabemos si lo queremos saber”, comparten sobre el pasado de Elvis.
Ana vio a Elvis por redes sociales, surgió la chispa a primera vista y acudió a Sara, donde se encontraba el perro, de unos cinco años. El 26 de abril de 2021, Ana y Pablo se llevaron a Elvis a su hogar y así lo destacaba la protectora de animales: “¡Por fin! Llegó su gran momento, hoy nos despedíamos de Elvis, este granuja que nos ha robado el corazón. Llegó a principios de marzo, un perro joven, alegre, precioso... Abandonado seguramente por la parálisis de sus extremidades posteriores, que no tiene cura”.
“Siempre fue un perro feliz, pero el día que lo pusimos en la silla y se dio cuenta de que podía correr, ser independiente, oler todas las esquinas que quisiera... ese día fue el perro más feliz del mundo y así ha seguido siendo, llegando a dominar la silla de tal manera que hasta sube y baja escalones. Que seas muy feliz Elvis”, escribía la protectora de animales en una emotiva publicación sobre un perrito que enamoró a todos.
Amor a primera vista
Ana fue la primera que sintió el “flechazo”. A pesar de tener dos perros más, Blas e Indiana, eso no fue un impedimento para la pareja. Ana le dijo a Pablo que quería ir a Sara a conocer a Elvis y así fue. Más tarde fueron sus “hermanos” perrunos a visitarle y todo fue muy bien. La pareja ya es conocida en la protectora de animales, ya que Indiana, la única hembra, también fue adoptada en Sara.
Blas, el primero en llegar a casa, es un bichón maltés sin dentadura, que tiene 11 años; Indiana es juguetona y vital a sus 10 años y Elvis tiene unos cinco años, aunque su edad no se sabe con certeza. La paz reinaba cuando se conocieron en la protectora, pero al llegar a casa, el nuevo inquilino con su silla de ruedas, se “creció”, sobre todo con Blas. “Con lo fuerte que está Elvis en las patas delanteras, a veces le hace unos placajes a Blas que parece mentira que esté en silla de ruedas”, comparte Ana con gracia.
El problema de Elvis radica en su columna, no en las patas, por lo que las delanteras las tiene bastante fuertes. “Se toleran, pero Elvis siempre quiere mandar”, dice Ana. Elvis también observa a los perros grandes de su pueblo. Sin duda alguna, su tamaño no es directamente proporcional a su carácter. Su actitud es arrolladora. Cuando Ana y Pablo ven otro can cerca, saben que se avecinan los ladridos de Elvis. Y así es. En medio de la entrevista con Diario de Lanzarote, Elvis vio a una perra vecina del pueblo con sus dueños, el doble de tamaño que él, pero eso no le importó.
Su carácter evidencia que es un perro todoterreno y también el más querido de la localidad norteña. Durante la sesión de fotos en Punta Mujeres, muchos turistas se paraban a acariciarle, porque aunque tiene carácter también busca el cariño de la gente con la mirada.
No es solo conocido en el norte de Lanzarote. Alguna que otra vez han parado a Ana y a Pablo en otras localidades de la Isla, porque entre los habituales colaboradores de Sara hay muchos que conocen a Elvis. “La gente, cuando nos para, lo primero que le llama la atención son las ruedas, pero atrae más la mirada de Elvis”, comparte Pablo.
Su actitud arrolladora hace que para Elvis no existan muchas barreras. Sin embargo, la falta de accesibilidad en las calles y las barreras arquitectónicas a las que se enfrenta son un capítulo aparte. Al vivir en un piso, lo tienen que subir y bajar, “con la facilidad de que Elvis pesa unos cinco kilos”. “Es verdad que hay zonas de Arrecife o Costa Teguise, con adoquines, en los que le retumba su silla, pero lo lleva bien, si hay un sitio en el que tiene dificultades me mira para que lo suba o lo ayude”, añade.
Un verdadero sacrificio
Los cuidados de Elvis, al no poder mover sus patas traseras con normalidad, hacen que el aseo sea un ritual y, cuando hace sus necesidades, Ana y Pablo sean meticulosos para evitar posibles infecciones. “Es un perrito muy especial con unas necesidades muy especiales”, explica Ana.
También afrontan dificultades a la hora de viajar o salir muchas horas de casa. “A partir de las tres de la tarde se orina mucho. ¿Quién se va a quedar con él así?”, dice. A la hora de la siesta, Ana y Pablo le ponen un pañal faja durante un rato. “Nunca lo hemos dejado en una guardería”, señalan.
“Es un perrito muy especial con unas necesidades muy especiales”, explica Ana
Tampoco se han ido de vacaciones por un largo periodo de tiempo. Sin embargo, gracias a Bea y Rome, amigos y vecinos “salvavidas” de la pareja, han podido “escaparse” unos días, quedándose ellos con Elvis, por lo que están enormemente agradecidos.
“Incluso, Elvis es un trasto con uno de sus gatos, al que no le deja hacer nada”, señala Ana acerca del carácter de Elvis. Al principio, incluso lo dejaban con sus amigos cuando se iban a trabajar, “por si le pasaba algo en casa con la sillita, se chocaba o se hacía pipí encima”.
Tener a Elvis, junto a sus otros dos perros, es una muestra en toda regla de dedicación personal, amor por los animales y paciencia. “Al principio era más desconfiado. Si ves fotos antiguas, lo notas en su mirada, el brillo le ha cambiado la cara”, describen. “A saber lo que ha pasado”.
Como buenos ejemplares de bichón maltés, Elvis y Blas acuden a la peluquería con frecuencia para peinarse y cortarse el pelaje. En el caso de Elvis, le encanta ir a la peluquería, pero los baños en casa no son lo suyo. “Cuando vamos a la tienda a comprar la comida, Elvis saluda a todas las trabajadoras”, comentan Ana y Pablo con gracia.
Blas, Indiana y Elvis
Blas fue el primero en llegar a casa. “Tenía de compinches a mis padres quienes lo cuidaban cuando me iba a trabajar”, relata. Al llegar a Lanzarote, Ana quiso buscar un compañero a Blasito, como a veces ella le llama. Fue entonces cuando acudió a la protectora de animales Sara. “Nos cruzamos con Indiana como tres veces y nos dijimos que por algo sería”, destaca.
Con apenas un año y medio, Indiana les robó el corazón, aunque al principio no se llevaba muy bien con Pablo, “porque no podía ver a los hombres”. Al llegar a casa, la relación con Blas fue fenomenal. “Ha sido Elvis quien ha roto los esquemas”, bromean. “Le intimida pero no le muerde. Es un ni contigo ni sin ti, porque Elvis quiere ir con Blas a la calle, se buscan con la mirada o se echan de menos el uno al otro”, comparte acerca de su actitud.
Sin duda alguna, la labor de Ana y Pablo es un ejemplo de trabajo en equipo, ya que se tienen que repartir las tareas con tres mascotas. “Elvis requiere un poquito más de trabajo y Blas e Indiana se ponen un poco celosos. Así que si uno está con mamá, los otros dos están con papá”, dicen.
También dormir se convierte en ocasiones en una ardua labor, ya que los tres perros se reparten a lo largo de la casa. “Blas es muy noctámbulo” y suele buscar a Elvis de madrugada. Por supuesto, en casa hay una pequeña “barrera”, que a veces evita las posibles hazañas que Elvis tiene en mente hacer con Blas. No obstante, a pesar de estas pequeñas anécdotas, Blas, Indiana y Elvis conviven a la perfección en casa, y Ana y Pablo confirman que es posible tener tres animales con diferentes caracteres en un mismo espacio, aunque a veces surja algún que otro celo
-¿Les merece la pena tanto sacrificio?
-Claro. Esto lo hacemos por amor- comparte la pareja.
“¿Qué sería de Elvis si no hubiese terminado en Sara?”, se peguntan, al tiempo que resaltan que el programa de acogida permanente de la protectora de animales lanzaroteña “está muy bien”. Ana y Pablo demuestran, no solo con sus palabras, sino también con sus actos, que a los animales hay que dedicarles amor, tiempo y paciencia.
Durante la entrevista, llevan consigo el cuenco y la botella de agua para sus tres mascotas en una jornada calurosa en la costa. También resaltan los casos de perros abandonados después de la pandemia, ya que hubo quien los adoptó para salir de sus casas durante el estado de alarma y el confinamiento.
Lamentan lo “normalizado” que está el abandono animal, especialmente cuando cumplen ciertas edades o tienen alguna enfermedad. Es lo que sufren muchos perros que son abandonados en Sara. “¿Eso es normal? La gente no tiene corazón”.
Elvis, por sus condiciones físicas, no fue adoptado por ellos, sino que está dentro del Plan de Acogida Permanente de la protectora de animales Sara, “por los gastos que pudiesen acarrear su lesión”. “Esta acogida consiste en que la persona que se ofrezca a colaborar acogerá al animal en su casa, de forma permanente, sin estipular una fecha de finalización”, explica la protectora, que se ocupa, entre otros, de los gastos veterinarios que necesite el animal durante la acogida.
Comentarios
1 Vecina de Punta... Mié, 17/05/2023 - 12:15
Añadir nuevo comentario