Turismo sostenible, turismo con futuro
Ni los más críticos con el turismo son capaces de imaginar y plantear un presente y un futuro de Canarias en el que esta actividad no siga teniendo un papel central en nuestra economía y en nuestro empleo. Nos encontramos muy alejados de la Canarias pre turística, empobrecida y que nos condenaba cíclicamente a la emigración antes de que se produjera el cambio de modelo en los años 60 del pasado siglo. Un cambio que influyó, sin duda, en el notable incremento de nuestros niveles de bienestar, luego ampliado significativamente con las transformaciones democráticas y el autogobierno de las Islas.
Hoy el turismo supone el 35% del PIB de las Islas y el 40% de sus puestos de trabajo. Reflexionar sobre él, sobre sus virtudes y distorsiones, constituye una obligación de la sociedad canaria y, especialmente, de sus universidades, empresarios, sindicatos y administraciones públicas. Para orientarlo hacia la plena sostenibilidad, para que siga generando riqueza alcanzando su plena digitalización y descarbonización.
Desde Nueva Canarias consideramos que no se trata de contar turistas, de incrementar sin límite el número de los que llegan a las Islas, sino de aumentar el valor añadido por visitante. En ese sentido, junto al notable incremento del empleo, uno de los datos que más valoramos del año 2022 es que el gasto efectuado por los turistas internacionales crece un 142,8% con relación a 2021, superando los 17.425 millones de euros. Es muy llamativo que, en comparación con los datos prepandemia, los de 2019, en 2022 se recaudaron 600 millones más con casi un millón de turistas menos que entonces.
Reflexión colectiva
A principios de siglo realizamos una profunda reflexión colectiva con una enorme participación -universidades, ayuntamientos y cabildos, empresarios y sindicales, ecologistas, colegios profesionales…- que culminó en la redacción de las directrices generales de ordenación y en las sectoriales del turismo. Para facilitar el debate y evitar distorsiones en su proceso de elaboración se aprobó previamente la Ley de Medidas Urgentes en Materia de Ordenación del Territorio y del Turismo de Canarias (julio de 2001), más conocida como ley de moratoria, que suspendió el planeamiento y desclasificó cientos de miles de camas que no habían cumplido sus deberes urbanísticos, posibilitando que las directrices definieran un nuevo modelo. Limitando el crecimiento de la oferta turística a algunas excepciones, entre ellas los establecimientos alojativos de turismo rural.
Finalmente, las directrices fueron aprobadas de forma unánime por el Parlamento de Canarias en 2003, hace justo ahora veinte años. Aunque, desafortunadamente, fueron desvirtuadas y ninguneadas después por distintos gobiernos de CC hasta su práctica derogación desde luego, no en defensa del interés general; antes bien, en contra.
Con relación a la planificación del modelo, en las directrices se reclamaba “un mejor conocimiento de la demanda, de los destinos competidores, de la evolución que debe sufrir la propia oferta para captar nuevas demandas, para adaptarse a la demanda en movimiento, para conseguir una actividad que, sin incrementar la presión sobre el medio, produzca mayores beneficios económicos y sociales, mayor nivel de empleo, mayor nivel de gasto y mejor distribuido”. Compartimos plenamente esos objetivos.
Muchas de las conclusiones de las directrices de 2003 siguen siendo válidas. Entre ellas la necesidad de afrontar la cualificación desde la renovación de la planta alojativa y la modernización de las ciudades turísticas. Sin ocupar más territorio y privilegiando la calidad a la cantidad. Apostando por la diversificación de la oferta, así como por la formación permanente del personal. Asimismo, la ley de las directrices incluía limitaciones cuantitativas al crecimiento y establecían criterios de calidad para ese crecimiento. La obsesión por lo cuantitativo solo suele llevar a impactos negativos en el medio natural y en los entornos urbanos.
Criterios de calidad que también aparecen en la Ley de renovación y modernización turística de Canarias de 2013, que apoyamos en el Parlamento. Su objetivo, “impulsar la renovación y modernización de urbanizaciones, núcleos e instalaciones turísticas obsoletas, así como las de los productos turísticos mediante la diversificación de su oferta y la especialización de usos, modulando el crecimiento de la planta turística”, sigue estando vigente.
También nos parece esencial recuperar la planificación urbanística municipal, así como la territorial, en los ámbitos comarcales e insulares. En los últimos años se ha impuesto en Canarias el urbanismo de proyecto, en lugar del más racional y sostenible urbanismo de planeamiento. Un urbanismo, el de proyecto, que sirve para priorizar la realización de cualquier tipo de infraestructuras sin tener en cuenta las determinaciones de los planes de ordenación para el suelo en el que se pretende ubicar, acogiéndose a la figura establecida por la Ley del Suelo, aprobada en 2017, de proyectos de interés insular o autonómico. Pongamos que hablo de Dreamland, pero no es el único caso.
Además, debemos reflexionar sobre el crecimiento poblacional de algunas islas y sus consecuencias en el tráfico, en los colegios y hospitales, en el consumo de agua y electricidad o en la generación de residuos. De 1996 a 2022 Fuerteventura ha incrementado su población un 178%, Lanzarote un 111%, mientras que Tenerife supera el 35% y Gran Canaria un más moderado 16%.
Nuevos retos
Un sector tan dinámico como el turístico tiene siempre nuevos retos que afrontar. Considero que entre los prioritarios se encuentra alcanzar su plena digitalización y descarbonización, lo que exige actuaciones energéticas y de movilidad, así como las relacionadas con la gestión del agua o de los residuos. Debe, asimismo, continuar potenciando la llegada de visitantes atraídos por eventos culturales, actividades deportivas o en la Naturaleza, así como por nuestra cada vez mayor calidad gastronómica.
En mi opinión, es el momento de volver a reflexionar y actuar sobre el turismo, promoviendo consensos sobre el futuro del sector, desde nuestra capacidad para tomar nuestras propias decisiones como pueblo. El turismo es una actividad insustituible para Canarias, vanguardia en este ámbito a escala mundial, y, precisamente, porque es nuestro sector más estratégico tenemos que cuidarlo y garantizar su futuro, haciendo las cosas bien y aprendiendo de los aciertos y de los errores cometidos.
Hay varios asuntos que considero que habrá que analizar, debatir y resolver en la próxima legislatura. Entre ellos, la regularización del alquiler vacacional, como empiezan a llevar a cabo numerosos destinos turísticos. Para tratar de garantizar la convivencia y evitar saturaciones que expulsan a la población local de sus barrios y acaban con el comercio tradicional. Esta regulación debe realizarse en última instancia en los ámbitos municipales, correspondiendo a los ayuntamientos decidir las condiciones y las zonas en las que puede llevarse a cabo. Asimismo, hay que evaluar mecanismos para limitar la adquisición de viviendas por parte de extranjeros sin arraigo en las Islas.
También debemos estudiar con rigor el fenómeno creciente de los nómadas digitales, especialmente respecto a su impacto en la oferta y en los precios de las viviendas. Nos preocupa, igualmente, conseguir la exclusión de Canarias del comercio de emisiones, por las consecuencias negativas que tendría para el sector dar un trato similar al continental a territorios, como el nuestro, que no pueden sustituir el avión o el barco para el traslado de personas y mercancías.
Por último, recuerdo que NC fue la primera en plantear en el Parlamento, hace varias legislaturas, la implantación de una tasa turística. Considero que debemos sacarla adelante, con mayorías políticas suficientes en la Cámara, con acuerdos empresariales y con un amplio apoyo social. Una tasa finalista, destinada a afrontar la renovación de nuestras ciudades turísticas, la mejora de la competitividad del destino, la digitalización, la descarbonización, la protección de los espacios protegidos y las zonas agrarias, el impulso del turismo sostenible, responsable y de calidad.
Estoy convencido de que el turismo seguirá siendo el eje de nuestro modelo económico. Aunque considero que debemos aspirar a que este se encuentre más diversificado y que tengan mayor peso otros sectores. Pero el turismo solo tendrá un mañana sólido y seguro si es respetuoso con el territorio y el medio.
Si es generador de más riqueza y más y mejor empleo. Si es apreciado por los visitantes como un destino seguro y sustentable medioambientalmente. Si es percibido por la ciudadanía canaria como un sector económico que impacta de forma positiva en el bienestar colectivo de todos los canarios y canarias. Si es sostenible y con futuro.
* Presidente de Nueva Canarias.
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