Miserias sobre miserias
Hace unos días escribía sobre el tratamiento burdo, sensacionalista y tergiversado que están dando medios de comunicación españoles de cobertura nacional al asesinato de un ciudadano colombiano en Tailandia; un delito del que se autoinculpó un joven español que permanece encarcelado en dicho país asiático a la espera de juicio.
Aparte de varias consideraciones acerca de los contenidos y de quienes han pretendido abanderar la narración mediática de este macabro suceso, así como del tiempo y páginas que le dedican, incidí una vez más en el desprecio patente de la mayoría de medios de comunicación a la educación, la cultura y el deporte.
Y mientras el show mediático del crimen se mantiene y entran en escena no solo el comportamiento reprochable del presidente de la Federación Española de Fútbol durante la finalísima de la Copa del Mundo Femenina conquistada por España y en la ceremonia de entrega de medallas y trofeos en el estadio de Sídney, sino la sucesión de actuaciones polémicas, surrealistas e igualmente censurables protagonizadas por Luis Rubiales, paradójicamente derivadas de ese histórico triunfo del domingo 20 de agosto de 2023, España remató el pasado jueves 24 de agosto otra gesta deportiva de tinte mundial con poca visibilidad.
Gesta por partida doble y con minuto de oro para la reflexión. Los atletas María Pérez y Álvaro Martín grabaron un vídeo al finalizar los 35 kilómetros que los coronó campeones femenino y masculino, respectivamente, en la prueba de marcha de los mundiales de atletismo de Budapest, apenas unos días después de haber conquistado, ambos también, el oro en los 20 kilómetros marcha.
“Aunque el beso de Rubiales se ha hecho muy viral, este señor (Álvaro Martín) y yo vamos a ser portada porque hemos tenido que volver a hacer lo mismo que hicimos el sábado y domingo (los días de las pruebas de 20 km) para que la gente nos quiera un poco”, sentenciaba María Pérez; una forma clara y directa de denunciar con sobradas razones la desatención de los medios informativos al atletismo y a su victoria mundialista. Pérez se convirtió en la primera atleta española en conseguir dos medallas de oro en un mismo mundial.
Desde el punto de vista mediático estamos recibiendo un temporal informativo sobre el caso Rubiales. Comunicados de prensa de las partes implicadas, interpretaciones de esos comunicados, declaraciones de apoyo a la jugadora Jennifer Hermoso, aunque pocas reacciones de futbolistas activos, editoriales y manifestaciones de colectivos y entidades dentro y fuera del deporte repudiando el beso no consentido que le estampó Luis Rubiales a Jennifer Hermoso.
También vimos el discurso de Rubiales en la Asamblea de la Federación pasando al ataque y arengando su negativa a dimitir, donde además ofreció públicamente un contrato de continuidad de medio millón de euros al entrenador campeón Jorge Vilda y despotricó del “falso feminismo”, ante el aplauso sostenido de los presentes, entre ellos, el mismo seleccionador del equipo femenino Jorge Vilda y el entrenador de la selección masculina Luis de la Fuente.
En ese maremágnum informativo y corrientes de opinión de esta larga semana y después de hacerse público el primer comunicado de Jennifer Hermoso pidiendo “medidas ejemplares” contra Rubiales, el diario deportivo AS sacó en su portada, un día antes de la Asamblea Extraordinaria de la Federación, la imagen de Jennifer Hermoso besando la Copa del Mundo con el titular: “Jenni deja caer a Rubiales”.
Ese señalamiento directo a la afectada insinuando que es la culpable del desplome del presidente federativo, contrasta mucho, por ejemplo, con las portadas de este mismo diario dedicadas a denunciar los insultos racistas del pasado mes de mayo en el campo del Valencia contra el jugador Vinicius Jr. Entonces, el AS fue más empático con el afectado, ¿por qué?, por ser hombre, por ser del Real Madrid o por todas las anteriores. Si comparamos, ni por asomo, Hermoso ha recibido tantos mensajes públicos de apoyo de sus compañeros de profesión como sí los recibió Vinicius.
Tiene razón en su reflexión la atleta María Pérez, hay avances pero queda mucho por conseguir en derechos, educación, respeto y reconocimiento por parte de la sociedad, empezando por los medios de comunicación. Es la lectura de fondo que nos deja el caso Rubiales.
Al final hasta el rey emérito, ya que dijo que volvería pronto, podría darse otra escapadita de verano desde Abu Dabi a la localidad gallega de Sanxenxo con menos cámaras su alrededor; su hijo, el rey Felipe VI, jefe del Estado, tendrá tiempo de una nueva ronda de consultas con los grupos parlamentarios para constatar candidato a la presidencia de Gobierno con apoyos suficientes si Nuñez Feijóo (PP) no consigue ser investido presidente de Gobierno; Nuñez Feijóo, tras su reconciliación con la derecha ultra de VOX, que no ha dicho ni ‘mu’ en el caso Rubiales, podrá resolver el entuerto del posible apoyo de algún grupo nacionalista catalán, que no podía ver ni en sueños, o buscarse cuatro diputados traidores del PSOE para lograr el sí de ellos y llegar de carambola a La Moncloa; Donald Trump podrá vender todas las camisetas que quiera a 45 dólares con su foto policial en una cárcel de Georgia donde lo ficharon por una bobadita, intentar cambiar el resultado de las elecciones 2020; y así cualquier hecho de actualidad quedará opacado por el desaguisado de Rubiales, capaz de empañar el espectacular triunfo femenino de España y hasta de enlodar sus propios resultados en materia de gestión administrativa y deportiva.
Más de uno tendrá que dar las gracias a Rubiales por ayudarle a dejar en el banquillo mediático actuaciones poco edificantes utilizando las viejas artimañas futboleras de la simulación y pérdida deliberada de tiempo.
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