Veinte años de Reserva de la Biosfera
“En la Tierra hay suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no tanto como para satisfacer la avaricia de algunos”. Mahatma Gandhi
Lanzarote y Menorca representaron en 1993 la apuesta por un nuevo modelo de Reserva de Biosfera que hoy Unesco ha consolidado como la opción más acertada en el planeta, desclasificándose o redefiniéndose diversas reservas que no incluían población humana dentro. Lógicamente, al incluir a toda la población y todo el arco de intereses económicos en juego, se complica la evolución de la reserva. En Lanzarote estos veinte años se caracterizan por la inestabilidad política. En Menorca no.
Antes incluso de las alarmas suscitadas por la primera crisis del petróleo en 1973, la ONU había organizado en 1968 una conferencia de expertos que alertaba sobre la inviabilidad de la expansión continuada en un planeta finito, y sobre el deterioro de los sistemas naturales básicos que el modelo actual de desarrollo estaba causando. Esas mismas premisas defendía el informe Meadows, 'Los límites del crecimiento', publicado en 1972. En 1971 ya se había creado el Programa MaB (Hombre y Biosfera) de Unesco, aprobándose en 1977 las primeras reservas de la biosfera.
En 1993, la garantía que ofrecía Lanzarote era su Plan Insular recién estrenado en 1991. Para sorpresa de algunos en la península, y para tranquilidad de quienes reunidos en París debían aprobar o no la inclusión de la Isla en la Red Mundial de Reservas de la Biosfera (RB), dicho Plan ordenaba y restringía las áreas urbanas y turísticas, eliminando dos tercios de las previsiones municipales, que acumulaban más de 360.000 plazas turísticas diseminadas por mucho más litoral del hoy ocupado, entonces liberado.
Así pues, en 1991 la declaración de Lanzarote como Reserva de Biosfera se fundamentó en el Plan Insular de Ordenación. En 1992 fallecía César Manrique en accidente de tráfico. En 1993 se aprobaron las reservas de Lanzarote y Menorca.
¿Qué podemos observar veinte años después? La Reserva de Lanzarote ha funcionado como un sistema de alerta temprana, intentando evitar excesos de la construcción. Burbujas inmobiliarias de las que ya había tenido noticia la Isla (años 90), y que han causado ahora una crisis gravísima en toda España, llegando a cuestionarse la moneda única y el proyecto de construcción europea. Los veinte años de la Reserva de Biosfera abarcan desde una a otra crisis económica. Igualmente, la Isla ha maniobrado cuando el precio del petróleo justifica explorar y extraer a 1.500 metros bajo el mar junto a nuestras costas. Prueba de que se ha acabado la época de crédito más petróleo fácil y barato.
Estos veinte años también pueden verse caracterizados por diversos e intensos movimientos sociales. Muchos de esos debates se suscitaron en el Consejo de la Reserva. Si varios presidentes del Cabildo han expresado que dicho órgano es el más plural y representativo de la Isla, pero el Cabildo ha sido el órgano político más inestable de Canarias, ¿cabe suponer que la representatividad democrática no obedece a ninguna tendencia mayoritaria de la actual sociedad insular?
Lo cierto es que muchas personas, anónimas o de entidades reconocidas, han participado en muchas actividades o procesos impulsados o apoyados desde la Reserva. Sin embargo, resulta curioso que hace veinte años, en Madrid, se percibieran las candidaturas de Lanzarote y Menorca como una acertada novedad, porque provenían de las propias sociedades insulares, y actualmente haya que luchar con la idea de que 'la Reserva de Biosfera' es lo que se hace desde tres pequeños despachos del Cabildo. En realidad, para Unesco todas las personas y entidades de la Isla son protagonistas de un experimento, al que se adhirieron voluntariamente en 1993.
Los riesgos de los ciclos expansivos
El crédito y el petróleo más difíciles y caros configuran el escenario de futuro para todos. ¿Y qué podemos decir del pasado? Basta una gráfica de tendencias para reflejar la evolución de la Isla en el periodo de vigencia del Plan Insular de 1991 que justificó la declaración como Reserva de Biosfera. ¿Alguien en su sano juicio apostaría por repetir un ciclo expansivo basado en el consumo de cemento? ¿No es suficiente ver el antagonismo entre paro y cemento, que duplicó la población en el periodo, y hoy sufre un nivel de paro muy elevado?
Individualismo egoísta y ambición insaciable
La Reserva de Biosfera puede ser una oportunidad de integración y cohesión para esta sociedad conejera de hoy en día. Si más de la mitad de los residentes no hemos nacido en la isla, sino en 117 países distintos. Si todos compartimos esta Isla cuya historia tanto enseña de cómo superar o enfrentar los límites en el pasado. Si cada vez resultan más evidentes los riesgos del futuro que implica la sostenibilidad buscada por Unesco. Si predomina la división y desconfianza en estos tiempos de crisis, causada por un individualismo egoísta y ambición insaciable. ¿No habrá que recuperar las redes comunitarias y comprometerse con la economía local? ¿No habrá que fomentar la cooperación, el respeto a los bienes comunes, incluida la legislación que nos hace iguales?