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Sin trabajo, sin visado y sin sueldo

Once senegaleses que componen la tripulación del Gaztelugaitz llevan cuatro meses malviviendo en Puerto Naos. El armador no les paga y ya están “al límite”

Saúl García 2 COMENTARIOS 01/07/2021 - 04:41

Salieron de Dakar el 26 de febrero. Llevaban trabajando varios años, en algunos casos más de diez, con el mismo armador. Formaban parte de la tripulación de uno de los ocho barcos españoles que pescan atún con caña en Senegal, gracias al acuerdo entre ese país y la Unión Europea. El Gobierno de Senegal decidió vedar la pesca de cebo vivo y el trabajo de estos pescadores se complicó, pero el armador les prometió que podrían pescar en Canarias, que les arreglaría los visados y que cobrarían 200.000 francos cefas (unos 300 euros).

El viaje ya comenzó mal. Se les acabó el combustible y tuvieron que hacer una parada, no prevista, para repostar en Dakhla. Estuvieron cuatro días sin poder cocinar porque no tenían gas. Después, entre Dakhla y Arrecife, el motor se averió y llegaron a duras penas, a principios de marzo. Y no ha habido muchos cambios, siguen sin trabajo, sin visado y sin sueldo.

Son los once tripulantes del Gaztelugaitz. El barco está atracado en Puerto Naos, pero ellos están en tierra de nadie. Se llaman Mamadou Sagne, Mousa Diakhaté, Lamine Sakho, Anson Sarr, Mopustapha Sene, Boukary Sour, Pape Mousa Diome, Hamady Sengor, Bourama Diedhiou, Ousmane Faye y Christophe Faye. Y lo que quieren es sencillo: que les paguen los siete meses de sueldo que les deben y volver a Senegal.

La aventura imaginada, la de pescar en aguas canarias, se convirtió en la pesadilla real: cómo sobrevivir durante cuatro meses en esas condiciones: comiendo mal, hacinados en el barco, sin dinero y expectativas. En este tiempo han contado con la ayuda de otros compatriotas que viven en la Isla y de lanzaroteños. Moussa es uno de los que les echa una mano y explica que se pusieron en contacto con un inspector de trabajo que les aseguró que el armador les tenía que haber liquidado en marzo de este año.

Ni siquiera está claro que puedan obtener permiso para pescar cebo vivo en Canarias. La Cofradía de El Hierro denunció que otro barco del mismo armador, el Aita Fraxku, estaba “faenando ilegalmente” en aguas cercanas a aquella isla. La tripulación de ese barco, otros 16 senegaleses, estaba en la misma situación hasta la semana pasada, cuando cobraron.

Algunos hablan español y resumen rápido su situación: “Muchos problemas”. Cuentan que solo han comido bien un mes. En el puente de mando del barco, con ellos, está el capitán, un vasco que retiene los pasaportes, ya que no tienen permiso de entrada, y que es el encargado de su manutención. Aseguran que, de la lista, solo compra la mitad de lo que tiene que comprar. Así que a veces pescan ellos mismos en el puerto o reciben alimentos de esa red solidaria que se ha creado a su alrededor.

Dicen que llegar fue muy duro porque que se les acabó la comida. Anson, el cocinero, explica el menú de todos los días: arroz con pollo o pescado al mediodía y macarrones o fideos por la noche. También dicen que “todo lo que dice el patrón es mentira”. Tampoco tienen conexión wifi para hablar con sus familias desde el puerto, el interior del barco está muy deteriorado y son muchas personas conviviendo en un espacio estrecho. Además, el motor, con un ruido constante, está todo el día encendido para que pueda haber luz. Ni siquiera está claro que el barco sea capaz de zarpar.

El principal problema es que ellos son el sustento de sus familias

El capitán no quiere hablar ni sale del puente de mando, pero apunta el teléfono del armador, Emilio Salaberría, en un papel, y lo facilita al periodista. Lo que sí dice es que el armador “llegará mañana” para arreglar el problema. Se refiere al viernes 25 de junio, pero el armador no llegó. Había llamado a los pesadores ofreciéndoles 100 euros a cada uno, menos de la mitad de lo que les debe, y los pescadores discuten si cogen o no el dinero, aunque toman una decisión para todo el grupo: que no aceptarán menos de lo que les deben.

Lo que también hace el capitán es avisar a la Policía Nacional, que se persona inmediatamente en Puerto Naos muy preocupada por saber si los propios pescadores habían avisado a la prensa y si la prensa tiene permiso para grabar dentro del puerto. Dos cuestiones que, en cualquier caso, no son de su incumbencia. Por otra parte, este periódico se intentó poner en contacto con el armador a través del número de teléfono facilitado, pero el número no corresponde a ningún abonado.

Lo peor, en Senegal

Pero, aunque la situación sea mala en Arrecife, no es su principal preocupación. El principal problema es que ellos son el sustento de sus familias. Todos tienen hijos, pero también parientes que llevan años viviendo del sueldo de estos pescadores. El armador ya les debía dinero antes de salir de Dakar. A cada uno les debe una cantidad diferente, pero todos necesitan el dinero para sostener a sus familiares. Lo que ellos quieren es, por este orden: cobrar, volver a Senegal y, si es posible, obtener el visado y embarcarse de nuevo para seguir trabajando. Y, de momento, las tres cosas son inciertas.

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Comentarios

Mis felicitaciones por el artículo. Gracias por informar.
Y la progresía ¿no hace un crunfunding para cobren y que se vayan? Y lo mismo con el resto de los miseria les de la isla.

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