Proteger los espacios protegidos
El equipo de informantes de la Reserva de la Biosfera continuará hasta enero de 2025 desplegado en las zonas de especial fragilidad territorial
Por paradójico que resulte, los espacios reconocidos en el planeamiento por su valor paisajístico, natural y patrimonial -que en Lanzarote coinciden con los de mayor vulnerabilidad-, son también los más atractivos para turistas, youtubers, instagramers, influencers, bloggers y otras especies que habitan el universo paralelo del tráfago digital. Y en un cosmos electrónico en el que las noticias vuelan, una palmera cambada, las paredes de una cantera en desuso o el borde de un cráter milenario pueden convertirse, de la noche a la mañana, en la imagen más buscada y el bocado más apetecido para alimentar la última galería de fotos de moda. Ni los riesgos ciertos, ni las señales de prohibición, ni el sentido común desalientan a los paparazzi del autobombo.
Tras detectarse el incremento de comportamientos irrespetuosos, cuando no lesivos, hacia el territorio, el área de la Reserva de la Biosfera de Lanzarote, cuya inequívoca voluntad pedagógica y de sensibilización forma parte de su sello identitario, propuso la contratación de un equipo de “informantes”, sin capacidad sancionadora pero con los datos precisos y suficientes, para hacer entender las razones para no abandonar un sendero, no soltar al perro, no dejar basura o no fracturar rocas.
“El objetivo no es prohibir sin ton ni son ni regañar a quienes nos eligen entre millones de otros lugares para pasar sus vacaciones; se trata de educar y concienciar sobre la fragilidad de Lanzarote y de sus espacios naturales. Queremos pensar que la falta de cuidado tiene más que ver con la desinformación que con el vandalismo”, aclara el consejero de la Reserva de la Biosfera, Samuel Martín. El propio presidente del Cabildo, Oswaldo Betancort, ha avalado esta iniciativa, al prorrogar inicialmente la contratación del personal por tres meses más, hasta enero de 2025, a la vista de sus buenos resultados.
Recogida de datos
Difundir las peculiaridades y vulnerabilidad de los ecosistemas lanzaroteños, orientar a quienes recorren los espacios naturales acerca del mejor comportamiento y recopilar datos para optimizar el uso y gestión de los recursos paisajísticos y ambientales son los propósitos de un servicio que se adjudicó a la empresa pública Gestión y Planeamiento Territorial y Medioambiental, S.A. (GESPLAN). La entidad realizó la selección de los informantes, les dio formación sobre los espacios naturales y coordina su trabajo diario.
En poco más de dos meses se atienden 1.600 consultas y se reportan 2.500 incidencias en espacios naturales
El registro de incidencias y consultas se realiza mediante un formulario en línea diseñado específicamente para esta función, que asegura una respuesta rápida y permite reunir y catalogar la información en torno a cada caso, lo que facilita la transparencia y la efectividad en la gestión ambiental y la puesta en marcha futura de los proyectos más idóneos.
En poco más de dos meses, y desde el 23 de agosto, fecha de inicio del servicio, se habían atendido 1.637 consultas y reportado 2.428 incidencias de un extenso catálogo de irregularidades que afectan la integridad de los ecosistemas locales. De entre ellas, el acceso a zona restringida -que incluye también el tránsito fuera de sendero y el aparcamiento en zonas no autorizadas- se sitúa en cabeza de las malas prácticas, con un 27,6 por ciento del total.
En segundo lugar, con un porcentaje del 22,2 por ciento de los apuntes, se encuentran las distintas acciones que provocan alteraciones del entorno natural, como los montículos, la sustracción de minerales, la manipulación de piedras para construir en el suelo nombres o figuras, las inscripciones en la roca o la recolección de flora, principalmente. También se han detectado muchos casos de animales sueltos (20,7 por ciento) y el reporte de cuestiones relacionadas con la limpieza, daños y desperfectos: un 12,1 por ciento, por vertido de basura en aparcamientos y espacios naturales y vandalismo y daños en la señalética.
Por debajo de estos gestos de incivismo y falta de respeto por el espacio natural se sitúan los incidentes contra la ley y de orden, con una tasa del 9,3 por ciento del global. Se trata de actividades prohibidas por las distintas normativas, la música a alto volumen, los grupos guiados que exceden el número de personas permitido, la instalación de barbacoas, la presencia de cazadores en zonas no autorizadas con más perros de lo permitido, etc. Finalmente, el vuelo de drones sin permiso suma un tres por ciento de las infracciones y otros no especificados, cerca del cinco por ciento.
La percepción del equipo es la de estar prestando un servicio importante: “El vandalismo se ha reducido”
Según la valoración que aporta el coordinador del equipo y técnico responsable de GESPLAN, Alejandro Padrón, en relación con la evolución de las incidencias en estos meses de presencia activa de los informantes en espacios naturales, aún no se dispone de un conjunto de datos suficientemente amplio como para poder evaluar el progreso de los episodios, “pero sí se puede decir que ya se observan ciertos cambios en la actitud de algunos visitantes”.
Señala que, “por un lado, resulta evidente para los informantes que su mera presencia ya ejerce un efecto disuasorio ante el impulso de algunos usuarios de cometer algún tipo de infracción. Por otro lado, el visitante agradece la información que se le ofrece y que le permite entender la motivación de las limitaciones de uso del espacio, y esto resulta visible en su comportamiento durante la visita”.
Asistencia
Es destacable la actitud colaboradora de los informantes, quienes, además de patrullar las zonas asignadas y recabar los datos que correspondan, ofrecen asistencia a los visitantes y proporcionan indicaciones sobre senderos, vegetación, fauna, geología, y otras cuestiones, que la mayoría escucha con interés.
Laura y Annubis están entre Montaña Colorada y el volcán del Cuervo, dos espacios especialmente concurridos por la accesibilidad del recorrido, la belleza paisajística y la posibilidad de fotografiar un cráter que entra en el plano de la cámara del móvil, o una bomba volcánica. De manera que, según señalan, el trabajo es extenuante, pero la satisfacción personal lo compensa.
Laura comenta que en su opinión “está siendo una experiencia bastante satisfactoria y enriquecedora, ya no solo para nosotras, sino también para los visitantes, quienes nos agradecen el hecho de estar aquí, sobre todo cuando les explicamos el valor y la importancia ecológica, geológica y demás del parque natural. Por ejemplo, cuando les contamos por qué no se pueden salir del sendero, algo que ocurre muy a menudo, lo entienden y lo aplican en otros lugares, es una enseñanza que se llevan consigo”. También considera que, en muchos casos, los actos lesivos son fruto de la inconsciencia y de la ignorancia: “Yo creo que desde que estamos aquí, el vandalismo se ha reducido, porque saben que nos encontramos por la zona, y previamente han sido advertidos de que Lanzarote es un territorio frágil”, argumenta.
Laura y Annubis en el Volcán del Cuervo.
“Cuando les contamos por qué no se pueden salir del sendero, algo que ocurre muy a menudo, lo entienden y lo aplican en otros lugares”
La educación al turista es, también para su compañera Annubis, tarea prioritaria de este servicio: “El hecho de dar información a la gente cuando llega hace que inicien el recorrido con una mirada más sensibilizada y sepan que tienen que poner mucha atención en la cartelería y que esto no es un lugar cualquiera de la península, una montaña, donde tú puedes ir por cualquier parte”.
“Estamos notando que el que viene, por ejemplo, de La Corona, donde ya ha hablado con una compañera, llega aquí con otra mentalidad, y el que sale de aquí de hablar con nosotras, se va a Caldera Blanca sabiendo que está en Lanzarote y que esto es un lugar sensible. El boca a boca también ayuda; hay gente que nos busca, para preguntar si puede o no puede hacer tal cosa. O nos cuentan que han visto a otras personas cometer irregularidades y ellos mismos los han advertido, lo que de alguna manera hace que se extienda la red de vigilancia”, explica con entusiasmo.
Alejandro Padrón confirma los frutos de este proyecto pionero: “En el caso de algunos visitantes asiduos, se empiezan a percibir cambios de conducta como, por ejemplo, grupos organizados que han sido informados acerca de las recomendaciones y normas de uso de los espacios que visitan y que, al volver al lugar, lo hacen cumpliendo con las directrices que antes ignoraban”.
La percepción general del equipo, según señalan las dos informantes, es la de estar prestando un servicio importante y que ayuda a difundir los valores naturales de la Isla. También hay coincidencia en el agradecimiento que expresa el turista ante las explicaciones recibidas, frecuentemente en sus propios idiomas, y que ayudan a una mejor comprensión del entorno y a una experiencia más valiosa.
Ambas se sienten afortunadas por participar en esta tarea y seguirían desempeñándola en el futuro. Annubis lo tiene claro: “Diría que tengo las cualidades para poder realizar este trabajo con eficacia, lo cual me da un propósito y me genera mucha satisfacción”. Y Laura remata: “Estoy totalmente de acuerdo. Diría además que los turistas aprenden de nosotras, pero nosotras también estamos aprendiendo mucho sobre la importancia de preservar nuestro territorio”.
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