La iniciativa cultural, que ha transformado paredes de Argana en una galería de arte al aire libre, quiere generar “un sentimiento de orgullo y pertenencia”
Murales que reivindican los barrios y luchan contra la desidia institucional
La iniciativa cultural, que ha transformado paredes de Argana en una galería de arte al aire libre, quiere generar “un sentimiento de orgullo y pertenencia”
La herencia de César Manrique tiene doble filo. “Nos dejó un legado visual y medioambiental increíble -dice Juan Muñoz, JUIN, artista y cofundador de la asociación cultural Desidia-, pero las instituciones lo interpretan de una forma muy conservadora, haciendo un flaco favor al muralismo”.
El circuito de murales que desde finales del mes de julio ha revolucionado el barrio de Argana Baja ha tardado más de cinco años en hacerse realidad. Los artistas tenían los permisos de los propietarios de los muros. También contaban con el apoyo de pequeñas empresas de la Isla. Sólo faltaba los permisos y el respaldo institucional.
Fue el área de Cultura del Ayuntamiento de Arrecife quien decidió, por fin, llevar adelante este proyecto que ha transformado cuatro paredes blancas del barrio arrecifeño en una galería de arte al aire libre que quiere generar “un sentimiento de orgullo y pertenencia” entre la vecindad.
Emma López Leyton ha intervenido en la entrada del servicio Hortofrutícola de Altavista (calle Ico, número 9). Su obra representa a unas diosas creadoras de naturaleza, que llenan el muro de especies endémicas de Lanzarote “reivindicando más espacios verdes y recreativos en todos los barrios de Arrecife”.
Las siluetas embarazadas de futuro son obra de Evelin Toledano y a partir de ahora darán nueva vida al Centro Sociocultural de Argana Baja (calle Alfonso XII, 34). Su obra es un “canto de esperanza” a las posibilidades de un barrio que tiene un patrimonio absolutamente infravalorado.
JUIN abandona su habitual estilo abstracto para representar en el número 20 de la calle Jesús Soto a una persona muy conocida del barrio: Daniel Dámaso Rosa. “Quería que la obra fuese reconocible y que toda la gente del barrio sintiera que este muro le pertenece”.
El artista Feo Flip, uno de los autores de arte urbano más reconocidos en Canarias, España y buena parte de Europa, ha representado un bucio que conecta el pasado de la cultura aborigen con un presente taladrado por un turismo que monopoliza todos los aspectos de nuestra vida.
Feo Flip y su bucio.
Periferia desconocida
Arrecife es el único de los siete municipios de Lanzarote que se olvida de su montaña. Porque además de su magnífica planicie costera, los arrecifeños tienen la Montaña de Maneje, Las Rosas, La Montañeta y un barranco, el de Yágamo, con una escorrentía excepcional que antiguamente regaba con agua de lluvia las fanegas de tierra que se cultivaban en Argana, las más productivas de todo el municipio.
Los saharauis que traían camellos de El Aaiún en los años 40 del pasado siglo, se establecieron allí, junto a otros vecinos que se dedicaban a la actividad agropecuaria. A partir de los años 80, la urbanización se aceleró y se ejecutó de forma anárquica, construyéndose viviendas en el cauce del barranco, en plena zona inundable. El Plan de Gestión del Riesgo de Inundación del Consejo Insular de Aguas identifica este barranco como una de las áreas de mayor peligrosidad por inundaciones fluviales de la Isla.
“Hay yacimientos y grabados. ¿Por qué no se divulga el patrimonio de Argana?”
Más allá de lo urbanizado, las lindes del barrio atraviesan peñas y montañas vecinas del complejo arqueológico de Zonzamas, lugares donde se han encontrado grabados podomorfos, canales horadados en la roca, cazoletas, almogarenes -antiguos lugares de culto de la población aborigen- grabados líbico-bereberes y, conforme nos acercamos a Argana Alta, una gran cantidad de lascas usadas para trabajar el basalto, indicio de que esta zona podría haber sido un asentamiento aborigen.
El listado de elementos de interés cultural es tan amplio como grave su estado de deterioro: ruinas de viviendas de la arquitectura popular lanzaroteña con esgrafiados, cerámica vidriada e incisa, podomorfos, una cerveza inglesa del siglo XIX, callaos que pudieron usarse como lastre de barco, piedras de molino, una calera -principal testimonio de la industria de la cal en el municipio-, y una de las obras más excelentes de la cultura insular del agua, la Mareta del Estado, con sus dieciséis aljibes y su alcogida cortada por la actual carretera, terminada de construir en 1913 por manos lanzaroteñas inexpertas que consiguieron un acabado excepcional.
Así lo contaba la historiadora y profesora Francisca Perera en una charla que ofreció en la sede de la UNED hace casi una década. Muchos vestigios quedaron sepultados cuando se construyó la zona industrial de Argana, sin que se hicieran catas ni valoraciones previas para recoger material y poder estudiarlo. “Muchos de esos puntos se encuentran bajo naves industriales, locales e incluso bajo viviendas. ¿Por qué no se divulga, por qué no se potencia este patrimonio?”, se pregunta Tami Sánchez, gestora cultural y cofundadora de Desidia.
Poca gente sabe que “el caserío de Argana” está documentado antes de que hubiese un asentamiento en Arrecife. Muy pequeñito, aparece ya en el mapa que se conserva en el Archivo de Simancas y que se dibujó para señalar qué zonas de Lanzarote habían ardido en las erupciones de 1730 y cuáles no. Junto a “Sonsama” o “Villa”, aparece “Argana”. Hoy, decía Perera en 2015, “es una población donde parece que el pasado no existió”.
Evelin Toledano interviene en el centro sociocultural.
Puntos de dolor
A pesar de su patrimonio, de acoger a más del 21 por ciento de los habitantes de Arrecife y de ser el barrio con mayor índice de población juvenil de la capital, el listado de “puntos de dolor” que reseña la asociación cultural Desidia es larguísimo.
“No hay apoyo suficiente para las familias con menores a su cargo en época de escolarización, tampoco hay guarderías”, dice el estudio. Hay muchas zonas donde el peatón no puede caminar con seguridad, porque están sin asfaltar o porque hay tramos de aceras invadidos por palmeras enfermas que llevan años desatendidas. El transporte público “sigue siendo insuficiente” y no hay un carril bici que conecte con el centro de la ciudad.
“A la periferia, el turismo no viene, por eso a nadie le interesa este barrio”
La asociación cultural no dice nada que no hayan dicho ya las asociaciones vecinales. “Este es un barrio de la periferia donde el turismo no viene, por eso a nadie le interesa”, opina JUIN. Los murales no son sólo decorativos: consiguen “poner a Argana en el mapa”, tener una nueva lectura del barrio.
La reacción vecinal ha sido fantástica. Primero, de sorpresa, porque no están acostumbrados a ser objeto de ninguna iniciativa cultural. Segundo, de agradecimiento y colaboración. Los conductores se paran, miran y preguntan. La gente que frecuenta los bares y tiendas que están cerca de los murales está encantada. Las autorizaciones de los propietarios se consiguieron en treinta minutos, sin necesidad de presentar bocetos previos.
La narradora Isabel Cabrera pondrá palabras al arte de los cuatro muralistas. “Llevaré las obras plásticas a la oralidad, a la palabra contada”, explica la cuentera y periodista lanzaroteña, que afronta el encargo con ilusión y mucha “responsabilidad”. Junto al mural, un código QR nos permitirá escuchar sus narraciones y ver vídeos adaptados para personas sordas.
El proyecto tiene vocación de continuidad. La intención es que este sea el primero de una serie de circuitos de murales por los barrios de Arrecife, dice la asociación Desidia, que además de trabajar por los barrios quiere poner en valor que el arte urbano también es jurisdicción de mujeres y personas queer.
Imágenes
Comentarios
1 P.ico Sáb, 17/08/2024 - 16:59
2 P.ico Sáb, 17/08/2024 - 17:05
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