PERFIL

Manolo 'El Ñiñi', una vida dedica a la mar

Manuel Moreno evoca su época de patrón, cuando la pesca de la sardina daba gratificantes beneficios

En la popa del Carmen y Manuel de Tarifa, primer barco en el que se enroló. 
María José Lahora 3 COMENTARIOS 29/09/2019 - 09:38

Manuel Moreno Quintero (Tarifa, 1934), más conocido como Manolo El Ñiñi, apodo que le debe al cariñoso apelativo con el que le llamaba su tía, recuerda que llegó a Lanzarote en noviembre de 1959. Acababa de sacar el título de patrón de pesca. En principio, el viaje lo hizo con intención de regresar con una embarcación que debía ser reparada en Tarifa. Una vez en tierra lanzaroteña, se topó con que toda la tripulación resultó ser paisana suya. Los marineros le advirtieron de que lo mejor era permanecer en Lanzarote para realizar la temporada de pesca, mucho más fructífera.

Y así fue como se asentó en la Isla como patrón del Joaquín Mira. Más tarde, patroneó el Sebastián y Gracia, transportando el pescado desde la costa marroquí hasta Las Palmas de Gran Canaria. La familia Ojeda, propietarios de la conservera Hijos de Ángel Ojeda, le contrató más tarde en calidad de redero para pasar a patronear sus embarcaciones durante 11 años, hasta que fue requerido por Leandro San Ginés. Aunque estaba contratado en calidad de patrón, no dudaba en hacerse cargo de la reparación de las nasas. También trabajó con el armador Manuel de la Cruz en el Sar, durante una larga temporada que recuerda que fue de las más fructíferas. Pescaban en la costa marroquí, a unas 90 millas de Lanzarote, en zonas como Tan-Tan, Cabo Juby o El Aaiun, y podían embolsarse hasta 2.000 pesetas al mes, frente a las 500 mensuales que ganaban los marineros en Cabo Blanco.

También patroneó el Dufín de Juan Betancort, para acabar jubilándose en el Playa Bermeja, del mismo armador. “Ya tenía mucha salmuera en la cara”, comenta, al referirse al momento en el que tomó la decisión de abandonar sus aventuras en la mar. No contaba aún con sesenta años y siguió trabajando en el arreglo de redes, tanto en el puerto de Arrecife como en Agadir, en calidad de redero.

Tenía nueve años cuando se enroló por primera vez. Cuenta la anécdota de que tras la guerra, y ante el control exhaustivo de las embarcaciones, por parte de las fuerzas de seguridad, su tío, que era motorista de una embarcación en Tarifa, le enrolló en la vela del barco para no ser detectado en su primera salida náutica. En aquella época, Manolo, hijo de viuda y el menor de cinco hermanos, no tuvo más remedio que abandonar la escuela para irse a la mar y contribuir con la familia aportando algún dinero como marinero.


Foto: Manolo de la Hoz.

Una época “feliz”

Recuerda de su época en la mar que fue “muy feliz”. Asegura que era un “enamorado” de su trabajo, a pesar de que podían pasar veinte días sin darse una ducha, entre otros sacrificios. A su llegada a Las Palmas de Gran Canaria, tras semanas enrolado, sabía que por dos pesetas podía disponer de agua y jabón a fin de asearse en una de las casetas habilitadas a tal efecto en el puerto.

Le tocó trabajar en la mar en una época muy boyante para la pesca en Lanzarote. “Entre los años 70 y 90 fue fabulosa”, dice. Los pescadores, aunque no estaban acostumbrados a faenar con la sardina, una vez que se habituaron a este tipo de pesca, “eran gente maravillosa para el trabajo, auténticos marineros”, comenta. Recuerda que lo habitual del sector lanzaroteño en la época de los sesenta era faenar en Cabo Blanco, pero que, tras descubrir que en aguas más cercanas a casa se ganaba el triple con la pesca de la sardina, pronto empezaron a acudir a la puerta de su casa para que los embarcara.

Contó con tripulaciones con las que trabajó durante una veintena de años. Era su otra familia. “Hombres que, nada más que con mirarnos, ya sabían lo que quería”. Especial recuerdo tiene de José Manuel Cabrera: “El mejor amigo que he tenido en la mar”. Habla de la amistad sincera que se profesaban los marineros, carente de envidias. Al llegar a tierra algunos se marchaban a El Parral a celebrarlo. Aunque él era muy familiar y le gustaba regresar con su mujer y sus cinco hijos. “Mi casa y el barco, el barco y mi casa, esa era mi vida”, subraya.


Joaquín Mira, primer barco que patroneó en Lanzarote.

Sólo tiene palabras de elogio para su mujer, Dolores: “Ha sido el padre, la madre y la maestra de mis hijos”. Cuenta la anécdota de cuando la conoció. Se encontraba de guardia en el cuartel de Tarifa cuando, entretenido en el arreglo de una red, se le cayó el ovillo cuesta abajo tras la alambrada. En ese momento, pasaba, de regreso del campo, la que después sería su esposa, una “rubita” a la que le pidió que le llevase el ovillo. Desde entonces, fueron sucesivos los encuentros que les llevaron a ennoviarse y, finalmente, contraer matrimonio.

Aunque inicialmente llegó solo a la Isla, pudo traer a su familia a Lanzarote gracias a que el consignatario Segundo Machado le alquiló una casa en La Vega, inmueble que, a día de hoy, le “da lástima ver como está”. Más tarde, se instalaría en la zona conocida como El Lomo, en un edificio de los hermanos Blanco, en la calle La Palma, para trasdalarse a una casa de Castito Martínez en la zona del hospital viejo y que compartiría con la familia de su hermano, que también vislumbró en Lanzarote un buen futuro profesional. Por ese entonces, el alquiler le salía a 3.000 pesetas.

También estuvo viviendo en la calle Trinidad para, finalmente, asentarse en su actual residencia de la calle Garajonay, donde cuenta con un salón cuyas paredes están repletas de fotografías que ilustran toda una vida. Al lado de la televisión, un cuadro de nudos marineros y su título de patrón de pesca comparten estantería. A día de hoy, le gusta pasar las mañanas en la Pescadería jugando al dominó con sus amigos, mientras las tardes las disfruta con la lectura o viendo el fútbol.

Comentarios

Muy bonita historia!!!
Una gran persona como su mujer Dolores. Los Blanco, mi familia, era la de él y al revés. Personas que no se olvidan.
Q bien que todavía piensan que la historia de Lanzarote y de la pesca es muy importante e interesante .Muy buena persona me alegro mucho por esté reportaje tan bonito. Aunque creo q uno de los barcos q nombran está mal y es playa de pedreña. Un saludo!!

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