La patronal de la restauración inicia una etapa dirigida por Orlando Ortega con la apuesta por el impulso de la cocina insular, pero el problema de la falta de profesionales cualificados
Luces y sombras de la hostelería de Lanzarote en su momento más álgido
La patronal de la restauración inicia una etapa dirigida por Orlando Ortega con la apuesta por el impulso de la cocina insular, pero el problema de la falta de profesionales cualificados
“Calidad”. Esa es la apuesta del nuevo presidente de la Unión Hostelera de Lanzarote y La Graciosa (Hostelan), el chef Orlando Ortega, para reforzar el momento álgido que vive la hostelería lanzaroteña y en especial la restauración, en un maridaje perfecto con la revalorización de los productos insulares y canarios que permite convertir a la gastronomía lanzaroteña en un atractivo más para el viajero y un reclamo al alcance de los residentes en la Isla.
Orlando Ortega ha destacado la importancia de que en esta nueva etapa de Hostelan haya representación de los siete municipios de la Isla. La vicepresidencia la ostenta Marco Rodríguez, de los restaurantes Risco de Famara y Dunas de Famara (Teguise), Cristina Hurtado del Grupo Sal Marina (San Bartolomé) ejerce de secretaria y como tesorero se ha nombrado a Víctor José Betancort, del Restaurante Tacande (Haría).
Los vocales elegidos son Cristóbal Sánchez, del Grupo La Cascada (Tías), Juan Carlos Monzón Rodríguez, del Restaurante Bodega de Santiago (Yaiza) Juan Cabrera Armas, del Restaurante Brisa Marina (Yaiza), Lázaro Martín de León, del Restaurante Mamma Rosa (Yaiza), y Lucila Schuch Freire, del Restaurante Almas Tapas&+ (Tinajo).
“Estar en primera línea en cada municipio permitirá -a juicio de Orlando Ortega- la defensa de los intereses del colectivo desde todos los entornos”. El nuevo presidente de Hostelan destaca la fortaleza de un sector que ha conseguido superar con éxito la pandemia y que ha elevado sus estándares de calidad, convirtiendo la gastronomía de Lanzarote en un atractivo turístico más. De hecho, es uno de los elementos del viaje donde ha aumentado la satisfacción de los turistas que visitan la Isla, explica.
“Nuestro objetivo es fortalecer y hacer crecer aún más la industria hostelera de Lanzarote y La Graciosa, manteniendo siempre el compromiso con la excelencia, la sostenibilidad, la innovación y la satisfacción del cliente”, ha subrayado el nuevo presidente, que también ha destacado su apuesta por la colaboración y la unidad. “Es fundamental que trabajemos juntos como sector”, ha resaltado. “Tener voz es lo más importante. Es lo que más me satisface: formar parte de un proyecto en el que podemos hacer fuerza entre todos. Es la mejor manera para que las cosas cambien”.
El nuevo presidente del colectivo empresarial también ha presentado su hoja de ruta, con los retos y oportunidades del sector. Entre otras cosas, ha hecho hincapié en la empleabilidad, atrayendo talentos y trabajando en la formación y cualificación de trabajadores y desempleados, en la apuesta por el producto de calidad y en la digitalización para mejorar la competitividad.
Ortega: “Hay que poner el foco en los políticos, no en los empresarios ni el turista”
Sin embargo, el chef del restaurante Lilium comienza el mandato con algunos obstáculos para el sector, como los problemas en el taxi, la sensación de saturación turística que desembocó en la manifestación del 20 de abril, y lo más importante: la falta de personal cualificado. “Tenemos que mostrar la valía de nuestra profesión. En sentido negativo ya nos han machacado durante mucho tiempo, quizá no tanto en cocina gracias a que el papel del cocinero ya cuenta con mayor prestigio”, señala. “Sin embargo, a la visión del personal de sala, una de las áreas más importantes, si no la más importante, hay que darle la vuelta. Promocionar la profesión del personal de sala -camarero, maître, jefe de sala- de todas esas personas que están delante del público, debe ser uno de los caballos de batalla de la asociación, porque no hay profesionales”, recalca.
Ortega aporta dos estrategias para afrontar este reto: la formación de personas que han llegado para residir en Lanzarote y el método dual, que compagina el plano teórico con el práctico en empresas. “Es importante que los jóvenes estudiantes, desde el primer día, estén trabajando y estudiando a la vez”. Se cuenta para ello además con subvenciones y ayudas gubernamentales para agilizar los mecanismos que permitan la acogida de este programa práctico en micropymes (con menos de 10 trabajadores), pymes y restaurantes con más capacidad. También aboga por mejorar los conocimientos acerca de los productos locales, para que el personal de sala pueda ofrecerlos convenientemente a los clientes, al tiempo que recuerda la necesidad de adaptar el servicio a la capacidad del establecimiento. “Tenemos que ofrecer calidad, no cantidad. Hay que equilibrar la balanza”.
Pedro Santana destaca el papel de Saborea en la revalorización de la cocina
El nuevo presidente de Hostelan es consciente de que en los entornos turísticos la oferta gastronómica debe ser amplia, para adaptarse a todo tipo de bolsillos. “No podemos pensar en abarcar solo turismo de élite y que llegar a Lanzarote sea difícil y costoso. A mí me gusta que a mi restaurante vengan todos los viajeros y también residentes locales. No pasa nada porque solo vengan una vez al año en lugar de una vez al mes, pero tenemos que hacer lo necesario para que regresen”, comenta.
En cuanto a la situación de auge que vive el turismo en la actualidad en Lanzarote, con el problema derivado de la emergencia habitacional por la explosión de la vivienda vacacional, Orlando Ortega es de la opinión de que hay que poner el foco en los responsables públicos, no en los empresarios ni en el turista: “Los que tienen el poder de cambiar las cosas son los políticos, adaptando la Isla a un flujo de turismo en el que podamos acoger a los viajeros con calidad. Para ello hay que sentarse y pensar la manera de actuar para ofrecer mejores infraestructuras y servicios”.
Orlando Ortega, nuevo presidente de Hostelan en su restaurante Lilium.
De norte a sur
Al sur de la Isla, el chef Pedro Santana, del restaurante Cocina del Puerto de Playa Blanca, a pocos metros del muelle sureño, es buen conocedor de la realidad turística de Lanzarote. Hasta hace poco dirigía las cocinas del afamado Casa Brígida en Marina Rubicón. Miembro de Saborea Lanzarote, es crítico con las dificultades para encontrar a personal cualificado que preste un servicio de calidad. “No hay gente preparada, ni tenemos medios ni se hace nada para formar a los jóvenes para el sector de la hostelería”. A esto se suma, a su parecer, la emergencia alojativa para que los trabajadores foráneos puedan prestar su servicio en la Isla. Santana destaca el papel de Saborea en la revalorización de la cocina lanzaroteña y en permitir que la unión de cocineros visibilice la gastronomía de la Isla y el producto local. “Espero que más empresarios y restauradores se involucren en este proyecto”, señala.
Santana entiende que la buena sintonía entre los propietarios de restaurantes en Lanzarote a través de proyectos como Saborea o la asociación Hostelan es algo “atípico”. “Los de fuera de la Isla me cuentan que en la Península esa idea de recomendar al visitante otros establecimientos durante su estancia no se hace. Aquí tenemos esa forma de ser. Nos gusta que los viajeros prueben la variedad de la cocina de la que disfrutamos. Una vez que regresan a sus casas se han llevado su mapa de restaurantes y así es cómo conseguimos más recomendaciones. Hay que ayudar a la gente a que se lleve una buena imagen de nosotros”, considera.
Marco Rodríguez: “Es necesario que el viajero salga de los núcleos turísticos y gaste”
Defensor de un turismo de calidad -como decía Manrique “poquitos y buenos”- y contrario a la masificación sin control, sin embargo se muestra disconforme con generar “tanto ruido” en torno a la oposición a la expansión turística: “Es algo que deberíamos debatir entre nosotros y a través de nuestros gobernantes, ya que se da la impresión de que no queremos que nos visiten. La gente de fuera no entiende lo que se propone a través de manifestaciones como la del 20-A. Deberíamos ser más discretos”.
En la zona norte la percepción sobre el momento que atraviesa el turismo es bien distinta a la que atraviesan los tradicionales núcleos turísticos. Así lo entiende Marco A. Rodríguez, de los restaurantes Risco de Famara y Dunas, a su vez nuevo vicepresidente de la asociación Hostelan. “Para nosotros el tipo de clientela que tenemos depende del momento del año, aunque la visión en las zonas hoteleras sea de alta ocupación y exista gran afluencia de visitantes. Quien más o quien menos vive del turismo, pero echo en falta que en determinadas épocas del año venga un visitante con mayor curiosidad gastronómica y de otra índole. Es necesario que salga de los núcleos turísticos, visite la Isla y gaste más, aunque reconozco que vivimos un buen momento a nivel turístico, porque así lo ratifican los números”, reflexiona.
“Es importante también que rememos todos en la misma dirección, dándole prioridad al problema alojativo para los trabajadores, regulando las viviendas de alquiler para ofrecer tanto vivienda vacacional como oferta de larga temporada”, sostiene el vicepresidente de Hostelan. En cuanto a la ausencia de personal cualificado, considera que es un problema que padecen todos los sectores. “La gente quiere venir a trabajar, pero no tiene donde residir y así es muy difícil que se pueda cubrir la demanda existente”. El apartado formativo es también otro hándicap en restauración para ofrecer el servicio de calidad por el que apuesta la cocina lanzaroteña. “Nosotros solemos formar a nuestros trabajadores, pero sería positivo que ya vinieran con un grado de formación adecuado, por lo menos con la base”.
Santi Benéitez, del restaurante SeBE, se muestra crítico con la oferta: “Por regla general, y a excepción de unos pocos, no tiene identidad”
“La falta de personal cualificado es un problema que venimos sufriendo desde hace tiempo. Es un mal endémico”, subraya el chef Santi Benéitez, del reconocido restaurante SeBE, ubicado en Costa Teguise. El destacado cocinero se muestra muy crítico con la hostelería lanzaroteña, la masificación turística y la ausencia de una cualificación adecuada entre el empresariado turístico y por ende el personal del sector, sin formación reglada suficiente. “La restauración ha crecido de manera desmedida. Lanzarote es una isla sin tradición hostelera. La creación de la industria hostelera fue en respuesta a la demanda turística. El problema de raíz no procede solo de la falta de cualificación del empleado por cuenta ajena, sino de que el propio empleador carece de los conocimientos necesarios y todo le vale, de ahí que, en general, la gastronomía sea tan deplorable. Hasta hace poco solo existían los establecimientos donde lo mismo te podías comer una paella, una pizza, una arepa o un taco mexicano”, señala.
“La hostelería de Lanzarote, por regla general, y a excepción de unos pocos, no tiene identidad”, matiza. De la misma manera, asegura que los horarios y salarios de los establecimientos de hostelería no son los adecuados. “Estos negocios carentes de identidad se han adaptado a las exigencias del turista extranjero. El canario no cena a las seis de la tarde. Este pequeño gesto es una declaración de intenciones de: ‘Señor, vamos a hacer lo que usted quiera para que pueda hacer lo mismo que en su tierra, pero sin camiseta’”.
“Nosotros somos osados a la vez que valientes. Nuestro horario se rige por el sol y no precisamente por el de la Guía Repsol. Adaptamos el servicio a los cambios de hora de manera que en el periodo de primavera-verano la apertura es a las ocho y media, a pesar de que hay clientes que nos llaman preguntando si podemos adelantar el horario. El motivo no es otro que ofrecer una comida de identidad y no concebimos cenar a las siete con el sol dándote en la cara. Eso sí es cultura y antropología”, enfatiza.
“El hecho de no ser natural de Lanzarote creo que me dio una ventaja. Ver todo con otra mirada permite también conferirle valor a determinados recursos que aquí carecen de reconocimiento”, señala Benéitez. Pone como ejemplo la famosa barrilla o ficoide glacial (Mesembryanthemum crystallinum). “En Barcelona era un producto revalorizado, y, en cambio, aquí la veías por el campo de forma natural. Comenzamos a utilizarla en nuestra cocina y ahora ya la venden. Me parece fabuloso”, añade.
El chef reconoce ser un enamorado de la Isla y comenta cómo ha sido su descubrimiento de la gastronomía isleña: “Nosotros nos hemos introducido en la cocina canaria escuchando a la gente mayor, tanto de Lanzarote como de La Graciosa”. Explica que una de las personas de las que más ha aprendido en los ocho años de vida del restaurante es de una empleada, Lola, ya jubilada. “Comenzó como freganchina, pero descubrí que sabía manejarse muy bien en la cocina, aunque ella aseguraba que no era cocinera. De Lola aprendí a hacer los mojos de manera tradicional”.
Benéitez: “Los horarios y salarios en la hostelería no son los adecuados”
“Lo de los arroces lo vimos como una oportunidad de negocio. Noté que existía una carencia en la Isla. En cinco años no me había comido un buen arroz y decidí hacerlo yo. El arroz como cereal es uno de los mejores conductores de sabor. Comencé a cocinar recetas y platos canarios y utilizar el arroz como hilo conductor, de ahí que nuestros arroces sean un caldero de pulpo, de carne fiesta, de carabineros, de costilla y piña de millo... No tenemos ningún señoret ni arroz de bogavante. Solo consumimos lo más cercano y, si no es de aquí, que pueda llegar en las mejores condiciones. Lo más importante en la gastronomía es cerrar el círculo, que sea de nuestro entorno, consumirlo aquí y ver qué hacemos con esos residuos. Aprovechamos las mondas de zanahoria para hacer un vinagre o la de papa para hacer una tierra de papa”, explica sobre el concepto de SeBE.
En cuanto al problema del personal cualificado, Santi Benéitez es contundente: “No se entiende que en Lanzarote, que vive de la industria del turismo, no exista una Escuela de Hostelería con una formación de excelencia reglada. Hay un problema de base: la falta de docentes apropiados. Además, para la realización de prácticas, los acuerdos suelen ser con los hoteles en lugar de permitir que acudan a los negocios y restaurantes. Van a lo fácil, a la cocina de batalla donde al final los explotan. Y acaban perdiendo la curiosidad”.
Pone de ejemplo a uno de sus ayudantes de cocina que, tras estudiar en el CIFP Zonzamas realizó prácticas en SeBE, pero con la intención de concluir los estudios de Cocina con el grado superior en Gran Canaria y ahora ya forma parte de la plantilla. A la carencia de profesionalidad entre el personal de hostelería cree que contribuyen los abusivos horarios y los salarios mínimos. “Hay un problema de gestión entre el empresariado de hostelería si no es capaz de hacer rentable su negocio con unos horarios y salarios dignos”, concluye.
Comentarios
1 Anónimo Mar, 14/05/2024 - 07:45
2 Convenio Colect... Mar, 14/05/2024 - 09:03
3 despacito Mar, 14/05/2024 - 14:37
4 Identidad Mar, 14/05/2024 - 21:22
5 Lola Mié, 15/05/2024 - 05:43
6 Cherne de Bilbo Mié, 15/05/2024 - 15:20
7 Variedad Mié, 15/05/2024 - 16:42
8 a 7 variedad Jue, 16/05/2024 - 08:16
9 Variedad Jue, 16/05/2024 - 13:29
10 a Variedad Mié, 22/05/2024 - 13:08
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