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La tradición familiar de compartir los secretos de Chinijo

La Reserva Marina del Archipiélago Chinijo es el medio de vida de los gracioseros y de vecinos del pueblo de Órzola como Juan David y Hugo Romero

María José Rubio 0 COMENTARIOS 11/07/2021 - 08:24

Hugo Romero compartió con su padre, Juan David, muchas travesías por el Archipiélago Chinijo desde que era un niño, con apenas cinco años. Ahora, con 32, ha querido continuar la tradición familiar y no perder la iniciativa de la que un día su progenitor fue pionero: las excursiones en las aguas del Parque Natural. “Tenía la idea desde hace tiempo”, comparte Hugo con entusiasmo.

Juan David Romero fue un visionario en el pueblo norteño de Órzola. Su hijo le recuerda trabajar en el restaurante y compaginarlo con las excursiones. “Mis comienzos se remontan a 1983, en el Punta Fariones, que fue el primer restaurante en el puerto”, cuenta Juan David, de 62 años. “Había una demanda de turistas que querían visitar el Archipiélago Chinijo. Tenía una lancha rápida pequeña y con ella les llevaba. La gente iba a buscarme al restaurante y dejaba el servicio a medias para llevarles”, relata.

Un poco después, se planteó la actividad “de forma más profesional” y se compró un barco más grande, La Simona. Más tarde, tuvo la oportunidad de que el Cabildo le contratase para la vigilancia del Parque Natural del Archipiélago Chinijo, con biólogos y personal de la propia institución insular, lo que le permitió recorrer La Graciosa y los islotes “con otros ojos”, hasta que el Cabildo adquirió un barco.

Sin embargo, Juan David nunca abandonó la pasión por las excursiones, por la pesca deportiva -“fiel defensor de la captura y suelta”, destaca- y por el buceo. Logró organizar en Órzola, en “aquellos años”, ocho campeonatos de buceo, que coincidían con las fiestas de Santa Rosa. Poco después preparó el primer campeonato de Canarias que se celebraba en Lanzarote y el primer campeonato de España que se hacía por primera vez en Canarias, además del primer campeonato de fotografía submarina en apnea. “Nadie había tomado esta iniciativa tan importante para el turismo de calidad y no solo de sol y playa”, resalta.

“Si hay suerte, se puede ir a Alegranza o ver tortugas marinas o tiburones martillo”

Sus inquietudes le permitieron la posibilidad de conocer a numerosos biólogos y geólogos reconocidos, entre ellos Telesforo Bravo, uno de los geólogos más importantes de Canarias, “al que se le debe el nombre de las famosas Queseras de Bravo”, en Lanzarote, apunta Juan David. “El cráter del volcán de Alegranza es un cono submarino casi perfecto”, de ahí que viniesen muchos biólogos y geólogos para estudiar la Isla. Por supuesto, añade, “no se deben olvidar las aves que habitan en el Archipiélago Chinijo, como la pardela, el guincho, el halcón de Eleonor y el paíño”.

Sueño cumplido

Con el legado de Juan David, comenzó Excursiones Marítimas Punta Fariones. La empresa renace en 2019 porque nunca “se ha abandonado la actividad”, apunta Hugo Romero. Después de tres barcos, uno todavía operativo, Hugo compró una zódiac para el servicio de watertaxi. De un color muy característico y reconocible, es habitual verla entre el puerto de Órzola y La Graciosa. Tiene capacidad para 10 personas y dos tripulantes. Hugo cuenta que “fue una odisea traerla desde La Palma hasta Lanzarote en 16 horas de navegación”.

Los servicios que ofrecen se resumen en el traslado de pequeños grupos y las excursiones. Con el watertaxi, explica Huego, hacen posible que los clientes puedan “acceder a sitios recónditos o especiales, como la Playa Bajo El Risco, Pedro Barba o La Francesa, a cualquier hora con un servicio de ida y vuelta”. “Somos una forma rápida y cómoda de llegar a cualquier punto de La Graciosa y con su mascota a bordo”, apunta Hugo. Con el charter o excursión privada, agrega, quieren que los clientes puedan “disfrutar de una experiencia única y a medida”.

“Tanta masificación en el pasado hizo que hoy en día esté todo limitado”

“También ofrecemos una ruta por los alrededores de La Graciosa en donde se pueden avistar, si hay suerte, tortugas marinas o tiburones martillo, o acudir a la privilegiada isla de Alegranza, visitar su playa y ver el faro de Punta Delgada, uno de los más antiguos de Canarias”, explica. Estas excursiones, con distintas duraciones y diferentes tarifas, permiten a los visitantes realizar snorkel o paddle surf en “un entorno inigualable y desde el máximo respeto hacia la naturaleza”, aclara.

Otro de los grandes puntos fuertes de esta empresa familiar es la pesca deportiva: “Actualmente estamos trabajando en un proyecto de pesca sostenible, de pesca y suelta”. En las aguas del Archipiélago Chinijo lo que más abunda es “el bocinegro, la sama, la vieja, el medregal y el mero”, especifica Hugo.

Contra el furtivismo

Como una de las pocas empresas que ofrece este tipo de actividad, esta saga familiar destaca que es muy respetuosa con el medio ambiente. “Para nosotros es fundamental que los clientes vean cómo se pesca, lo que hay en la Reserva Marina y la variedad de especies, pero por supuesto con respeto”. Juan David recuerda que hizo mucho daño el furtivismo y la pesca submarina sin autorización. “Tanta masificación en el pasado provocó que hoy en día esté todo tan limitado”, señala. La conservación, subraya, se produjo “gracias a que en 1995 se creó la Reserva Marina”.

Hugo también es consciente de que hay que limitar y cuidar, ya que si no fuese así, “desaparecerían todas las especies, la gran diversidad y riqueza de estos fondos marinos”. “Debemos conservar lo que tenemos”, incide.

“Nuestras aguas son diferentes. Tenemos un fondo más rico y más volcánico”

La Reserva Marina de Chinijo es la más grande de la Unión Europea. Y también “es el medio de vida de los gracioseros y de la gente del pueblo de Órzola”, apunta Hugo. En su opinión, se debe apostar por un turismo “sostenible”. “Ahora se puede plantear un cambio en el modelo, aprovechando esta crisis”, añade. “Nosotros trabajamos con clientes que saben que van a ir a sitios únicos, poco masificados y sin perjudicar el medio ambiente”, subraya.

Sin embargo, no todo es color de rosa. “Es difícil mantener un tipo de empresa como la nuestra”, reconoce Juan David. “Los políticos alardean de la importancia del turismo en la isla de Lanzarote. Nosotros damos un servicio a los visitantes y se nos exige mucho papeleo y a veces es difícil”, comenta. En un mundo globalizado en el que son habituales las comparaciones entre destinos turísticos, los Romero lo tienen claro: “No tenemos nada que envidiar a islas como las Baleares. Nuestras aguas son diferentes. Tenemos un fondo más rico y más volcánico”.

La mayor reserva de Europa

“Nada tiene que envidiar a otras reservas marinas”, afirma Juan David. Existen tres reservas marinas con gran valor pesquero y ecológico en Canarias: la de La Graciosa y los islotes, la de La Restinga, en El Hierro, y otra en La Palma. La principal función de la Reserva es la regeneración de recursos marinos y el mantenimiento de la pesca artesanal y sostenible. Se limita la pesca de recreo, el fondeo y el buceo. La del Archipiélago Chinijo, en 1995, fue la primera de Canarias. Tiene forma rectangular y una superficie de 70.700 hectáreas.

Imágenes


Snorkel en Chinijo con aguas cristalinas. Foto: Rodrigo Jiménez @rodrigounderwater.


Hugo Romero con un bocinegro realizando pesca y suelta. Foto: Hugo Romero @excursionespuntafariones.


Anabel Pantoja, una asidua a La Graciosa, en una excursión a Alegranza junto con la saga familiar Romero. Foto: Hugo Romero.


La arena roja es característica de esta playa de Alegranza. Rodrigo Jiménez con la tabla de paddel surf. Foto: Rodrigo Jiménez.

CUANDO HABÍA QUE IR A RESCATAR PARAPENTISTAS EN BARCO

Al trabajar en el restaurante más cercano a la zona donde se lanzan en parapente, muchos practicantes de esta especialidad, especialmente alemanes, “venían todos los años y comían antes de tirarse”. Lo hacían en el Risco, por encima de la playa La Cantería de Órzola.

Era habitual que a Juan David lo llamasen para que “cogiese el barco y fuese a rescatarlos”. “Recuerdo ir a La Graciosa, ya que Margarona era una de las pocas que tenían teléfono, y debía llamar para avisar de lo sucedido”, dice.

En la búsqueda, Juan David se encontraba a veces a algunos en tierra y a otros en mar. Algunos vivos y otros fallecidos. En otros tiempos, recuerda, “Alegranza estaba habitada” y en la pequeña isla “vivían familias dedicadas a la labranza y al ganado. Hacían queso, pescaban y secaban el pescado, cogían burgaos o lapas y lo llevaban hasta Órzola cuando el tiempo lo permitía”, para intercambiarlos por víveres.

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