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La población de hubara en Lanzarote se sitúa en torno a 450 individuos

El investigador lanzaroteño Alberto Ucero acaba de doctorarse con una tesis sobre esta especie

Rubén Montelongo 3 COMENTARIOS 17/03/2025 - 06:28

El biólogo e investigador Alberto Ucero acaba de obtener el doctorado, con sobresaliente y mención cum laude, con su tesis ‘Selección del hábitat e impacto antropogénico en la hubara canaria’. Un trabajo de cuatro años para el que recorrió su Lanzarote natal, La Graciosa y Fuerteventura con el fin de ayudar en la conservación de esta subespecie endémica de las islas más orientales que se encuentra en peligro de extinción. En Lanzarote existen tan solo unos 450 individuos.

El interés por la biología del lanzaroteño Alberto Ucero, de 29 años, le viene desde pequeño: “Cuando estaba en el colegio ya tenía interés, sobre todo por la fauna”. Tras acabar el máster universitario trabajó en el CSIC de Salamanca y la Universidad de Cantabria, y surgió la posibilidad de investigar sobre la hubara canaria en un proyecto que se encontraba ya empezado y que precisamente estaba relacionado con su línea de estudio: biología y conservación de la biodiversidad. Además, le atrajo la posibilidad de regresar a Canarias, aportar parte del conocimiento que había aprendido y trabajar en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, que pertenece al CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas).

La hubara canaria (Chlamydotis undulata fuertaventurae) es un ave que pasa el 99 por ciento del tiempo caminando. “Vuela muy poco”, explica el biólogo, quien dice que vuela cuando se le espanta, se le molesta o tiene que hacer un desplazamiento migratorio por cambio de zona. Prefieren zonas llanas que no suelen tener mucha pedregosidad. “Esto está asociado normalmente a zonas de jable”, matiza.

En Lanzarote, dice Alberto, se encuentran en Soo, Muñique, Famara y también en la parte del jable entre San Bartolomé, Mozaga y Zonzamas. Luego, añade, hay ejemplares al sur de la Isla en Playa Blanca y Playa Quemada. Por su parte, en La Graciosa, “se las puede ver en cualquier zona”, explica. Las conclusiones de la tesis “son muy variadas”, porque aborda diferentes aspectos, que van desde el comportamiento animal a la conservación. En Lanzarote la población se ha mantenido con los años, pero en Fuerteventura han constatado “que la hubara canaria ha venido sufriendo un declive poblacional durante las dos últimas décadas”.

Censo

El inicio de su trabajo no fue sencillo. Alberto cuenta que fue “complejo, pero la práctica va haciendo al maestro”. A fin de cuentas, según explica el biólogo, la hubara es un ave que se mimetiza muy bien con su hábitat, es “bastante esquiva” y aguanta poco la presencia humana, por lo que, “desde que te ve, adopta un comportamiento huidizo”. Ucero señala que “quizás” la tarea más compleja fue la de realizar un censo de toda la población y que fuese “lo más exhaustivo posible”. Además, el marcaje “también tiene su ciencia”, resalta. Lo hicieron con emisores GPS y acelerómetro, y marcaron más de 50 individuos. Alberto explica que en Lanzarote hay unos 450 ejemplares, mientras que en Fuerteventura quedan en torno a 100. Además, en La Graciosa existe “una población de entre 10 y 16 individuos”.

El descenso demográfico que ha vivido la hubara durante los últimos años, de forma más acusada en la Maxorata, se debe “principalmente a la desertificación de esta isla”, a una “disminución de la cubierta vegetal que tiene Fuerteventura”, explica el experto. La segunda variable importante que expone Alberto Ucero es la mortalidad por causas que no son naturales, sino causadas por el hombre. “Las colisiones, principalmente con los tendidos eléctricos, afectan de manera significativa a las poblaciones de Lanzarote y Fuerteventura”, recalca.

Alberto participó también en la elaboración de un informe para el Gobierno de Canarias relacionado con la instalación de energías renovables dentro del hábitat de la hubara canaria, en el que señalaron que son un problema para su supervivencia. “Directamente donde vaya una instalación fotovoltaica o un parque eólico se está alterando el hábitat de esta subespecie. Y, por lo tanto, sobre todo si son parques fotovoltaicos, el hábitat queda prácticamente inservible”, explica. Con respecto a la mortalidad de esta ave por colisión contra aerogeneradores, por ahora no ha constatado ninguna en aquellas que han sido marcadas con emisores GPS. “Es verdad que los parques eólicos se han instalado no hace tanto”, por lo que de momento es un dato que se desconoce, matiza.

Foto: Carlos de Saá.

Protección

La catalogación de zonas de especial protección de aves (ZEPA), tanto en Lanzarote como en Fuerteventura, ha servido, en la práctica, “hasta cierto punto”, destaca el experto. Ucero considera que falta más seguimiento para que se cumpla la normativa. “Hay ciertas actividades que perturban a la avifauna dentro de las ZEPA y no están muy vigiladas”, explica el biólogo, al tiempo que reconoce que “tienen una función bastante importante”. Para hacer que se cumpla la normativa, el investigador considera que hay que aumentar la plantilla de agentes de Medio Ambiente de los cabildos. “La capacidad que tienen de sancionar”, señala, es un elemento disuasorio.

Carreteras, aerogeneradores o tendidos eléctricos son una amenaza para la especie

 También la divulgación de los valores de estos espacios podría jugar un papel importante para educar a quienes los visitan. Por otra parte, los gatos asilvestrados o perros que la gente deja sueltos por el campo afectan a la hubara, señala el lanzaroteño, quien añade las molestias que generan ciertos tipos de actividades donde se encuentra esta especie endémica. Andar por caminos o circular en bicicleta “es algo saludable y que te acerca a la naturaleza”, pero sí es conveniente que las personas conozcan los valores de su entorno.

¿Y qué se puede hacer para recuperar a la hubara, que se encuentra en peligro de extinción? Para Alberto, la clave se encuentra en las infraestructuras. Con respecto a los tendidos eléctricos y telefónicos, prácticamente la única opción para el biólogo es soterrarlos, porque las hubaras vuelan incluso de noche y, por mucho que se señalicen los cables, las hubaras no los ven.

Con respecto a las carreteras, Ucero propone, en ciertos tramos que atraviesen su hábitat, disminuir o controlar la velocidad a la que pueden circular los coches, “bien sea mediante radares de tramo, usando badenes o cualquier medida de control de la velocidad”, explica.

Además, el biólogo plantea la recuperación de algunas zonas que se han degradado, es decir, “medidas de conservación destinadas a la recuperación del hábitat” y fomentar la divulgación entre la ciudadanía. “Por supuesto, todo esto está relacionado con la política. Si se priorizan ciertas actividades, normalmente relacionadas con el desarrollo turístico o el uso indebido de los espacios naturales, frente a la conservación de la biodiversidad, se agrava el problema”, expone.

Comentarios

Este personaje es uno de los que está continuamente presionando para que cada vez más zonas sean de exclusión y no se puedan ni pisar. Es importante la conservación, pero esta tiene que ser compatible con el ser humano y disfrutar de nuestra tierra. Famara, la Santa, La graciosa, todos los jableros, todas estas zonas y más, si siguen los dictados de este señor, serán zonas que recordaremos haber pisado alguna vez. Un poco de sensatez.
Ánimo Alberto, sigue luchando pora conservación de la fauna de Lanzarote y su territorio y no hagas caso a tipos como el del comentario 1 (habla de "nuestra tierra" y son un peligro para su conservación) - Y sí, soy conejero de pura cepa.
Al sensato, le debo recordar que gracias a Alberto y sus colaboradores conocemos aspectos de la avutarda completamente desconocidos, que ha puesto luz sobre la sobre presión que existe en la actualidad. En ese sentido hace hace hincapié en disfrutar de los javleros, La Graciosa y demás lugares de manera responsable. No se olvide, sensato, que con más de 3 millones de visitantes al año en esta isla y una población que no deja de crecer, lo más sensato es ir protegiendo para seguir disfrutando en el futuro.

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