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En busca del paisaje sonoro de Lanzarote

El naturalista Carlos de Hita lleva toda una vida grabando los sonidos de la naturaleza. Acaba de grabar una parte del paisaje sonoro de Lanzarote

Saúl García 2 COMENTARIOS 12/07/2024 - 07:18

“Queda mal decirlo pero yo, preocupado como todos, lo disfruté como nadie”. Carlos de Hita habla del confinamiento durante la pandemia. “Vivo en el campo, en la sierra de Guadarrama, y todos los días me escapaba por detrás y podía escuchar la naturaleza durante horas y horas, como sonaría hace un siglo”. “Yo busco los silencios y escapo de los ruidos, pero en aquella época no tenía que escaparme de nada. Llegaba a un sitio, me ponía a escuchar, me ponía a grabar y la naturaleza se expresaba sin interrupciones”.

Pero todo acaba. “Cuando volvió el ruido, cuando volvió la bestia y nos tranquilizamos respecto a la epidemia, casi me deprimo y estuve tentado de abandonar y dejarlo porque ya me había derrotado, me habían expulsado del paraíso”. Después, con el volcán de La Palma, le pasó algo parecido: una mezcla de preocupación y angustia por lo que estaba pasando, junto a la convicción de saber: “Esto no me lo puedo perder, es un espectáculo que no se repite demasiado”. 

Carlos de Hita graba sonidos pero busca silencios, como el que busca una página en blanco para escribir o una partitura para imprimir las notas. Pero el silencio cada vez es más difícil de encontrar. Comenzó a grabar sonidos de la naturaleza en 1985 durante el rodaje de una serie de televisión. “Yo me dedicaba a recorrer por el campo viendo pájaros y lo normal es que hubiera empezado a hacer fotos, que es lo que hace todo el mundo cuando se dedica a ver aves”, señala. Pero él se centró en el sonido, grabando, montando y editando documentales de naturaleza.

Pronto comenzó una colaboración en la Cadena SER, primero con Iñaki Gabilondo, que aún continúa. Empezó a grabar y a emitir por la radio pequeñas piezas de los sonidos de la naturaleza de toda España. 

Dice que “el sonido aporta un punto de vista diferente”. “Con los montajes sonoros cuento la misma historia que podría contar con la imagen, pero apelando a otras cosas, enseñando otros rincones. Tú puedes ver un paisaje, pero hasta que no lo oyes no sabes lo que pasa ahí. Puedes ver el mar, pero hasta que no escuchas las olas no sabes cómo es el mar, puedes ver un paisaje de un volcán, pero hasta que no escuchas el viento del volcán no sabes cómo es”, asegura.

También tiene otra virtud, que “obliga a ir despacio”. La vista es inmediata, pero el sonido tiene que componerse, hay que escucharlo, entenderlo. “La escucha atenta te obliga a ir lento”. “No diré que es el sentido olvidado, porque oímos de todo, el sonido forma parte de nuestra vida y la escucha, de nuestra actitud, pero en la naturaleza el sonido es el mensaje olvidado”.

Lanzarote

De Hita también está grabando el paisaje sonoro de Lanzarote, dentro de un proyecto, con la Reserva de la Biosfera, llamado Reserva de la sonosfera. La primera fase consiste en elaborar un catálogo sonoro y el primer montaje sonoro se podrá escuchar en el auditorio de Jameos del Agua. “Para mí es como un sueño, encerrar el sonido de una isla, meterlo en un tubo volcánico que suene allí en sonido envolvente”, señala. “Lo que sugiero con estos montajes es que la gente se pare a intentar entender lo que está oyendo, y ese esfuerzo de memoria, de reconocimiento, es muy satisfactorio. Una vez que lo has oído, ya no vas a contemplar el mismo lugar de la misma forma”, afirma De Hita.

“Una foto puede ser maravillosa pero puede haber una guagua haciendo ruido”

Todo el relato es sonoro, sin palabras. “Es un uso del sonido que a mí me interesa porque es que es contar historias a través de la imagen sonora, es la imagen que el oyente se forma en su mente cuando escucha un montaje sonoro. Si tú has estado en un bosque, cuando lo escuchas, lo vas a ver en tu mente. A ese tipo de cosas jugamos”. 

Señala que, en este tipo de montajes sonoros, no hace falta reconocer, por ejemplo, todas las especies que están cantando en un lugar. No hace falta ser botánico para entender un bosque por cómo suena, o no hace falta ser un experto en volcanes para quedarte asombrado ante los sonidos de los volcanes. “El paisaje tiene ese mensaje: yo puedo escuchar una orquesta y no sé distinguir un violín de una viola pero escucho la masa coral, la masa sonora, y en la naturaleza pasa lo mismo, tú la escuchas, interpretas cosas y luego ya si te interesa, profundizas, pero de entrada estás escuchando un mensaje, el relato que la naturaleza hace de sí misma a su manera”.

A mediados de los años noventa, Carlos de Hita estuvo grabando sonidos en Lanzarote, y algunos de ellos van a formar parte de ese montaje. Entonces se dedicó a grabar actividades humanas, oficios tradicionales: pescadores, camelleros, molineros... Lo explica: “Eso ha desaparecido todo, por supuesto, grabé al último calafateador aquí en Arrecife y a un herrero en la forja, aquello fue como levantar acta sonora de oficios que se acababan”.

Viento

“Lanzarote, aparte del viento y el sonido del mar, está hecha de grandes vacíos”

Dice que en la Isla, el viento es el protagonista absoluto, no sólo es el telón de fondo en el que está todo, sino que el viento tiene “mil voces”. Y ha grabado todas esas voces del viento en objetos, en máquinas, en molinos, en los móviles de Manrique o en las rocas: “No suena igual una arista con un perfil que un hornito, que un canal lávico, que una ladera de picón de rofe”. También estarán en ese montaje las voces del mar: un sifón, una cueva, una galería, una marea baja, y las aves que pueblan los llanos de Guatiza, el jable o el barranco de Tabayesco. Las aves son las que más aportan.

“El paisaje natural de Lanzarote -señala De Hita-, aparte del viento y el sonido del mar, está hecho de grandes vacíos, pero de vez en cuando hay como pequeños estrépitos, te encuentras una colonia de aves o en la costa que entran cientos de pardelas cenicientas de noche, y de pronto en un lugar donde hay un silencio se monta un pequeño guirigay”. En una primera percepción del paisaje sonoro de Lanzarote, “puede parecer que es vacío y viento, nada más”, señala, “pero escuchando despacio hay como hay un urdimbre en ese vacío”. No se trata solo de un lugar para estar, sino de un lugar “para entender y para percibir cosas que no se perciben a la primera”.

Tráfico

El paisaje sonoro también tiene enemigos. Es la primera víctima de una crisis ambiental. Lo primero que llega es el ruido, antes que el efecto: antes que la máquina llega el ruido que hace la máquina. La valoración de la calidad sonora también da una medida de la calidad ambiental. Por eso, este naturalista dice que “el problema no es el ruido, sino lo que produce el ruido”, y en ese sentido “Lanzarote tiene una malla de carreteras de un tráfico intensísimo, es difícil encontrar un lugar con un tráfico tan intenso como el de esta isla en espacios naturales”. Pero el ruido es el síntoma.

El sonido, en definitiva, pone al paisaje en su contexto, no engaña: si hay ruido, hay ruido. “Una foto puede ser maravillosa, pero puedes tener una guagua haciendo ruido detrás, o puedes estar en La Geria viendo un paisaje maravilloso y te pasa una carretera por detrás constantemente”.  El paisaje sonoro cuenta todo lo que hay porque el sonido es inmersivo.

Dos terabytes

Carlos de Hita conserva hasta la primera grabación que hizo en el año 1985 con un magnetofón de los que se llamaban “de cinta abierta”. Ahora está todo digitalizado “y perfectamente archivado”. Eso sí, ordenado según sus criterios: “He pensado que habrá que cedérselo a alguien, y el problema que tengo es que no cumple ninguna de las reglas de biblioteconomía”. No sabe el número de grabaciones que atesora, pero ocupan dos terabytes de memoria, y guarda varias copias, varios discos duros repetidos, siempre uno de ellos fuera de casa, y ahora va a empezar a subirlos a la nube.

Comentarios

Qué suerte que Carlos nos visite, un naturalista de alto nivel Bien por este periódico el entrevistarle.
En Playa Honda solo se oyen los Grillos de noche claro está.Por la mañana Aviones y a mi vecino que no para de arreglar la furgoneta.

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