REPORTAJE

El ignorado patrimonio natural de Arrecife

Fotos: Felipe de la Cruz.
M.J. Tabar 7 COMENTARIOS 06/09/2015 - 10:11

Desde que en 1949 Arrecife llorase la pérdida de su único árbol, la ciudad ha crecido en barrios y vegetación, sin haber conseguido optimizar el ordenamiento de ninguna de las dos cosas. La tala de árboles ejecutada en agosto para la peatonalización de la marina capitalina ha generado dudas y cierta controversia entre los vecinos.

En 1958 se plantaron seis araucarias en la primera zona verde que disfrutó la ciudad. Duraron medio siglo y tuvieron que talarse por enfermedad, igual que las 43 palmeras que vestían la avenida La Marina y de las que sólo quedan alcorques tapiados con cemento.

Todavía se añoran las buganvillas del parque Ramírez Cerdá, después de que fueran arrancadas en 2011 para construir nuevas pérgolas. Cuatro años después, aún no hay celosía vegetal. Cerca del parque viejo, está la calle García Escámez y su pequeño arbolado que progresó con bastantes dificultades. “Los rompían a cada momento”, recuerda Jaime Gil, investigador de flora canaria. Hace varias semanas, y ante la indignación de varias personas que lo presenciaron, la pala de una excavadora tronchó las ramas de una Parkinsonia en esta vía arrecifeña porque entorpecía la apertura de una zanja.

¿Tenemos poca sensibilidad con nuestro patrimonio vegetal? “Aunque no nos guste, en ocasiones debemos realizar obras en beneficio de determinadas infraestructuras que pueden afectar la integridad de la jardinería”, apunta Alfredo Reyes, director del Jardín de Aclimatación de La Orotava (Tenerife) y estudioso de la flora y vegetación de Lanzarote. Por ejemplo, son muy frecuentes las podas drásticas de árboles en aras de la seguridad ciudadana, “que es lo que debe prevalecer en estos casos”. Cualquier actuación “debe valorar previamente sus efectos” y debería existir “coordinación entre los responsables de las distintas administraciones o áreas implicadas para dar una solución lo más consensuada posible”, recalca.

Las obras de peatonalización de la Avenida forman parte del plan de zonas comerciales abiertas, que quiere revitalizar el flujo de peatones y consumidores en la ciudad. El proyecto contempla la plantación de almendrones de la India (Terminalia catappa) “para crear espacios de sombra”, algunas palmeras reales (Roystonea regia), árboles de fuego (Brachychiton Acerifolius), dos laureles de india que flanquearán el comienzo de la calle Real, un palo rosa (Tipuana tipu) en la pequeña plaza que se formará frente a la delegación del Gobierno y una jacaranda. Son especies vegetales “adaptadas al clima insular” y que toleran la cercanía del mar. El proyecto define varias soluciones constructivas para que el desarrollo de los árboles no afecte al pavimento.

“No van a crecer tan rápido como las casuarinas pero tenderán a formar más copa: darán más sombra y en teoría serán más fáciles de atender”, dice Jaime Gil, biólogo. “Casi todas en mayor o en menor medida están ya por Arrecife. Yo no veo mal el cambio, técnicamente hablando, pero tal vez hubiera mejor hacerlo de manera paulatina, no de golpe”, añade.

Casuarinas como las recientemente taladas “fueron muy utilizadas en el ajardinado de muchas zonas próximas a la costa por su resistencia a estos ambientes”, añade Reyes. El Servicio de Patrimonio Histórico del Cabildo únicamente exigió respetar dos palmeras canarias de gran porte que siguen estando frente a Correos, en el área de influencia del Bien de Interés Cultural del Castillo de San Gabriel.

¿Hubiera sido aconsejable el trasplante de más ejemplares? “El trasplante de árboles es complicado, especialmente en ejemplares viejos”, dice Reyes. “En Canarias sólo he visto un apero especializado para trasplantar árboles y estaba en manos de una empresa privada que lo usaba para palmeras de grandes dimensiones”, añade Jaime.

Inventario de los árboles “más sobresalientes”

El pasado mes de febrero, el ayuntamiento de Arrecife aprobó una ordenanza que regula el uso y mantenimiento de los parques y jardines de la ciudad. Un maestro jardinero y cuatro ayudantes —encargados del cuidado de los árboles, las flores y las jardineras de Arrecife “con apoyo de Urbaser”, la empresa que gestiona la limpieza desde 2002— elaborarán un catálogo de especies. El inventario recogerá “los ejemplares vegetales sobresalientes del municipio”, aquellos que por sus características peculiares “de belleza, antigüedad, historia o rareza merezcan ser conservados”, ya sean públicos o privados. Se anotará su localización exacta, su régimen de propiedad y el estado en que se hallan.

El Ayuntamiento elaborará un inventario con los árboles que "merezcan ser conservados" por sus características peculiares "de belleza, antigüedad, historia o rareza"

La normativa establece también que los parques y jardines del municipio deberán tener funciones “basadas en las demandas reales de la población” y que en la medida de los  posible, los proyectos contemplaran los criterios de “sostenibilidad, autosuficiencia y bajo mantenimiento”.

Reyes opina que el catálogo es un trabajo “interesante” y sugiere la inclusión de especies autóctonas más idóneas en el ajardinado. “No es plantar por plantar, las especies autóctonas tiene requerimientos especiales y habría que ver cuáles son más idóneas para un determinado lugar”, aclara.

La palmera canaria es una de las más espectaculares pero necesita unos requerimientos climáticos que no siempre se consiguen en ambientes  urbanos costeros. “Con frecuencia se sobreexplota como recurso ornamental y se fuerza su plantación en zonas no adecuadas lo que favorece su estrés y vulnerabilidad”. La mayoría de los ejemplares que se podaron recientemente en el barrio de Titerroy tenían diocalandra y hongo rosa debido a la poda. “Las palmeras no se deben podar, pero se podan para favorecer la convivencia entre los vecinos y estas especies que no son adecuadas como jardinería urbana”, explica Ascensión Toledo, responsable del área de Parques y Jardines de Arrecife.

El biólogo Jaime Gil concluye con optimismo: “Lo positivo de toda esta controversia que parece se ha generado es que la gente parece que va tomando conciencia de que es conveniente tener una ciudad arbolada”.

Poner en valor la flora autóctona

El Plan de Acción Municipal 2014-2020 de la Reserva de la Biosfera propone soluciones para lograr una mayor sostenibilidad en la gestión de la biodiversidad. Una de ellas, sería la puesta en marcha de un vivero de flora canaria, “que posibilite la existencia de alternativas al uso de flora ornamental en las iniciativas de ajardinado público y privado” y contribuya a reducir el riesgo de proliferación de especies invasoras. El objetivo sería mejorar la calidad del paisaje y la puesta en valor de la flora autóctona canaria, en particular, la lanzaroteña.

Entre 1988 y 1998, el Cabildo inició un plan para la reproducción y propagación de flora endémica. Las plantas reproducidas se usaron en el ajardinamiento de márgenes de carreteras, rotondas y jardines, “aunque la mayoría han sido eliminadas”, relata el libro Las plantas autóctonas de Lanzarote. Su uso en jardinería (2007). Estanislao González, Alejandro Perdomo y Braulio Betancort seencargaron de la recolección, siembra y germinación de 50 especies distintas, la mayoría amenazadas.

Durante su estancia en Lanzarote, en 1890, el antropólogo francés René Verneau describía así una casa de Arrecife y el esfuerzo de su propietario por hacer crecer la vegetación: “Al centro, un patio en el que el propietario se esfuerza, sin resultado, en hacer crecer algunas plantas endebles y una media docena de lechugas todavía más raquíticas. Cacharros rotos, cajas desfondadas, latas de petróleo vacías, reemplazan la vegetación que se obstina en no crecer, a pesar de que el propietario, orgulloso de su jardín, prodiga cuidados asiduos a las plantas”.

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