El derrumbe del sueño modernista de Famara
El refugio del mecenas Luis Ramírez, única casa en la Isla de su estilo arquitectónico, sufre un progresivo deterioro sin visos de intervención
De la impresionante casa modernista de Caleta de Famara queda cada vez menos. La cercanía al mar y un abandono que se ha prolongado durante décadas ha hecho mella en su erosionada fachada, en la que a duras penas sobreviven rasgos de los animales acuáticos que la decoraban. Este verano luce rodeada de una valla para evitar que los desprendimientos alcancen a quienes paseen por la Avenida las Bajas. Una iniciativa pública para rehabilitar el edificio, anunciada hace más de un año por el Cabildo, ha caído por ahora en saco roto.
El también conocido como “hotelito” de la Caleta es la única casa modernista de Lanzarote y el único edificio de este estilo arquitectónico de Canarias que recurre a motivos animales para la decoración de su fachada. Su primer propietario fue Luis Ramírez (El Islote, 1884-Barcelona, 1950), quien legó el inmueble a la Iglesia con la condición de que fuera “conservado en buen estado”.
La última voluntad de Ramírez, que también donó a los Salesianos la anterior sede del Casino en Arrecife, el edificio que hoy es la Casa de la Cultura Agustín de la Hoz, fue que su sueño modernista en la Caleta de Famara se preservase: “Si por algún concepto o abandono de sus dueños, dicho hotel tendiese a derruirse, pasará íntegro y con cuanto le sea anexo y perteneciente al Hospital de Dolores de Arrecife, para que haga de él lo que crea conveniente”, se añade en el testamento.
El edificio no ha sido inmune al paso del tiempo y, aunque su primer propietario dejó dicho que se conservase, nada se ha hecho por rehabilitarlo. En los últimos años, han sido varias las voces que han clamado por la salvación del inmueble, que continúa en un progresivo deterioro con riesgo de desprendimientos.
La casa, al borde de la playa del pueblo de Caleta de Famara, refleja buena parte del espíritu de Luis Ramírez, un hombre pudiente conocido por su filantropía. Hijo de terratenientes que “siempre tuvo muchas inquietudes culturales”, ocupó varios cargos públicos (fue alcalde de San Bartolomé, consejero del Cabildo y juez de paz). “Tenía un gran interés en reforestar la Isla y manejaba ideas muy avanzadas”, expuso la historiadora Arminda Arteta en un reportaje publicado en Diario de Lanzarote.
Fue después de que los médicos le recomendaran tomar baños marinos (de aire, no de agua) para mejorar enfermedades respiratorias, cuando Luis Ramírez, en los años veinte, decidió construirse un chalé vacacional en el pueblo costero. Según relata la historiadora, en 1933 aquella casa era una extravagancia y llamaba la atención, en medio de los modestos almacenes de piedra y las “casuchas” de los pescadores. Un vecino protestó porque la fachada de aquel “hotelito” le robaba sus vistas. El Ayuntamiento de Teguise, que le nombraría hijo adoptivo, le respondió con contundencia: “No entorpece el tráfico y hermosea el caserío”.
El emblemático edificio fue obra de los maestros albañiles Juan Martín y Bonifacio García. Ellos enfoscaron la fachada y crearon el pequeño cosmos acuático que quería su cliente: burbujas, conchas, aguavivas, morenas y un presidencial pulpo, todos ejecutados en hueco relieve, como las iniciales del ordenante (L.R.).
La historiadora describe al mecenas como un gran amante del arte, por lo que quiso dotar a su casa de ese carácter excepcional, optando por recrear rasgos del estilo modernista, como el predominio de la línea curva o la exuberancia ornamental inspirada en la naturaleza. Se estima que fue en uno de sus múltiples viajes cuando se habría quedado prendado de la arquitectura de Gaudí y que Luis Ramírez quiso emular en su refugio de Famara.
En décadas, poco o nada se ha hecho por conservar la casa de Luis Ramírez. En 2015 se dio a conocer una iniciativa particular de Juan Marrero Portugués -que fue procurador en Cortes, director de la Caja Insular de Ahorros y administrador de Protucasa- para la restauración urgente de la vivienda: “Los forjados de madera están en muy mal estado, sobre todo la cubierta de la planta alta”, comentaba el arquitecto Carlos Lahora, sobrino del impulsor del proyecto y encargado de hacer el estudio inicial de la vivienda. Ya entonces, el Ayuntamiento instó a la Diócesis a que arreglara o cediera la casa porque su estado era “ruinoso”. Hace cuatro años, se valoraba la intervención en unos 300.000 euros.
Papel mojado
La última acción institucional en favor de la restauración del inmueble se producía en mayo del pasado año, tras anunciarse la firma de un convenio de colaboración, rubricado entre el Cabildo y la Diócesis de Canarias, para la protección, conservación y restauración de bienes de interés cultural o catalogados de titularidad eclesiástica ubicados en Lanzarote, en el que se contemplaba entre las primeras actuaciones la “restauración de la casa de Luis Ramírez de Caleta de Famara”.
La idea era que el inmueble se pusiera nuevamente en uso como centro sociocultural pero, más de año después, sigue sin moverse ni una piedra. El nuevo grupo de gobierno del Cabildo, compuesto por PSOE y PP, manifiesta la voluntad de sacar adelante su restauración pero, por ahora, naufraga el intento de reflotar la vivienda por una objeción técnica al proyecto.
Comentarios
1 Vecina Dom, 11/08/2019 - 08:42
2 chalanista Mar, 13/08/2019 - 14:07
3 Mariluz Dom, 16/01/2022 - 18:30
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